jueves, 29 de junio de 2017

LA COSA ESTÁ COMO ESTÁ.

¿Y ahora, qué?

El capitalismo más rancio y grosero campa a sus anchas con claras y aviesas intenciones de acaparar más terreno y de continuar con su vil andadura. Los neoliberales encantados de haberse conocido y aumentando sus filas a paladas todos los días, gracias a las ansias que tienen algunos por participar de algo que jamás, nunca, conseguirán. Pero ahí están, empujando, dándose codazos entre ellos para hacerse un hueco entre las élites a las que nunca, jamás, pertenecerán. Son ilusos recalcitrantes, tercos como mulas en su papel de semovientes, protegen y sostienen a un sistema que jamás, nunca, les dará algo a cambio de su inconsciente e irresponsable sacrificio. Menos aún por su ignorancia puesta ahí gratuitamente al servicio de un sistema que jamás, nunca le dará recompensa alguna.

El capital evade sus capitales y amenaza con deslocalizar sus inversiones. Ante esta presión, los neoliberales ceden presionando a la parte débil, legislando a favor de los oligarcas y desfavoreciendo a las clases bajas, medias y a las mediocres que no ven en ello un atentado a sus intereses y un robo descarado delante de sus propias narices. Estos son los que, con su apatía se convierten en cómplices y alcahuetes del sistema que a ellos también les ahoga.

Frente a este descomunal poder no existe la izquierda reivindicadora de toda la vida, no existe, el socialismo ni se le espera, no hay sindicatos, las fuerzas contrarias al sistema se dividen en espurias cuestiones personales puestas por encima del interés general, y el movimiento callejero se diluyó hace tiempo a causa del miedo impuesto, del silencio infligido y del hartazgo alcanzado a base de ir observando el implacable avance de un poder desproporcionado, devastador, arrasador  y cruel.

En definitiva, la cosa está como está. ¿Y ahora, qué?

La cosa no parece fácil, aún a pesar de que las fuerzas podrían estar sobradamente equilibradas a poco que la sociedad se elevara a protesta y paralizara todo hasta que el capital, y sus amigos de cruzada, los neoliberales, se decidieran por hacer lo de todos por encima de hacer solo lo de unos pocos. O sea, ellos a lo suyo, y nosotros, a lo nuestro.


La cosa está como está y va siendo hora de empezar a cambiarla. ¿O no?

Tititokokoki

lunes, 26 de junio de 2017

Víctimas del populismo liberal en un más que falso paraíso burgués

Vuelvo a insistir sobre el origen de la corrupción, en “casa” hay mucho corrupto, de acuerdo, pero es una mínima parte de la corrupción globalizada, mundial, universal, los del PP son… o podría decir que son, víctimas del sistema corrupto. El famoso sistema no es que se haya vuelto corrupto, el famoso sistema nace corrupto, es hijo de la burguesía liberal (no puede ser de otra manera), capaz de liquidar a la nobleza más rancia (por lo de abolengo), y no conforme con eso, destruir países enteros en busca de la materia prima para sus más sucios negocios, pero sobre todo destruir las vidas de la mayoría de seres humanos que malviven en la miseria para mayor gloria de los capitalistas.

También es verdad que cualquiera puede ser capitalista, si no se tiene ningún escrúpulo en servirse de codazos y patadas, por no citar otras armas de destrucción más contundentes, para lograr una buena posición en la carrera más sucia, que pueda existir, por llegar a lo más alto posible en una competición desigual, donde psicópatas, egoístas, hijos de… papá y demás gentuza, gozan de gran ventaja sobre los demás.

 Hablar de semovientes como si sólo existieran en este país, no es justo, el populismo, el de verdad, no el que mueve a la gente a rebelarse contra las injusticias, el que practican los partidos con nombres rimbombantes como “popular”, “ciudadano”, “obrero”, ése es el verdadero populismo, el que “engancha” a los semovientes, (self-moving, si queremos globalizarlo), ese populismo que hace subir como la espuma a la ultraderecha en Europa y a los Trumps en America-first. Pero, por desgracia, hay otra clase de semovientes, no se sabe si peores o con el mismo peligro, son los “femovientes”, esos que no son capaces de levantarse ante una injusticia, pero sí contra los que osan meterse con su dios o con su ala, con ezucrito o mojoma, o con su equipo de futbol, los femovientes (los faith-moving, globalizados) son semovientes que han perdido la única neurona que les quedaba, irrecuperables para la humanidad a no ser a base de librepensamientazo limpio. Desgraciadamente no semoviente, semo mucho más de viente. Mi típico chiste malo, para acabar.

