miércoles, 29 de diciembre de 2021

LA VERDAD ES QUE….

 ….Todo es mentira, para empezar ni masculina es mi condición… ni vasco ni chino, que soy del Japón.

Aunque actualmente y por razones que no vienen al caso resida en Villafranca de los Barros provincia de Badajoz, procedo de familia portuguesa de rancio abolengo y a pesar de haber nacido a las afueras de Marugame en la prefectura de Kagawa, fui criada junto a mis cinco hermanas en Palafruguell, allí aprendimos a nadar entre las barquitas de los pescadores mientras soñábamos con alcanzar algún día la inmortalidad.

Tuvimos una infancia regalada, al ser nuestros padres embajadores de buena voluntad de las Naciones Unidas con dedicación exclusiva, pudimos conocer mundo y así dominar con gracia y soltura no menos de nueve idiomas, siendo como fui la última de las hermanas en nacer… soy la más joven…… conté con la ventaja de ir haciendo el oído a las lenguas que empleaban mis hermanas mayores, la una nació en Kinsasa, antigua Lopoldville, la otra en Colorado Springs,  Macarena, mi hermana más querida, vio la luz en Geraldton a donde acudieron nuestros padres a visitar  la Catedral Católica San Francisco Xavier, sirvió aquella visita en el Mid West australiano además de para que naciese mi querida hermana, para aficionarse mi adorado padre a la práctica del Surf entre tiburones…costumbre que le acabaría costando la vida a la edad de 103 años al resultar devorado por una pareja de escualos en la playa del Parque Estatal de la Bahía del Morro, en la costa central de California al intentar ejecutar un Kick Flip tras salir airoso de un Snap .

Viuda desde que se murió mi esposo tras no poder superar la impresión que le causó la muerte de Manolete en aquella aciaga tarde de agosto en Linares, provincia de Jaén, dediqué mi tiempo libre a criar búfalos enanos a las afueras de Chernobil…..se me daba de maravilla, tan enanos conseguí criarlos que las gentes ignorantes se reían de mi granja diciendo que lo que tenía eran ratas muy gordas; la envidia, que es el peor de los pecados capitales.

Decidí abandonar aquella pasión mía al recibir noticias de la muerte de mi cuñado Spencer, a la sazón, Vizconde  de Surrexes y marido de mi hermana Adelaida, a la que creo que se me ha pasado mencionar que nació en Exeter, condado de Devonshire….desconsolada como se encontraba, hube de hacerme cargo de los castillos y el lago pues su único hijo y heredero se encontraba preso en una horrible prisión de Bangkok al haber sido sorprendido por las autoridades locales traficando con colmillos de elefante, de nada sirvió que nuestro tío, Eduardo de Plantagenet,  fuese íntimo del Rey Bhumibol el Grandioso. Mi querido sobrino consiguió escapar una noche de luna llena y abandonó el país en una Prao con la inestimable ayuda piratas malayos, le perdimos la pista en las costas de Monpracem…

Tras recibir carta de un antiguo pretendiente extremeño, decidí abandonar las costas británicas y dar una nueva oportunidad al amor, tanto tiempo entregándome a los demás me había hecho olvidar que lo importante en esta vida es buscarte a alguien que te quiera y te tenga llenita la nevera…resultó que mi admirador secreto en las sombras del tiempo y la distancia estaba a las puertas del cielo y fiel como me fue siempre, ni se había casado ni tenido hijos, sus últimas voluntades fueron cederme sus posesiones terrenales…. varias fincas, tres ganaderías con sus respectivos cortijos, cinco pisos en la capital y varios millones en letras del tesoro.



Tras los funerales de Ricardo, así se llamaba el que tanto me amó, decidí encerrarme en los sótanos de la Compañía de las Hermanas de la Cruz….allí descubrí las maravillas del mundo moderno y del internet, decidí entonces crearme una falsa identidad, elegí representar el papel de un bilbaíno furioso y mal hablado, inventé datos y lugares, en definitiva, creé un personaje mediante el cual poder entablar polémicas con gentes que al igual que yo, disfrutaban tecleando a la tenue luz de la pantalla de sus computadoras.

