martes, 27 de septiembre de 2016

LA CASA DE LAS CHIVAS

En 1968, el dramaturgo Jaime Colom estrenó en el Teatro Moratín de Barcelona su obra “La casa de las Chivas”, obra de enorme éxito de público y crítica. No sé por qué extraña razón, me ha venido a la cabeza este drama al tiempo que pensaba en las vicisitudes que actualmente atraviesa el PSOE.

En aquella obra, un padre con sus dos hijas viven enclaustrados en su vivienda requisada por unos militares en plena Guerra Civil. La madre, “La Chiva”, está físicamente ausente de la casa pero continuamente presente (de una forma bastante idealizada) en el imaginario de la familia. Un nuevo soldado llega a la casa y de él se enamoran las dos hermanas. El enfrentamiento entre ellas estalla por este libidinoso motivo. Y la batalla se resuelve con el suicidio de una de las dos.

No sé cómo explicarlo, pero siento como que la cúpula del PSOE se parece a la casa de las Chivas lo que una gota de agua a otra gota de agua. Lo que no sé muy bien es establecer las analogías pertinentes entre los personajes de la obra de teatro con los respectivos del PSOE, pero creo que la culpa no la tengo yo sino el partido de Pablo Iglesias Posse, que no hay forma de desentrañarlo en su incierta mismidad.

No sé si Pedro Sánchez es el nuevo soldado del que se enamoran las hermanas o la hermana que se suicida por el amor edípico a una madre ausente que (tampoco lo sé) puede que sea Pablo Iglesias Posse o por el amor platónico a otro ser más presente que bien puede ser Pablo Iglesias Turrión. O, vete tú a saber, igual Pedro Sanchéz es la hija suicida que consumió su último hálito de vida bebiendo los vientos por el soldado del cambio.

El caso es que el PSOE se me parece mucho a la casa de las Chivas. Vive encerrado en su sede de Ferraz, requisada por barones y viejos elefantes, enredado en un mar de incertidumbres, amores, desamores, anhelos y pasmos. Mientras tanto, Mariano Rajoy se fuma un puro y buena parte del personal se afana en buscarle la salida al laberinto español.

Nos falta la Venus del espejo (en la que se inspiró Gonzalo Torrente Ballester para crear a Marfisa), aunque se va adivinando, para que el PSOE pase de ser la casa de las Chivas y se convierta en El Rey Pasmado.

Habrá terceras elecciones.

Croniamental

viernes, 23 de septiembre de 2016

Envidia

La envidia, es sana.

Así es. 
En los tiempos que corren, tener envidia de otros, es muy sano. Lo que sucede es que esa envidia sana no se convierte en algo más sano aún.

Sin entrar en detalles de quienes son los que están al frente de decisiones importantes, lo cierto es que hay que sentir envidia. ¿Por qué no puede ser así en todo el territorio nacional?

Sentir envidia de Aragón, de Madrid, o de Valencia, por citar a algunas Comunidades Autónomas, es ciertamente saludable. En Aragón (Gobierna el PSOE en coalición con la Chunta Aragonesista) acaban de aprobar que ninguna familia que baje de los 1.500 euros de ingresos mensuales se pueda quedar sin luz, gas ni agua. 

Un ejemplo de solidaridad y un ejercicio de comprensión hacia las familias necesitadas. 
Sin embargo, no se siente envidia por el recurso que el Consejos de Ministros del Gobierno Central ha interpuesto contra esa medida del Gobierno de Aragón. 
Ahí se ve en manos de quién estamos y quién nos gobierna en este putrefacto país lleno de idiotas.

Por otro lado, Madrid. Saneada la deuda y puesto patas arriba mucha de la corrupción que asolaba a la Capital, es otro caso de envidia. 
Valencia también tiene su razón para sentir envidia del Gobierno que está rigiendo aquellas tierras machacadas por los abusos de los que ostentaron el poder por aquellos lares durante estos últimos años. 
Décadas desprestigiando a Valencia y aún hay gente que les vota. ¡Malditos sean!

Cádiz es otro motivo para sentir envidia. 
El País Vasco en su conjunto, también, 
¿y por qué no nombrar a Barcelona, cuna de ejemplos de cómo gestionar y cómo hacer mejor política?