Kashito

sábado, 24 de junio de 2017

Ni perdón, ni olvido



Este país atraviesa una era en la que se descubren día a día muchas tropelías, demasiadas indecencias y un tropel de improperios. De momento usan los medios que tiene a su disposición para tatar de tapar en lo posible sus desmanes, pero es posible que dentro de un tiempo, no sean capaces de frenar el resultado que saldrá de la indignación retenida, e incluso reprimida, que se estaba acumulando en la sociedad. La apatía actual podrá convertirse mañana en un arma arrojadiza contra los que sometieron a la población a base de censura y de abuso de poder, además de manipulación descaradísima y tergiversación malintencionada. Y no digo yo que sea una buena solución, ya que de una indignación oculta, reprimida o soportada en silencio, no pueden salir soluciones pacíficas o al menos de buen trago. Ojalá que no, pero me temo que de todo esto solo saldrán revueltas violentas y/o protestas agresivas. Tanta indignación, tanta rabia, tanta crispación contenidas durante tanta tiempo y por tantos motivos acumulados unos encima de otros, no pueden tener un final pacífico precisamente.

Pero lo más importante no será el resultado de tanta mala leche acumulada. Lo importante será saber si seremos capaces de perdonar. En ocasiones se dice que se puede olvidar, pero nunca perdonar. Incluso al revés, o sea, que se puede perdonar, pero no olvidar. Y no sé qué será mejor, o qué será peor. Lo cierto es que lo que padecemos ahora, es imperdonable. ¿Pero, qué hacer después?

En mi opinión, considero que ni una cosa ni la otra. Ni perdón, ni olvido. Todo esto por lo que nos han hecho pasar, debe quedar en las mentes para evitar que nos vuelva a suceder, y a aquellos que nos han infringido tanto daño, creo que no deberemos ni perdonarles, ni olvidarnos de ellos ni de sus fechorías. Aprender del pasado no dará lecciones a futuro, tal como decía Croni en un artículo suyo. Pero sería bueno que de esta vez sí aprendiéramos. Desde luego, la oportunidad lo merece, porque volver a pasar por estas, no es recomendable para nadie. Ni para generaciones futuras, ni por supuesto, para los que lo hemos conocido y sufrido en propias carnes. ¡Vamos, sería el colmo de los colmos!

Ni perdonar, ni olvidar. Eso sí, sin rencor. Olvidar o perdonar cuarenta años, es difícil tarea, pero estos últimos cinco,…………….

Pronto tendremos la oportunidad de comprobar qué hacemos. Si perdonamos, si olvidamos, si las dos cosas. O ninguna, vaya usted a saber……………..


Tititokokoki

miércoles, 21 de junio de 2017

La apatía

Antes de entrar en el por qué de este comentario, quiero hacer uso de la definición que da la RAE sobre la apatía.

Estado de desinterés y falta de motivación o entusiasmo en que se encuentra una persona y que comporta indiferencia ante cualquier estímulo externo”.

Pues bien, esa es el principal del comportamiento social a día de hoy en España. Es como si a los españoles nos hubieran sometido a una lenta cocción que nos produjo un enorme callo por el cual nos hemos vuelto inmunes a muchos padecimientos que, en circunstancias normales nos hubieran producido algún dolor o nos hubiera provocado algún tipo de reacción de rechazo o de enfrentamiento. Pero no es así. La sociedad española presenta signos preocupantes de dejadez, de abandono, de desidia, de indiferencia e indolencia ante todo lo que sucede en nuestro país.

La abulia y la pereza cunden, abaten a una buena parte de la sociedad. Ya no reaccionamos ante tanta barbaridad, ante los hechos que suceden día tras sí en este país. Y más allá de nuestra pasmosa pasividad ante todo lo que de malo sucede en éste país, la apatía repetitiva y constante, han terminado en un embrutecimiento de las personas, atroz y altamente maligno para una convivencia limpia y sana. Sí, la gente se ha vuelto arisca, lejana, intratable en algunos casos. La desconfianza es un modo de vida, el miedo la comparte. Nos estamos haciendo cada vez más insociables a causa de esa apatía por todo y con todo. La aspereza es un modo de relacionarnos, presentamos signos preocupantes de malhumor constante y se observa que la gente se ha vuelto más gruñona, más brusca y cerril, como más montaraz y bravía.

