martes, 31 de julio de 2018

RADICAL DEL DINERO


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El dinero es una herramienta para facilitar la vida material de las personas. Partiendo de este punto, creo que todos podemos coincidir en que el dinero es útil. Útil en la función para la que nació. Y esta función era mejorar las incoveniencias y limitaciones del trueque, que son evidentes.

Nadie en concreto inventó el dinero. Como otros muchos utensilios en los albores de la civilización, fue un desarrollo espontáneo, aquí y allá, donde y cuando el proceso de desarrollo civilizatorio lo hacía posible e ineludible. Y como tantos otros conocimientos humanos transmitidos en el espacio y el tiempo, geográficamente y de generación en generación, hasta convertirse en una institución vital de cualquier sociedad que hubiera alcanzado cierta complejidad en su composición, y cierta masificación en su número.
Ante todo, el dinero fue y es la herramienta del comercio. Los comerciantes fueron los primeros en necesitar de la utilidad del dinero, y los primeros en descubrir el efecto que el intercambio dinerario tenía en el desarrollo del modo de vida urbano, en su incremento y aceleración exponencial.
El comercio no hubiera sido posible sin dinero, el dinero sin comercio, y las ciudades ni sin lo uno ni sin lo otro.

Pero pronto el naciente Poder político, percatándose de ese factor de aceleración, hizo del dinero el principal resorte de poder, el "maldito oro", hasta el punto que muchos marcan el nacimiento del dinero con las primeras muestras de la llamada "moneda de curso legal": el momento en que un reyezuelo estampó su vanidoso careto en una moneda de metal precioso. Y dictó las reglas tramposas de su valor, decreciente para el comerciante a medida que cada vez había menos de precioso y más de vil en el metal, y creciente para aquel, a medida que era el único que podía decidir qué, cuanto, cómo y dónde el dinero se puede usar.

Yo soy un radical del dinero porque me retrotraigo a la raíz original de su utilidad, anterior al careto del listo y pretencioso que se lo apropió, física y conceptualmente. Es evidente que hoy ya es imposible separar Poder de Dinero, que las monedas siempre llevarán impresa las señas de identidad de la institución política que las emite y controla, como un recordatorio permanente a la gente que esa herramienta que les facilita la vida, no es suya. Pero sí es suyo. Tan suyo como lo es la producción de bienes y servicios que cada día involucra millones de transacciones comerciales a nivel global, que han sacado de la miseria a cientos de millones de personas en las últimas décadas.

Si, yo soy un radical del dinero. Del dinero que permite vivir mejor, a cuantos más mejor, a pesar de toda su mala fama arrastrada desde que en la noche de los tiempos, se olvidó que era el utensilio del comerciante y no del rey.


Mickdos