No se vayan a creer ustedes que todo ha sido impostura, a lo largo del tiempo se te van escapando pequeños detalles, nimiedades si se quiere pero que reflejan lo más profundo de nuestro ser y de nuestro sentir, la aberración que supone ese detritus que algunos humanos tiene a bien meterse en la boca, esa lamentable acumulación de bacterias compactadas mediante el cuajo de herbívoros malolientes, jamás podre tolerarla ……bien en serio hablaba servidora también, cuando mostraba su temor y su rechazo hacia los pelirrojos, las gentes, en su infinita bondad, tienden a aceptarlos como iguales…es un error claro, solo espero que no sea demasiado tarde el día en que la humanidad comience a ser consciente del peligro.

En definitiva, que no se fíen ustedes ni de su sombra, cualquiera puede hacerse pasar por lo que no es, yo misma los he tenido embaucados durante dos años, tampoco sigan a lo loco los consejos de los desconocidos por muy amables y tentadoras que resulten sus recomendaciones…eso de blanquearse según el qué, no resulta tan agradable como te lo pintan.

Ómicron. Ómicron….este gato que me ha regalado el ministro de asuntos exteriores de Transilvania no me hace ni caso…..probaré a hablarle en húngaro, me quedaba por comentarles donde nació mi hermana la astronauta, fue en Timisoara, famosa por su arquitectura secesionista.

Pajarrako

viernes, 17 de diciembre de 2021

EL COLONIALISMO Y SU MITOLOGÍA

El personaje del general Francisco Solano López es uno de los más polémicos y también vilipendiados de toda América Latina. Se le conoce como el gran perdedor de la llamada Guerra de la Triple Alianza, que enfrentó a la pequeña nación paraguaya que él presidía contra el Brasil, Argentina y Uruguay  entre los años que van de 1864 a 1870. Se trató de una guerra de carácter genocida entre ese pequeño país y sus relativamente poderosos vecinos alentados desde la sombra por la Gran Bretaña, que veía con enorme desagrado el proteccionismo y la autarquía paraguaya, un país que, según cuenta Eduardo Galeano en su libro “Las venas abiertas de América Latina”, gozaba de una “economía en pleno crecimiento, una línea de telégrafos, un ferrocarril y una buena cantidad de fábricas de materiales de construcción, tejidos, lienzos, ponchos, papel y tinta, loza y pólvora”. Era, además, un país que había erradicado por completo el analfabetismo, algo inaudito en el continente por aquellos tiempos. La balanza comercial del país arrojaba un notable superávit, y además, contaba con una moneda fuerte y estable, con la suficiente riqueza para realizar grandes inversiones públicas sin recurrir a capitales extranjeros. 





Pero no todo el mundo veía estos avances con buenos ojos. El comercio inglés consideraba  aquel pequeño país prospero e independiente, aunque autárquico, un mal ejemplo que había que exterminar a toda costa, puesto que el gobierno paraguayo no permitía la circulación por sus vías fluviales de las naves británicas que llenaban toda América Latina de los productos fabricados en las grandes ciudades industriales inglesas. Dicho de otra forma, Paraguay estaba asumiendo un papel de nación independiente que no le había sido asignado en la gran obra del capitalismo internacional. Y el Brasil fue el vehículo principal de una intervención militar fundamentalmente financiada por el Banco de Londres, la casa Baring Brothers y la Banca Rothschild, y secundada por la Argentina y el gobierno uruguayo. Como resultado de esta guerra implacable, en la que los paraguayos se defendieron literalmente hasta el último hombre, el Paraguay perdió entre un 50 y un 85 por ciento de su población, y quizá más del 90% de su población masculina adulta. 