Y en ello están empecinados todos. Desde la clase política, quizá la principal artífice de esta maldad con la que convivimos, pero no les queda a la zaga los medios de comunicación con su programación basura y en ocasiones muy dañina para la gente, con esa transmisión de mediocridad y de estupidez a través de determinados programas, series, o periodismo poco o nada profesional.

En definitiva, que las relaciones sociales son cada vez menos asiduas y normales, y presentan un futuro nada benigno para los humanos, pues se está fomentando más el que las personas permanezcamos en esa apatía, que en formar a personas de carácter reivindicativo, social, en libertad y en integridad, en dignidad, responsabilidad, en lo respetuoso, lo participativo o lo solidario. Creo que este estado de ánimo basado en la apatía, les conviene a los poderosos para poder así manejarse más a sus anchas. Una desgracia para el país. Y para la humanidad.


Es otra de las modalidades del concepto “víctimas del sistema”.


Tititokokoki

martes, 20 de junio de 2017

LO PÚBLICO Y LO PRIVADO

Vaya por delante una afirmación impactante y utópica viniendo de un liberal confeso: todo el suelo terrestre tendría que ser de propiedad pública. Lo he dicho en un comentario de hace unos días y lo reitero: la propiedad privada de bienes susceptibles de ser considerados mercancía, sólo debería afectar a aquellos elaborados por el hombre. A los productos y servicios resultado de una inversión de trabajo y capital. Así de simple. Esto excluye el suelo, el agua, los animales y las plantas silvestres, los minerales. Por supuesto, también los seres humanos.

¿Polémico? Puede ser, si tenemos en cuenta que en todo el mundo, además de unos pocos grandes latifundistas , hay millones de pequeños campesinos propietarios de un terruño que apenas le da para su subsistencia. Pero a menudo hay que agitar la polémica para aclarar conceptos. No se puede privatizar algo que no se posee legítimamente, otra cosa es que se haya aceptado por consenso, por practicidad. La privatización de algo público, únicamente tiene sentido si hablamos de su gestión, no de su titularidad. Y la gestión privada de un bien propiedad pública no convierte a este en mercancía; el beneficio económico privado no reside en este caso en extraer una plusvalía comercial, sino en que el cumplimiento de la función pública para la que se le designó, merezca la renovación de la confianza para que siga ejerciéndola.  Si todos los recursos naturales del planeta fueran manejados bajo este criterio, en realidad daría igual que su gestión sea pública o privada.


Externalizar un servicio público no es privatizarlo. Ocurre, claro, que el gestor externo acaba por considerar beneficios privados el resultado de su gestión, si esta es positiva, y pérdidas comunes si es negativa. Esto no es la ideología de confundir patrimonio particular con patrimonio común: esto es tener mucha cara dura. Hay que proclamarlo: esto está mal, desde cualquier punto de vista, socialista o liberal…o neoliberal. Pero también hay que decir sin complejos:  la confusión proviene de una perversión interesada de las esferas de actuación de lo público y lo privado. Confusión que lleva a la falsedad de pensar que si un servicio es público, tiene que ser en régimen de monopolio, y por tanto estar ese sector sustraído a la competencia. Y viceversa, que un sector abierto a la competencia, no puede contar con una empresa pública. Puede  y debe, pues la libertad, que es la capacidad de elegir entre todas las alternativas posibles, así lo exige: que el ciudadano elija.

Mickdos

sábado, 17 de junio de 2017

ANALOGÍAS HISTÓRICAS INQUIETANTES

Los dos partidos que se han concordado para turnar pacíficamente en el poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. 

Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. 

No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos...

No lo digo yo. Lo dejó dicho Benito Pérez Galdós en Cánovas, uno de sus episodios nacionales. 