Pero esa envidia también la sentimos algunas personas, gallegos principalmente, de algunas ciudades gobernadas por fuerzas políticas alternativas al PP. A Coruña, Santiago de Compostela, Ferrol, Allariz o la capital pontevedresa que declaró a Rajoy “persona non grata”.

Muestras de cómo se puede gobernar bajo el entendimiento de varias fuerzas políticas y de cómo es posible cambiar la actual marcha hacia la podredumbre y la desolación que promueven los del PP.

El margen de maniobra que dejan estos populares es muy amplio y da lugar a cambiar muchas cosas. Muchas cosas que, por justicia, corresponde cambiar y que, por necesidad, es urgente dar un vuelco. Las posibilidades de cambio son enormes. De tan mal que lo hicieron, ya sólo cabe un camino: cambiar para que todo cambie. 

Ellos, los del PP, pretenden que nada cambie. Si acaso, que cambien los márgenes que tienen para delinquir, apostando por nuevas técnicas y nuevas maneras, que serán detectables por la opinión pública pasado mucho tiempo, lo que ayudará a que salgan de nuevo impunes y lo que les beneficiará de forma monstruosa a sus fechorías y maldades.

En Galicia sentimos envidia. Sí, sentimos envidia, somos envidiosos de aquellos que supieron echar al PP de las más altas cotas de poder y de las Instituciones. 

En Galicia, muchos estamos rabiosos de tanta envidia que sentimos. Ahora sólo hace falta que nos acompañen aquellos que ven inviable pactos, aquellos que, por intereses exclusivos de partido, ponen trabas a cambios que anunciaron ser adalides en campaña electoral, y principalmente para dejar al descubierto a aquellos que también se postularon para el cambio pero que, al postre, se descubrirán como las patas que necesita el sistema que pretenden seguir imperando de manos del PP. 

¡Malditos sean los de Ciudadanos!

Este último día de campaña electoral, los gallegos sentimos envidia sana de aquellos que supieron cambiar, y especialmente de aquellos que, además de cambiar, echaron al PP.
Otro deberían usar el día de reflexión para ver si es más conveniente sentir envidia sana o si prefieren apostar por votar a quienes no producen envidia alguna y que sólo pretenden seguir machacando y saqueando. Que reflexionen, que reflexionen, que para eso se hizo ese día.

¡Qué envidia tengo!

Tititokokoki


miércoles, 14 de septiembre de 2016

LA LLAVE DEL DESBLOQUEO POLÍTICO: EL RESPETO A LA PLURINACIONALIDAD DE ESPAÑA.

Desde mi punto de vista, lo más apasionante y determinante para el futuro de España (y consecuentemente, de los españoles) es lo que se ha dado en llamar la cuestión territorial y la capacidad, o no, de llegar a un pacto de investidura con los llamados partidos nacionalistas que, al parecer, devinieron  independentistas (a consecuencia del concepto “constitucionalista” y jacobino del Estado que, de forma pétrea y acerada, defienden PP, PSOE y Ciudadanos).

En primer lugar, hay que diferenciar entre dos conceptos: nacionalismo e independentismo. Son dos conceptos nada afines entre sí. El nacionalismo alude a una serie de cuestiones culturales, raciales y lo que a ello se pueda añadir, para marcar la diferencia identitaria de  un territorio respecto a los demás, presuponiendo que la naturaleza del nacionalista es superior en todos los sentidos a la de los demás y, por tanto, impermeable a cualquier tipo de mestizaje. El independentismo, en cambio, es la manifestación del deseo de separarse de un Estado que está haciendo la puñeta (subjetivamente) al conjunto de la ciudadanía que se quiere independizar. El nacionalismo es inmanente, mientras que el independentismo es contingente; es decir, el nacionalista lo será siempre (incluso, en contra de toda evidencia), mientras que el independentista lo será o dejara de serlo, dependiendo de la relación que el Estado mantenga con su territorio.