La historiografía oficial, siempre redactada y confeccionada por los vencedores, no ha parado de describir a Solano López como una especie de demente al estilo del Kurz de “El corazón de las tinieblas”, o algo por el estilo. Pero aquí surgen las primeras dudas y contradicciones. ¿Cómo es posible que semejante orate contara con un apoyo tan incondicional de su pueblo? ¿Por qué los paraguayos no desertaron en masa en lugar de luchar hasta el final en el que estaba considerado como el mejor ejército de la época en América Latina? Y muchas otras preguntas que uno se formula cuando lee algunas de las historias oficiales, como la breve biografía sobre el personaje escrita por la autora Cristina García para la colección “Protagonistas de América”, que, al parecer, no fue ni con mucho una de las más tendenciosas. La Wikipedia en español nos informa de que esta visión tan hostil al Solano López es discutida por “el revisionismo argentino y la visión tradicional paraguaya”, casi como si se tratara de exotismos a los que no hubiera que prestar mucha atención.

Pero las narraciones no sólo del ya citado Galeano sino del historiador norteamericano Howard Zinn, que, sin referirse específicamente a Solano López, proporciona una visión poco halagüeña del imperialismo norteamericano,   nos remiten a una visión global distinta de los hechos. Una de las grandes falacias de la mitología imperialista y colonial es atribuir enseguida a los gobernantes que se desvían de sus designios una condición de extremistas sin escrúpulos, o personajes que son auténticos deshechos de la Historia. La realidad, sin embargo, suele ser bien distinta, como ya comprendiera en su día un hombre como  Simón Bolivar, y puede resumirse en la célebre frase acuñada por James Monroe, quinto presidente de los Estados Unidos; “América para los americanos”. La interpretación benigna de esta frase podría ser la de un respeto escrupuloso a la independencia de los países de todo el continente ante las injerencias de las potencias europeas. Sin embargo, la realidad ha demostrado que esa América que debía decidir los destinos del hemisferio era únicamente la del norte. De hecho, la primera puesta de largo ante el mundo de la nueva república norteamericana fue la anexión de la mitad del territorio mexicano, harto conocida, por no olvidar el menos conocido y fallido intento de anexionarse Canadá. Pronto seguiría el resto del continente, en el cual los Estados Unidos ocuparían el papel colonial de los antiguos colonizadores europeos, pero con el refinamiento de la invención de numerosos gobiernos títere con los que salpicarían país tras país tras una independencia engañosa. Por supuesto, tomando como apoyo la complicidad de los herederos de la antigua clase dominante española. 

Para darle base ideológica a todo ello era necesario, como en el caso de Solano López, satanizar a cualquier posible gobernante disidente que alcanzara el poder. Una práctica que se ha seguido hasta nuestros días y que se ha utilizado contra el Chile de Allende, Cuba, Venezuela, Nicaragua, etc… En esto, el imperio americano no era en realidad muy innovador. Como explicó Edward Said en su libro “Orientalismo”, todas las potencias coloniales han empleado estrategias similares para mantener su dominio sobre los territorios y países conquistados. Lo de menos es si este imperialismo cultural y de apropiación del lenguaje, que es el acompañamiento indispensable del imperialismo material, se aplica a hindúes, musulmanes, chinos, japoneses, indonesios, vietnamitas o las naciones latinoamericanas. El cliché sustituye al conocimiento real de la situación de cada pueblo afectado por la exploración de las potencias occidentales, lo cual no significa que todo lo contenido en el cliché sea falso, pero sí que impone una imagen parcial y estereotipada que sustituye a la real. De hecho, los primeros caudillos de la independencia latinoamericana eran o hubieran podido ser hombres homologables a los mismísimos Washington, Jefferson, Franklin, etc. Y el proteccionismo de los Estados Unidos hacia sus propios productos durante todo el siglo XIX tenía muy poco que envidiar al que Solano López practicaba en el Paraguay, por no hablar del tan criticado –en nuestros días- robo de patentes extranjeras del que a menudo se acusa a la China. Abundando en las ideas que Said expone en su libro, se trata de crear la impresión de que determinados pueblos viven en una especie de minoría de edad perpetua de la que nunca podrán salir y que, por lo tanto, sus vivencias y su historia sólo pueden ser aprehendidas y explicadas por las mentes occidentales. Y de la misma manera que en su día se caricaturizó a Solano López, se ha caricaturizado y descrito como tiranos a políticos como Mossadegh, el primer ministro de Irán laico derrocado al alimón por la CIA y la Gran Bretaña en 1953, y  a numerosos líderes latinoamericanos y africanos, que en nada eran peores que determinados tiranos favorecidos de manera invariable por Occidente, como por ejemplo, los gobiernos fundamentalistas de Arabia Saudí y otros países , y un buen número de dictadorzuelos sanguinarios de la misma América Latina. 