Don Benito no llegó a ver la descomposición del bipartidismo turnista que, con tanta desazón criticó hasta el último día de su vida. Él, que encabezó junto a Pablo Iglesias Posse las listas de candidatos del PSOE al Congreso de los Diputados; de aquel PSOE marxista, obrero e ilustrado (populista diría hoy su actual Ejecutiva), un PSOE principal causante de la desaparición del bipartidismo. Desaparición que, merced a la contumacia de los reaccionarios nostálgicos del Antiguo Régimen, acabó siendo conjurada por una guerra que permitió la implantación de una atroz dictadura; la cual, a su vez, nos devolvió a bipartidismo. Bipartidismo que, de un tiempo a esta parte, ha saltado por los aires gracias (entre otras cosas) a la irrupción de Podemos, partido liderado por otro Pablo Iglesias.

No sé si nuestra historia reciente es algo así como la historia de la eternidad borgiana o los cien años de soledad de García Márquez o, más humildemente, el cuento de nunca acabar. Nos falta un Pérez Galdós que nos lo explique bien.

Croniamental

jueves, 15 de junio de 2017

DEL DEBATE SOBRE LA MOCIÓN DE CENSURA

La Historia es la madre del presente, la causante de nuestras tradiciones, nuestros hábitos, nuestras costumbres, nuestras relaciones de poder, nuestros peores vicios y nuestras mejores virtudes. Quien no conoce a su madre, difícilmente se puede conocer a sí mismo; al menos, en lo que le viene de serie.

Hace ya un siglo que en el Parlamento español no se hablaba de Historia. Hay que remontarse a la época de los regeneracionistas (Joaquín Costa, Giner de los Ríos, Santiago Alba, Pérez Galdós, etc.) para conocer a parlamentarios españoles que afrontaran la ardua tarea de desentrañar los enigmas de España. Y, en aquellos años, se estudiaba la Historia en sede parlamentaria, se preguntaban el porqué de tantas frustraciones: ¿Por qué no se le escuchó al general Prim cuando reclamaba un respeto del Estado central a Catalunya? ¿Por qué se pervirtió el plan de desamortización de Mendizabal que inicialmente se diseñó para favorecer a los campesinos y acabó siendo el origen de los actuales latifundios? ¿Por qué a Cea Bermúdez se le impidió acabar con el absolutismo Borbón y. recuperar el liberalismo que surgió en 1812? ¿Por qué no se pudo consolidar la I República que abogaba por la abolición de la esclabitud en las colonias americanas y aquello supuso, en última instancia, la muerte del general Prim y la huída de Amadeo de Saboya? ¿Por qué el Antiguo Régimen (encarnado en los conservadores de Cánovas del Castillo y el partido liberal de Sagasta), consiguió doblegar sistemáticamente a los liberales que pretendían hacer de España un país libre, hermanado constitucionalmente con sus colonias americanas y con las repúblicas americana y francesa surgidas a finales del siglo XVIII?

Hoy, durante la sesión de moción de censura, Pablo Iglesias intentó retomar el discurso regeneracionista del siglo pasado, sin ningún éxito. Fue lo más interesante de la sesión, pero, no solo no  encontró a alguien dispuesto a debatir sobre el asunto, sino que no ha habido ningún medio que se hiciera eco de ello. Se ha hablado machaconamente de las anécdotas más zafias que se produjeron en el debate, se ha querido interpretar entrelíneas lo que el debate podría aportar en términos electorales, pero nadie ha entrado en el fondo de la cuestión: la explicación histórica de porqué este país va como el culo. 

A nadie le interesa nuestra historia, aún sabiendo que solo en ella se puede explicar el presente.

Croniamental

martes, 13 de junio de 2017

Las víctimas del sistema.

Todos los días los medios nos muestran una parte de las víctimas que produce este sistema implantado e impuesto en todo el planeta, en especial en aquellos países considerados avanzados y democráticos. Pero nada está más lejos de la realidad y nada de lo que dicen obedece a la realidad. Las víctimas que este sistema produce son más, muchas más que las que nos enseñan. Muertos en guerras, unos mostrados y otros muchos no, muertos en atentado con el mismo método que el anterior, pero, ¿qué hay de las otras víctimas? Por ejemplo, aquellos que regresan de las guerras con serios trastornos, o aquellos otros que sufrimos los efectos de las guerras y los atentados, aunque no participemos con el sufrimiento físico de ninguno de esas formas que producen víctimas mortales.

 Somos víctimas, sufrimos al ver que se producen muertes injustas, innecesarias en la mayoría de los casos (por no decir en todos). Por lo tanto, esas víctimas que produce el sistema, no contamos, no cuentan, al parecer.