Hoy, en esta España incapaz de aglutinar una mayoría que facilite la gobernabilidad a través de un candidato que suscite la confianza de las fuerzas políticas representadas en el Congreso de los Diputados, el eje izquierda-derecha (que ya de antes había sido superado por el de arriba-abajo) ha perdido todo su significado y vigor frente al eje soberanista-antisoberanista.

Sin perder el tiempo en insistir en el desmontaje del falso mito de la nación española secular (ya sabemos que el único intento de hacer del trozo que nos toca de la península ibérica fue la Constitución de 1812, brutalmente abortado por la monarquía borbónica y sus cómplices, nos consta que los gobiernos centrales de Madrid han dado siempre la espalda a la realidad plurinacional de lo que podría ser la España moderna, integradora, diversa y solidaria, que todos los demócratas desearíamos.

Pero los herederos de Cánovas y Sagasta (PP, PSOE y Ciudadanos) se niegan a darle un mínimo de espacio político a los partidos líderes en Catalunya y Esukadi. Tremendo error, pues, como es bien sabido, es el sujeto con el que tienes un conflicto el primero al que has de ofrecerle un lugar en el espacio común (si es que quieres que así lo sea).
El independentismo solo se combate con la democracia, con el respeto, con la capacidad de ofrecer un pacto común ilusionante para todos; es decir, con un referéndum y un nuevo pacto social.

España se construirá como país, como nación, cuando abra sus puertas a otros países y naciones que hoy no quieren seguir con ella porque se les falta al respeto. Así de simple. De tal manera que se llegará a un acuerdo de gobierno cuando todos y cada uno de los partidos de este país entiendan de qué va este país (y la historia del Mundo, en general).

Croniamental

martes, 13 de septiembre de 2016

Los malos


Rajoy contra los malos.

¡Lo que nos faltaba! 

Anda Rajoy por Galicia apoyando a su posible sucesor en Génova. 
Y anda buscando a los malos. Sí, los malos. ¿Y quiénes serán para Rajoy “los malos”? 

Es evidente que todos los que no sean él, o que no pertenezcan al PP. ¡Pues quién lo diría!

Hay que ver con qué prepotencia y soberbia se maneja este pobre hombre. 
Decir que los malos son aquellos que se oponen a que sigan imponiéndose las políticas austeras, injustas e inhumanas del PP, es mucho decir. 

El que protagonizó la etapa de la historia más denigrante para los españoles, llama malos a todos los que son contrarios a él y a su partido. 
El que es conocido por ser el mayor mentiroso de la nación, dice que los malos son todos los demás. 

Los que le persiguen indicando con el dedo al mayor trapacero, los que no quieren cooperar con él en un nuevo Gobierno para este país porque es el máximo representante de la corrupción existente en su partido, en aquellas Comunidades Autónomas en donde gobiernan, en los Ayuntamientos en los que tienen la alcaldía o en las Diputaciones que ostentan, son los malos. 
Todos aquellos que representan el antagonismo en políticas económicas y sociales, en malignos e innecesarios recortes, en la privatización de la Sanidad, en el maltrato a la Educación y en la manipulación de la Justicia, son los malos.

Sí, todos aquellos que no tragan con que el PP vuelva a gobernar a los españoles, por lo que representan de falsedad, de zafiedad e indecencia, son los malos. Los malos con todos los demás menos Rajoy. Todos son malos menos el PP y sus integrantes. Todos los que se niegan en rotundo a que el PP siga defendiendo a los corruptos que tiene en sus filas, en sus pueblos y ciudades, metiendo la mano en la caja de lo común, son los malos y Rajoy anda persiguiéndolos por Galicia.

¿Perseguirá también a Marcial Dorado, el amigo narco-traficante de su colega Feijóo? 
Y a Baltar, ¿lo visitará con una pareja de policías para llevárselo por malo? Seguro que no. 

A esos, ni tocarlos, porque para Rajoy, esos y algunos más que tienen mucho que decir si se les lleva la contraria y no se les protege al más puro estilo omertá, esos no son malos. 
Los malos son todos los demás.