Vivimos en una época en la que se han desmontado muchas mitologías. Es del todo irrepetible una alucinación como la del “hombre nuevo” que se esperaba que surgiese durante las primeras décadas de la URSS, y tampoco el delirio nazi del ario en lucha permanente contra el “eterno judío” es aceptable en nuestros tiempos, aunque tanto la xenofobia como el racismo resuciten sus antiguos fantasmas bajo disfraces diferentes. Pero de alguna manera el mito fundacional del colonialismo, “the White man’s burden” de la que hablase Kipling en su día, persiste de manera más o menos subrepticia en el discurso de algunos gobiernos occidentales e incluso en la obra de algunos novelistas de prestigio. Un mito que encaja a la perfección con la concepción neoliberal de la sociedad humana, a su manera tan determinista e historicista como la que denunciara Karl Popper en el marxismo en su libro “Miseria del historicismo”.  Quizá haya llegado el momento de aceptar que en algún momento Estados Unidos y Europa tendrán que dejar su monopolio de la verdad y de la organización de la pomposamente llamada “comunidad internacional” y compartirlo con otras potencias emergentes e incluso otras sensibilidades. 

Veletri


viernes, 10 de diciembre de 2021

CIENCIA Y METAFISICA: ¿DOS VIAS DE APROXIMACIÓN A LA REALIDAD?

 A efectos de la presente entrada, voy a englobar como “científico” todo lo que describe realidades verificables, medibles o comprensibles según métodos racionales admitidos por la comunidad de académicos e investigadores. Dentro del término “metafísica” incluiré todo lo referente a lo religioso, lo espiritual y lo místico.


En estos tiempos de racionalismo y secularización parece vergonzante hablar de “conocimiento interno”, o de “experiencias interiores” ya que, por ser subjetivas en principio, sólo pueden ser reconocidas y comunicadas entre sujetos de la misma experiencia, pareciendo ajenas al resto. En consecuencia, la mayoría de las veces todo este campo de conocimiento interno (que parte de dentro) ha sido tradicionalmente relegado como irracional, mágico u oscurantista. Hoy día se hace imprescindible, no obstante, la unificación de estos dos campos de experiencia humana, ya que el racionalismo desnudo y el cientifismo de los datos y de los hechos siguen sin ofrecernos una explicación global del Cosmos y de la Vida y, en definitiva de nuestras propias vidas.


Desde hace siglos se ha fragmentado el conocimiento y la ciencia, al separar el conocedor de lo conocido, el sujeto del objeto, el experimentador de lo experimentado. Muchos científicos reconocen hoy día la imposibilidad de una absoluta objetividad científica, puesto que el observador influye en lo observado (Werner Heinserberg) y el mundo “de fuera” no es sino una creación del mundo “de dentro” (Frithof Capra).


Con gran humildad, Max Planck reconocía ya en 1930 que los medios de investigación del físico no le enseñaban nada sobre el mundo real, a pesar de constituir el conocimiento de éste su objetivo e ideal. Posteriormente, científicos como David Bohm, Neils Bohr, John Wheeler y el ya citado Fritjof Capra, entre otros, no bastándoles con la mera toma de conciencia de los límites de los postulados físicos admitidos hasta la actualidad, han emprendido estudios interdisciplinares, abriendo el campo a una “expresión científica” de la unidad entre el conocimiento científico y el conocimiento interno, entre los grandes principios de la Física moderna y las aportaciones hechas por las llamadas tradiciones espirituales.