Y es seriamente preocupante. En el caso de los militares que se forman a base de “calenturas” y “lavados”, salen eufóricos y llenos de razones para matar a otras personas, pero a la vuelta, las cosas han cambiado, y lo que sufren o padecen, son unos efectos atroces para sus vidas. En algunos casos son despreciados o ninguneados y tienen para el resto de sus vidas diferentes y diversos estigmas que no les darán precisamente una vida plácida y tranquila. El haber visto con sus propios ojos cómo morían compañeros suyos, o cómo morían inocentes a causa de las balas que disparaban o las bombas que soltaban, no les proporcionará buenas sensaciones cuando todo eso acabe y tengan que volver a sus casas, con sus vecinos, con sus amigos o para intentar llevar una vida con normalidad. Esas personas han quedado trastornadas de por vida. ¿Cómo se cuantifican esas víctimas y cuáles son los resultados para el resto de sus vidas?

Pues bien, la apariencia que presenta este sistema genocida y atroz, es la de que lo harán aún peor, eliminando a esa potencialidad de víctimas, usando la tecnología para seguir  haciendo “sus” guerras y para seguir acumulando víctimas de segunda o de tercera categoría. Habrán eliminado el adoctrinamiento sustituyéndolo por botones, por drones o por armas militares de potencialidad asesina muy superior, sin necesidad de utilizar a personas adoctrinadas y aleccionadas en cuarteles y escuelas preparadas para “lavados” de cerebro. Y así habrán quitado de la lista que se iba engordando, a las “otras” víctimas que el sistema producía, y que no contaban para el resto de la humanidad porque los medios al servicio del sistema no lo tenían en su lista de víctimas.  Eran, y son, víctimas en el silencio, pero que existían, y existen. Y  ahí seguiremos sin contar para ellos. Somos las otras víctimas, las que no contamos para nadie. Ni para nada.

¡Malditos sean!

Tititokokoki


domingo, 11 de junio de 2017

Sinceramente.

Lo cortés no quita lo valiente, según se dice, y es digno de reconocer los méritos, o los presuntos méritos, de las personas, sean estas o no de la cuerda de uno. Y es que echo de menos la asignatura “educación para la ciudadanía” de Zapatero. ¿Qué hubiera sucedido si no se eliminara aquella asignatura que propuso el Gobierno de Zapatero? Probablemente a día de hoy estaríamos en otra situación. No lo descarto. 

“La Educación para la Ciudadanía tiene como objetivo favorecer el desarrollo de personas libres e íntegras a través de la consolidación de la autoestima, la dignidad personal, la libertad y la responsabilidad y la formación de futuros ciudadanos con criterio propio, respetuosos, participativos y solidarios, que conozcan sus derechos, asuman sus deberes y desarrollen hábitos cívicos para que puedan ejercer la ciudadanía de forma eficaz y responsable”, decía uno de sus eslóganes. 

Pues creo que a día de hoy las cosas serían bien diferentes. Estos que llegaron y destrozaron todo, en especial con la Ley Mordaza y con la LOMCE, instauraron un modelo de sociedad basado en el caos y en la inmundicia, en el miedo y en la falta de respeto hacia los demás. A día de hoy es posible observar que la gente, mucha gente de este país, tiene un comportamiento más propio de bestias pardas que de personas decentes y de bien. Han introducido la prostitución de todo, y de todos. Lo han deteriorado todo. Lo llevaron a niveles escatológicos. 

Inculcaron en la sociedad la obscenidad, la zafiedad y la grosería. Lejos de lo que proponía la “Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos” de Zapatero y su Gabinete, ahora estamos en una sociedad caótica, desordenada, maleducada y camino de la mayor catástrofe humana. La mentira como manera de alcanzar el poder, la mentira como modo de gobernar, han hecho estragos en la sociedad. El palo a las conciencias y el atentado terrorista a la mente de las personas, han causado daños casi irreparables. 

No sé si será posible erradicar tanto mal infringido, pero si ello fuera posible, recomendaría que se hiciera cuanto antes, pues las consecuencias a futuro son imprevisibles bajo este estado de cosas que suceden en este país. Y no solo a nivel social, sino a nivel Institucional, lo que agrava aún más la situación, ya de por sí preocupante y perniciosa para los intereses generales. 

¡Malditos sean!

Tititokokoki

miércoles, 7 de junio de 2017

La empatía. Cómo ponerse en el lugar del otro. 2ª Parte y final.