Los malos, ¡ay los malos! ¿Qué entenderá Rajoy por malos? Para este corto hombre, malo es todo aquel que no participa del pastel que se reparten entre ellos todos los años, y legislatura tras legislatura. 
Para Rajoy, todo el mundo es malo menos aquellos que le siguen la corriente, los que le hacen la pelota y los que le ponen alfombra roja a su paso. 
Todos son malos para Rajoy menos los que comen de la tarta de las privatizaciones asquerosas y repugnantes, ladronas y esclavizantes.

 Para Rajoy, todos son malos menos los que no le niegan sus mentiras ni se le enfrentan a sus engaños. Tampoco lo son los que le siguen el juego del trile que tanto le gusta practicar. Y si le dejan ganar, tampoco son malos. 

Esos son los buenos.

Para Rajoy, los malos son aquellos que no se prestan a que las entrevistas sean con preguntas concertadas. Para esos, ¡plasma que te crió!, los ninguneo y los ignora. 
No sirven a su causa. Rajoy anda por Galicia buscando malos, los señala con el dedo a la vez que guiña el ojo izquierdo, descubriendo con ese tic su mentira y su falsedad. 
Rajoy anda por Galicia cual Santa Compaña. Anda Rajoy por Galicia a la caza de brujas como alma en pena. 

Está Rajoy en Galicia buscando malos. Y lo más penoso de todo, ¿saben que es? Que todavía no se encontró a él mismo para darse cuenta de una vez por todas, que el único malo que hay por aquí, es justamente, él. 

Después de todas sus atrocidades, insulta a la inteligencia de las personas decentes al andar buscando por ahí a los malos, cuando realmente, el hombre más malo jamás conocido, es él. Ojalá un día se encuentre.

¡Qué pena de hombre, qué pena!


¡Maldito sea!

Tititokokoki

domingo, 11 de septiembre de 2016

VÍCTIMAS, MUCHAS VÍCTIMAS. DEMASIADAS VÍCTIMAS.

Buenas de nuevo. 

Como todos los Domingos, entre ponerme a escribir y con la cocina pendiente para preparar las viandas para los invitados, no consigo, ningún Domingo, ir a misa. 
¡Maldita sea!, tendré que organizarme. 

No ir a misa me produce un tremendo pesar. Un pesar que llevo soportando desde que empecé a tener uso de la razón. 
O sea, desde la adolescencia, más o menos. Pecador, soy un tremendo pecador. 
Pero enfrente, hay personas que van a misa. Incluso can con mantilla y peineta, con las manos cruzadas en señal de no se bien qué y con una cara de devotos y de píos que hacen que uno sienta incontables sentimientos e inenarrables pensamientos. 

Sobre todo cuando esas personas que van a misa frecuentemente, y fiestas de guardar, llevan a sus espaldas a víctimas. 
Sí, víctimas de accidentes no aclarados, de guerras provocadas, de asesinatos de Estado, de terrorismo institucional o de desahuciados. 

Víctimas del paro permanente y víctimas de insultos a la inteligencia. 
Víctimas del grave efecto que causa la mentira descarada e impune y víctimas del otro daño no menor que causan los saqueadores, los chorizos y los mangantes de lo común. 
Víctimas del holocausto que supone emigrar y víctimas del otro desastre humano que supone inmigrar. 
Víctimas por carecer de todo y las otras víctimas que son los que observan a los que, poseyendo todo, se ríen en sus narices esclavizándolos y descarnándolos. 
Víctimas del horror invisible que supone la manipulación, la contaminación desde las instituciones públicas y desde la basura que lanzan desde los medios de comunicación. 
Víctimas de sentencias de jueces y de acusaciones de fiscales, víctimas de las otras sentencias del poder judicial que absuelven a quienes deberían encarcelar y que también son víctimas porque, a quienes deberían obligar a devolver lo robado, les envían a puestos diplomáticos o a despachos o áticos lujosos con todas sus estancias cargadas de impunidad y de libertad para seguir creando víctimas.

De alguna manera, todos somos víctimas. Unas caen ahora, otras cayeron ayer. Otras caeremos mañana. Pronto. 