Igualmente, en el área de la Psicología, fundamentalmente transpersonal, Richard Bucke, Abraham Maslow, Stalinaf Grof, Ken Wilber, Charles Tart y France Vaughan, entre otros, han hecho aportaciones fundamentales en el campo de la investigación de la conciencia, partiendo, en la mayoría de los casos, de experiencias o investigaciones personales. Uno de sus méritos fundamentales es el de haber ampliado la Psicología, desde el terreno de las “tradicionales” patologías psíquicas, al de la autorrealización y trascendencia. Han empezado a poner palabras “científicas” a los llamados estados ampliados, o modificados de conciencia, a las experiencias de supuesto carácter místico y las revelaciones de los grandes clásicos espirituales, que habían quedado tradicionalmente relegados como textos puramente literarios.


Es así como cada vez mayor número de personas que experimentan lo que Abraham Maslow ha denominado experiencia-núcleo o trascendental, han podido comenzar a conceptualizar sus respectivas experiencias, al tiempo que muchos profesionales de la Psicología han comenzado a abrirse a otros enfoques, hasta el punto que se haya podido afirmar la casi identidad de objetivo entre la curación psíquica y las vías de conocimiento interno.


Y es aquí donde quizá haya que distinguir entre religión, espiritualidad y mística. El fenómeno religioso, como todos/as sabemos, es un fenómeno humano vinculado a un sistema de creencias, ritos y normas morales. Como tal, puede ser considerado un fenómeno cultural vinculado a la creación, cohesión y mantenimiento de las civilizaciones que se han ido sucediendo a lo largo de la historia de la humanidad. Se podría convenir con ello en que es “espiritual” todo movimiento que parte del interior hacia el exterior, que está inspirado por el amor incondicional, que tiene una visión global y que sirve el bien de la totalidad mayor a nivel local. En este sentido lo “espiritual” estaría vinculado a un sentimiento que trasciende las necesidades materiales más básicas. En el campo de lo místico sólo incluiríamos la experiencia interna directa: la presunta aprehensión de lo real sin que haya mediación ninguna entre el experimentador y lo experimentado.


Llegados a este punto toda transmisión de la experiencia por medio de las palabras no es la experiencia misma. Es aquí donde las palabras, dentro de su contexto subjetivo, se vuelven poéticas y, como tales, puramente simbólicas, como diría un tal Maestro Eckhart: “El ojo en que veo a dios, es el mismo ojo en el que dios me ve. Mi ojo y el ojo de dios son un sólo y mismo ojo, una sola y misma visión, un sólo y mismo conocimiento, un sólo y mismo amor”… Con la misma dificultad de transmisión se han encontrado místicos cristianos como Teresa de Ávila y Juan de la Cruz, o sufís como Rumi, Djami, Indries Shah, o el indú-islámico Kabir. Sus escritos poéticos son sólo evocación y pálido reflejo de la supuesta realidad experimentada.





Esta experiencia interna ha sido llamada según las diferentes tradiciones, dioses, transcendencia, el ser, la iluminación, el estado búdico, satori, nirnava, conciencia crística, el fanâ, la revelación, el yo superior, la supraconciencia, el samadhi, etc… A la luz de la historia, de la reciente aproximación entre oriente y occidente y de la multiplicación de experiencias internas de muchas personas, me atrevería a firmar que hoy día el “conocimiento interno” y la “experiencia mística” no son sino un potencial común a cualquier ser humano al margen de su universo de creencias personales. El campo de lo “metafísico” ha dejado de ser patrimonio exclusivo de teólogos, sacerdotes, monjes, gurús, yoguis, ascetas e iniciados esotéricos. El problema que plantea esta “democratización de lo trascendente” es el de la verificación de su autenticidad o inautenticidad y la integración de su profundidad. El científico, como profesional de la Ciencia, formula teorías e hipótesis y, hasta cierto punto, es controlado por la comunidad de científicos. Pero, ¿cómo se reconoce a un “profesional de la espiritualidad” y cómo puede ser controlada su autenticidad y profundidad? No basta con que tenga seguidores, ya que debe ponerse en duda su eventual objetividad legitimadora. Es aquí donde cada persona no puede sino remitirse a la subjetividad de su propia experiencia interna, corroborándola con las de otras personas y grupos que le sirvan de espejo.


