jueves, 12 de julio de 2018

TARAS, DEFECTOS E IMPERFECCIONES


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Se dice que la perfección no existe, del mismo modo que también hay quien matiza y argumenta que, si bien es cierto que no existe, sí que existe, o debe existir, su persecución y su búsqueda continuas. Y aún sabiendo que nunca se podrá alcanzar, hay que tratar de buscarla. Solo así se consigue que las cosas sean mejores de lo que son, y que un mundo mejor esté cada día más al alcance de todos.

Bueno, de todos aquellos que buscamos un mundo mejor porque creemos que se puede alcanzar.
Para los que se conforman con este, de nada valdrá decirles algo al respecto.
Unos prefieren seguir así, otros creen que no vale la pena buscar nada distinto o mejor, e incluso los hay que decidieron hace tiempo dejar de perseguirlo, pues tienen por creído que es imposible cambiar este.

Esa masa la forman los traidores, los que se rindieron, o aquellos otros que no tienen fuerzas ni ganas para seguir su búsqueda. Y algo de razón tendrán porque, si existiera la posibilidad de encontrar la perfección, el ser humano como tal desaparecería, pues hallar la perfección significa que la obra se habrá acabado.

Pero tratar de crear un mundo mejor, no significa que se quiera la perfección, ya que somos conscientes de que esta no existe. Tan solo se trata de buscarlo y de encontrarlo para después iniciar el camino y las acciones precisas para que se quede, e incluso que se mejore. Se llama mejora continua, y eso lleva parejo mejor calidad de vida, y más y mejor justicia.
Existen dudas y controversias respecto de que esa perfección no exista en ninguna de nuestras parcelas de vida. Por ejemplo, la naturaleza. ¿Es perfecta la naturaleza, o también tiene sus defectos e imperfecciones?

Ahí está el gran debate. Unos afirman que la naturaleza es fractal, por lo tanto imperfecta, mientras otros dicen que es perfecta, echando mano del cuerpo humano, por ejemplo, o argumentando que todo aquello que la naturaleza produce, es símbolo y síntoma, además de ejemplo, de perfección.
Lo único que sucede, es que es el hombre, el ser humano, el que hace que la naturaleza parezca, o sea, imperfecta. En aquel lugar en la que el ser humano pone su mano, convierte automáticamente todo en imperfecto, manipulando de tal manera, que la destrucción es el resultado de todo, por lo que se puede considerar que la perfección existe en la naturaleza, pero que cuando interviene el humano, está se vuelve imperfecta y contamina esa imperfección en todo su alrededor, lo que hace que el deterioro de todo aquello que iba para ser excelencia o pureza, acabe por ser podredumbre y miseria.

Porque, si tomamos como ejemplo de perfección al cuerpo del humano, podemos comprobar cómo se produce esas destrucción consentida e irresponsablemente planificada, así como asumida como natural o necesaria para la evolución. El cuerpo es de por sí naturaleza pura, es ejemplo de perfección, y tiene un funcionamiento que es perfección, pero es el ser humano el que lo destruye, lo deteriora y lo falsifica hasta niveles inconcebibles e inhumanos.
Hasta es perfecto su grado de deterioro natural, pero es el ser humano el que acelera esa destrucción, produciendo malignidad tanto en su cerebro como en el resto de las funciones corporales, tales como la sangre, los huesos, la piel, el aparato digestivo o el respiratorio. Todo es destruido por el ser humano y está en permanente modificación para alcanzar mayores cotas en asuntos de imperfección, deterioro y destrucción, aunque a eso se le considere avance o progreso en temas relacionados con evolución de la especie.

En efecto, la perfección no existe, pero en el caso de que fuera posible, siempre estará ahí el ser humano, dispuesto a degradar, destruir, modificar maliciosamente, o sencillamente prohibir, el que se busque algo mejor para las personas. Porque, si cogemos al cuerpo humano como ejemplo de perfección, en cuanto a su funcionamiento, y somos capaces de maltratarlo a niveles tales como hacemos a día de hoy, ya nos podemos imaginar de qué seremos capaces de destruir, de nuestra capacidad para romper con todo y de todo, cuando hacemos daño a aquello que nos produce dolor y malestar. Si hacemos tal cosa, ¿cómo no vamos a ser más crueles aún con todo aquello que, en apariencia, no nos produce dolor? Por ejemplo, los animales, las plantas, la naturaleza en general. Eso, aparentemente, no nos produce daño físico (o eso nos creemos), por lo que maltratarlos o destruirlos, nos es cosa fácil y lo hacemos sin remordimiento alguno y sin ningún tipo de sensación de dolor.

Yo creo que la naturaleza alcanzará todo su esplendor en cuanto a perfección, el día en el que esta se revele y nos ponga a todos en nuestro lugar. Ese día habremos alcanzado la perfección. Y como toda perfección significa que la obra está terminada, ya podemos imaginar cuál, cómo y cuándo, será nuestra destrucción, cuál será nuestro final, e incluso cómo será este. Ahí habremos encontrado definitivamente la perfección, pues será la naturaleza la que nos la indique y nos la enseñe. Será algo así como si nos dijera la naturaleza lo siguiente:

 “NUNCA ME BUSCÁSTEIS, TUVÍSTEIS LA OPORTUNIDAD, Y LA ÚNICA FORMA QUE TENGO DE MOSTRARME ANTE VUESTRA INEPTITUD, VUESTRA TERQUEDAD Y VUESTRA IGNORANCIA, ES ESTA”.

The end.


Tititokokoki