Víctimas pasadas e injustamente olvidadas, víctimas en vida que sufrimos las consecuencias de la indecencia, de la prepotencia y de la soberbia de quienes obtienen el poder y que de él no saben hacer uso justo y humano. 
Víctimas a futuro que no saben que serán víctimas o que, aún sabiéndolo, luchan por sobrevivir lo máximo posible, desconociendo si serán víctimas al minuto siguiente, al día siguiente o dentro de muy poco. Pero al final, todos seremos víctimas de este estado de cosas salvaje, de esta carrera por salir adelante y de esta globalización del horror. 
Víctimas de las prisas, del consumo exagerado y exacerbado, veloz e imparable. 
Víctimas por dar por válido este régimen obsceno, zafio y tirano.

Hemos dado por hecho que todo tenga que ser así. 

Y en eso han contribuido todo aquellos poderes que buscan y persiguen el mismo objetivo, que no es otro que, aprovechando el poder que tienen, intentan, y consiguen, vivir mejor que todos los demás. Supieron colocarse ahí para no ser víctimas y para crear víctimas. Eso, los demás, las víctimas que ya fueron, las víctimas que somos y las víctimas que seremos. 
Todos somos víctimas. Todos seremos víctimas.

¡Hala, a misa!



¡Malditos sean!

Tititokokoki

martes, 6 de septiembre de 2016

ASÍ ES MUY DIFÍCIL TODO

Un cordial saludo.

Las cosas que suceden en España, no son nada buenas para nadie, exceptuando para aquellos sinvergüenzas que lo protagonizan y para aquellos que se lucran indecentemente de tales prácticas.

La vida política en este país afecta muy negativamente a los ciudadanos, los cuales, de una manera o de otra, en mayor o menor intensidad, viven este episodio que tocó vivir con sufrimiento y no sin un alto grado de resignación. 

Es terrible, realmente terrible.

Es por esto que deseo poner, negro sobre blanco, una actitud personal que, creo firmemente, define el estado de ánimo de muchas personas en nuestro país.

En primer lugar, deseo destacar el sentimiento negativo que tengo de ser español. Los que dicen representarme, son indecentes y me dejan quedar mal como español y como persona.

Soy un trabajador. Entre el espíritu emprendedor y el quehacer diario, trato de buscarme la vida todos los días. Y así llevo unos cuantos años esperando, no sin desgana y desánimo, a la jubilación, la cual no la deseo mientras tenga fuerzas y ánimos para trabajar. 

Pero todo se hace muy cuesta arriba al ver todos los días que los políticos que dicen representarme se comportan de manera atroz, salvaje, indecente, obscena, zafia y de mucha carga de falta de vergüenza. 
Así, se hace muy difícil salir ahí a fuera a la calle a enfrentarse a un mercado cargado de competencia. Así, se hace muy difícil levantarse de cama todas las mañanas y también hace costoso acostarse a dormir todas las noches con ánimo de conciliar un sueño necesario y merecido. 
Me faltan al respeto y me insultan.

Cada vez que escuchas las barbaridades que ocurren en este país, dan ganas de plantar todo, de abandonar la ciudad e irte a vivir al monte.

 Con ese grado de desmotivación, es realmente difícil tener una vida tranquila y en paz. Da ganas de cualquier cosa menos de trabajar con ilusión.

No saben bien el daño que están haciendo esta gentuza que se maneja con excesiva prepotencia y con soberbia insultantes. No saben bien el perjuicio que causan con su chulería y su chabacanería.

Si los políticos consiguieran ser decentes, quizá los españoles tendríamos una calidad de vida digna de ser ejemplo, y lo que sería más interesante, de sentirse español. Y más interesante aún: sentirse seres humanos respetados y reconocidos por sus políticos.

Esto no puede continuar así. 
O los políticos cambian y se postulan a servir al pueblo, eliminando a todos aquellos que causan todos estos estragos en sus conciudadanos, o el futuro que nos espera es el de unos salvajes que tratan de emular, como única manera de vivir, a aquellos que se lucran, indecente e ilegalmente, desde sus puestos de privilegio que no les corresponde y que no merecen. Esto puede ser que acabe en una hecatombe de consecuencias previsibles y catastróficas.

Esto es insoportable. 