Ken Wilber, tras referirse a Marx, Freud y Habermas, elogiando su aportación fundamental emancipadora en los campos de la crítica económica-histórica, sexual-emocional y de la acción comunicativa, respectivamente, se lamenta de que todavía no se ha hecho un análisis que estudie “las opresiones de la espiritualidad, la represión de la trascendencia, la política del Tao y la negación del Ser por parte de los seres”. Pero parece que su llamada ha tenido eco y quizás, vayan apareciendo trabajos unificadores desde las diferentes disciplinas, como así es observable desde hace tiempo, que al criticar los postulados mismos en que se basa tanto la Ciencia como la Espiritualidad conocida, en su amplitud de manifestaciones, vayan eliminando los obstáculos para una comprensión más global, auténtica e integral de lo real.


Flan Sinnata





viernes, 3 de diciembre de 2021

MULTICULTURALIDAD

 “No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes: quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado (…). En las colonias, la verdad aparecía desnuda; las metrópolis la preferían vestida; era necesario que los indígenas la amaran (…). La élite europea se dedicó a fabricar una élite indígena”.  

 

Sartre dice esto a propósito de la colonización de Argelia por Francia (y del mundo por la cultura europea), en el prólogo del libro de Franz Fanon “Los condenados de la tierra “. Pero la colonización no es un fenómeno exclusivamente occidental sino mundial y ancestral, porque desde la noche de los tiempos el Mono Sapiens siente curiosidad por conocer, explorar nuevos territorios y conquistarlos (¡qué HDP y cabrón que es!). Y a partir de estos territorios forma jerarquías, poderes, países, estados e imperios. Y eso trae como consecuencia la coexistencia entre culturas colonizadoras y nativas, con la consiguiente multiculturalidad. 

 

Estas afirmaciones serían un poco fatalistas e irían en la línea de la visión racional de la Historia de Hegel, en la que la razón rige el mundo y la Historia Universal transcurre racionalmente: el hombre es un ser pensante y por eso, más que Historia, lo que hace es Filosofía de la Historia al contemplarla filosóficamente. Así, siguiendo el procedimiento científico hegeliano, la supuesta libertad humana sería fatalismo y la multiculturalidad sería un destino ineludible. Este fatalismo también iría en línea con la visión determinista del materialismo histórico al hablar del inevitable advenimiento de la sociedad comunista como consecuencia de las contradicciones del capitalismo (aunque esto parece que está tardando, mecachis).

 

Dejándonos de zarandajas fatalistas y deterministas sobre el “final de la Historia” de Hegel y Marx (Fukuyama es un pringao que les copió la idea), hablar de multiculturalidad es hablar de colonialismo e imperialismo. Pero estos conceptos son distintos y provocan distintas actitudes. Por ejemplo, el colonialismo es un concepto chungo y lleno de carga peyorativa, porque implica imperialismo, opresión y conquista. Pero en cambio la multiculturalidad es un concepto molón y “modelno” a tope porque indica diversidad, progreso, tolerancia, diálogo de civilizaciones (¿o era alianza?), avance económico y social, apertura de mente y mil cosas más. Todas positivas, claro. Y aquel que tenga una opinión distinta es un troglodita, además de supremacista, racista y xenófobo. Vale. Pero ¿es esto así? 