Lo dice un ciudadano normal que cree representar a muchos ciudadanos de este país que sienten en sus carnes, en su cerebro, las graves consecuencias que causan los desalmados que copan las más altas esferas del poder y que no saben, o no quieren saber, hacer las cosas bien, y que sólo conocen la palabra delinquir aprovechando su paso por las élites del poder. Personas que no saben hacer buen uso de la confianza que le depositó el pueblo en urnas, no merece estar ni un minuto más, en el puesto que ocupa. 

Es más, debería ser juzgado, que pagara la culpa sin ambages y que fuera apartado de todo cargo público de por vida. Sólo así se conseguirá una sociedad justa, equilibrada, digna y útil. Lo contrario, sólo generará malestar y malvivir para una sociedad que desea trabajar en paz, vivir en paz y sentirse respetada, sobre todo en su inteligencia.

¿Por qué suceden estas cosas en este país, quién lo consiente y quiénes son sus cómplices necesarios? Desde el Gobierno, pasando por el Poder Judicial, la Prensa, determinada clase empresarial y una parte de la sociedad, son indecentes y llevan a este país a la miseria, la ruina y la vergüenza. ¡Inútiles, sinvergüenzas! Pónganse a trabajar y háganlo por el bien de todos.
Así, es difícil todo. A mi, sinvergüenzas de mierda, me están haciendo mucho daño. 

Y Así, tambiém a muchos millones de españoles. Somos personas, ¡imbéciles!. 
Somos seres humanos, ¡estúpidos!


¡Malditos sean!

Tititokokoki

sábado, 3 de septiembre de 2016

LA LIBERTAD DE PRENSA Y LA PRENSA DE LA LIBERTAD.

Son conceptos que se pueden parecer pero que definen realidades profundamente distintas.

 El stablishment, los gestores de la economía canalla (última derivada, hasta ahora, de la economía de mercado), enarbolan como primera y fundamental bandera de la democracia la libertad de prensa. 

La pregunta del millón es: ¿tiene algo que ver la libertad de prensa con la prensa de la libertad?

La libertad de prensa, entendida desde la visión de la libertad de mercado, es lo que es: la libertad para crear tantos y cuantos medios de comunicación como a cada cual le parezca oportuno y conveniente (que diría Mariano Rajoy, registrador de la propiedad cesante).

Yo me he pasado media vida dedicado a la formación de trabajadores en activo y demandantes de empleo. Siempre tuve claro que la formación la constituyen únicamente el profesor y el alumnado; sin embargo, lo que he podido contrastar en el curso de mi vida profesional es que la mayor parte de los recursos destinados a la formación no se destinan al profesor y el alumnado, sino a una serie de intermediarios que, aparte de acopiarse de la mayor parte de los recursos, hacen y deshacen a sus anchas, sin importarles una higa la calidad o la idoneidad de la formación que supuestamente gestionan.

Tengo para mí que la libertad de prensa, en innumerables ocasiones, contradice y quebranta la prensa de la libertad ¿Y qué cosa es cada una de ellas? En parte, ya lo he explicado, pero no me importa extenderme en ello.

La libertad de prensa es la posibilidad cierta de crear y dirigir un medio de comunicación, sin ningún tipo de cortapisas. Entender que un periódico, o una cadena de televisión, es una sociedad mercantil que, como cualquiera otra, está destinada a obtener el máximo posible de beneficios económicos. Lo mismo da, que da lo mismo, hablar de motos, fútbol, personajes famosos, que de política; el caso es ganar dinero y, por consiguiente, hacer lo posible para informar –sin ceñirse necesariamente a la realidad de los hechos- de lo que acontece en la medida que ello beneficie a la buena fama y propósitos del inversor.

La prensa de la libertad, en cambio, es aquella que permite a los periodistas contar lo que acontece tal y como los periodistas lo han conocido, sin cortapisa alguna, sin que el periodista se vea tentado a falsear la información por miedo a ser despedido de la empresa que le contrata.

Yo no tengo nada en contra de la libertad de prensa siempre y cuando esté subordinada a la prensa de la libertad. Y eso, en el mundo en que vivimos por estos pagos, en la dictadura de los mercados, lo veo imposible.

Ser demócrata, hoy en día, es defender la prensa de la libertad por encima de la libertad de prensa.

Croniamental