 

La respuesta a esta pregunta está en los distintos puntos de vista según las ideologías políticas. Por ejemplo, desde el análisis marxista tradicional, la multiculturalidad no sería tan importante como la desaparición de la división social entre burguesía y proletariado, entre clases explotadoras y explotadas. Y por eso el internacionalismo marxista obrero terminaría con los problemas de la agrupación de los seres humanos en etnias, pueblos, naciones y países, que serían procesos impersonales que no controlan y que, para más inri, son constructos y relatos artificiales impuestos por las clases dominantes a lo largo de los siglos. La posición en el sistema de producción social y la relación con los medios de producción serían más importantes que las distintas culturas. Por eso la izquierda es más globalista y multicultural que la izquierda.  

 

En una línea parecida a la marxista estarían los autores de la teoría decolonial, que hablan de la retórica y falsa multiculturalidad de Occidente como reflejo de la opresión y destrucción de culturas colonizadas por él. Así, Houria Bouteldja habla de la impostada multiculturalidad de un Occidente colonial, capitalista, imperialista y eurocéntrico que comete epistemicidios culturales y destruye cosmogonías. Y Enrique Dussel, que hace un pensamiento crítico transmoderno, critica la modernidad occidental que impide el desarrollo de otras culturas y habla de la necesidad de liberarse de esa “monoculturalidad occidental hegemónica”. 

 

Ante esta tensión irresoluble entre la pulsión identitaria de Occidente y la pulsión multicultural de las culturas colonizadas, los conservadores y tradicionalistas afirman que la multiculturalidad podría ser una amenaza a las identidades de las naciones y países, porque causaría una disminución de la cohesión social y la dilución de su identidad. Y ésa es una de las razones del auge de los movimientos reaccionarios e identitarios en Europa y USA (y en otros países). Estos movimientos reivindicarían las raíces culturales históricas y sociales, lo cual chocaría frontalmente con la multiculturalidad. Y por eso la derecha es menos multicultural y menos globalista que la izquierda (Hungría y Polonia se habrían pasado de frenada). 

 

Entre estas dos posturas, aparentemente irreconciliables, habría otras más posibilistas y pragmáticas. Y aquí me viene a la memoria el krausismo español, cuya influencia modernizadora en la España del XIX se tradujo en la Institución Libre de Enseñanza (Julián Sanz del Río y Francisco Giner de los Ríos). La filosofía del derecho krausista apuesta no tanto por la europeización, como por la universalización y humanización de la filosofía del derecho tradicional. De este modo el proyecto de Europa no sería necesariamente occidental e imperialista, sino progresista, tolerante, armónico con otras culturas, no paternalista y conciliador. 





 ¿Hay culturas más multiculturales que otras a lo largo de la Historia? Pues a según y depende, unas más y otras menos. En el Imperio Persa había mucha tolerancia con las distintas etnias y culturas bajo su poder, pero Alejandro Magno acabó con su multiculturalidad (Alejandro, otro cabrón imperialista). El Imperio Romano fue multicultural “de aquella manera” con los distintos pueblos colonizados y su multiculturalidad seguía el lema “si vis pacem, para bellum”. Por eso acabó regulín regulera (Julio César fue poco multicultural con Vercingetorix). El Islam no fue especialmente multicultural, se extendió a sangre y fuego, no con flores y besos, y cobraba la yizia, un impuesto especial a los no musulmanes. El Imperio azteca era poco multicultural con los Totonacas y Tlaxcaltecaspueblos avasallados y sojuzgados por los mexicas. Por eso estos pueblos oprimidos se aliaron con Hernán Cortés (este cabrón de Cortés no sé si era multicultural, pero diplomático y maquiavélico, un rato). Poco multiculturales fueron los descendientes de los colonizadores british del Mayflower con los indios, a los que, además de apiolarlos, les dejaron clarito que su destino era quedarse en las reservas con sus casinos y sus performances para turistas (los cuatro que quedaron vivos y alcoholizados). Y ya en pleno colonialismo europeo, los imperios europeos fueron poco multiculturales. El rey belga Leopoldo II no se anduvo con miramientos en el Congo, como tampoco lo hicieron los ingleses en la india con los hindúes o en Australia con los aborígenes. Ni los franceses con sus colonias de la actual Francofonía. Por no hablar del imperialismo soviético, que sería superado y mejorado por el actual imperialismo de USA (con permiso de China, claro).  Pero no todo es imperialismo chungo:  Nueva Zelanda es el ejemplo perfecto de la fusión y convivencia entre la cultura maorí y la occidental. Y en Singapur conviven culturas asiáticas y europeas. 

 

 ¿Y cómo andamos hoy de multiculturalidad en el planeta? ¿hay un límite o porcentaje máximo de personas de distintas culturas a partir del cual la estructura y tejido social se resiente? ¿son todas las sociedades igual de multiculturales? Pues también a según y depende. Occidente se ve moralmente obligado a ser multicultural por su reciente pasado colonial: sería una especie de deuda histórica con sus pueblos colonizados y reconocimiento de su culpabilidad. Esta multiculturalidad occidental supone la coexistencia de distintas culturas, pero coexistir no es convivir y es frecuente que las distintas culturas no cohabiten, sino que lleven vidas paralelas y separadas, influyendo poco unas sobre otras sin ser permeables a las demás. Por eso en Europa hay zonas “no go” o guetos donde se agrupan personas no muy multiculturales que digamos y con pocas ganas de integración. Aunque este dato es discutido por la izquierda, que dice que esto no es verdad sino alarmismo, posverdad y fake de la ultraderecha. 

 

China no parece muy multicultural con los uigures, tibetanos y hongkoneses (estos cabrones no quieren ser comunistas, mecachis).  Y Taiwán está calentando, no vaya a ser que el slogan “"un país, dos sistemas" de Deng Xiaoping se lo expliquen según les meten algún portaviones en Taipéi (mientras tanto, los chinorris explican al mundo su imperialismo económico). Otra afirmación discutible, claro, y algunos foreros dirán que esto es fake también. 

 

¿Es el Islam multicultural con Occidente? Bueno, Líbano podría ser un ejemplo de multiculturalidad…cuando no están a hostias entre ellos. Hamás, Hezbollah y los talibanes son poco multiculturales y los pirados fundamentalistas de Al Qaeda, ISIS y Al Shabaab necesitarían un curso acelerado de multiculturalidad (amén de las teocracias islámicas como Arabia Saudita, Irán, etc.). En cambio, el Islam en Indonesia es multicultural con otras religiones. 

 

Aunque Samuel Huntington hablaba del choque de civilizaciones, lo que hay es un choque de estadios evolutivos o fases históricas de todas las civilizaciones: la mágico-mítica, la filosófica y la técnico-científica (como decía Augusto Comte). Cada cultura está en su fase histórica y por eso hay un choque cultural entre el Islam (fase mítica y religiosa) y Occidente (fase técnico-científica) y no hay choque cultural entre Japón o Corea del sur y Occidente (ambos en fase técnica científica). 

 

Sea como sea, la multiculturalidad ha llegado aquí para quedarse. Y hay que vivir con ella (o a pesar de ella). Las espadas siguen en alto y hay controversia entre partidarios y detractores. Al final la multiculturalidad es consecuencia de nuestra historia. Y la historia no se reescribe. Eso sería hacer un Ministerio de la Verdad de George Orwell cuando decía que “quien controla el pasado y la historia, controla el presente y el futuro”. Y controla la verdad, o sea, el relato: el relato de la multiculturalidad en este caso. Y la verdad es que las posibilidades son infinitas y no hay fin de la historia ni fatalismo ni determinismo histórico. El futuro está abierto y se llama Mono Sapiens Multicultural. Como cantaba Ana Belén "ven, contamíname y mézclate conmigo".