En efecto, creo que el uso de la empatía, llevada hasta el extremo de la práctica, podría ser el motor principal de un cambio sustancial en este país. Un cambio en profundidad por lo que supondría del conocimiento del ser humano en todos sus ámbitos de actuación.

Y un ejemplo que me llama poderosamente la atención, es la clase política. Y no solo esta, sino también la empresarial, el poder judicial, los medios de comunicación, e incluso los semovientes. ¿Qué tendrán en la cabeza?

Ponerse en el lugar de Rajoy, por ejemplo, no sería malo para intentar conocer qué piensa y por qué actúa así. Ponerse en el lugar de un político corrupto, o hacerlo con un fiscal mentiroso, tampoco tendría desperdicio.

Todos deberíamos tener la oportunidad de ponernos por un tiempo, en el lugar de uno de estos que saquean y esquilman al país, en el pellejo de quienes legislan y de quienes mienten. Podríamos llegar a muchas conclusiones, unas válidas y útiles, y otras sorprendentes.

Por otro lado, también estaría bien, pero que muy bien, que esa práctica se realizara al revés, y fueran ellos, los políticos, los que supieran ponerse en el lugar de los ciudadanos que sufren los embistes de las decisiones  que toman los políticos, que condenan y aborrecen la corrupción, o que padecen la violación permanente de quienes abusan del poder. Que se pongan, a ver qué piensan y qué deciden.

Pero mucho me temo que mi deseo es inútil, porque creo que a mucha gente de este país, la palabra empatía le suena a chino, y que su práctica a todos los niveles, les produce dolor de cabeza, o como mínimo, apatía. De hecho, creo que a los políticos, a los poderosos, a los semovientes, la empatía les debe de parecer algo más difícil que el origen de la palabra, tanto en griego como en alemán:  ἐμπαθής ó "Einfühlungsvermögen".

Pues eso, que nos vamos a tomar por culo. Por estúpidos o por apáticos.  

Tititokokoki

domingo, 4 de junio de 2017

La empatía. Cómo ponerse en el lugar del otro. 1ª Parte.

La empatía es una habilidad de la que carecen muchas personas. Ponerse emocionalmente en el lugar de otra persona, no es una práctica habitual en el quehacer diario. Si acaso se usa mucho en los negocios, en las relaciones comerciales, incluso en la profesión de la abogacía o en la judicial, pero poco más allá. Y sería una práctica que podríamos poner en marcha en nuestras vidas. Solo así podríamos entender muchas cosas que pasan a nuestro alrededor y podríamos alcanzar a comprender el por qué de muchas cosas que suceden. Incluso podríamos evitar otras o conseguir que otras muchas fructificaran.

Ponerse en el lugar del camarero, por ejemplo, o del albañil, del taxista o de la cajera del supermercado, no serían malas prácticas.

 Más bien al contrario. Nos ayudarían a comprender y a entender muchas cosas. También sería interesante y útil que sucediera al revés, o sea, que esos profesionales, y todos los demás, se pusieran en el lugar contrario. Imaginemos, por ejemplo, que el cornudo se pone en el lugar del corneado, y viceversa. ¡Cuántas cosas cambiarían! Mejor dicho, ¿Cuántas cosas cambiarían? O el estafado en el lugar del estafador, y viceversa.

La empatía consiste en hacer uso de la capacidad cognitiva para percibir qué piensa la otra persona, llegando a deducir gran parte de su comportamiento, participando de su manera de pensar, y concluyendo en conocer el por qué de sus actos. Pues no estaría de más que fuera una práctica de obligado cumplimiento, llegando incluso a ser regulada por ciertas normas sociales e incluso profesionales.


Considero que incluso podría ser el motor de un cambio ansiado y necesitado para este país. 

Tititokokoki

jueves, 1 de junio de 2017

Tengo que confesarlo

Hubo un tiempo en el que me creía todo. Tenía mis propias ideas y buscaba a alguien, a algún partido político que me dijera que mis ideas coincidían con las de ellos, o viceversa. Y lo encontré. Aposté por lo que creía y por aquello que me decían. Las televisiones, las radios, la prensa, todo me valía a la hora de informarme sobre lo que estaba pasando y sobre lo que estaba haciendo. Y todo me coincidía. Pues a votar, que la cosa va bien. Y lo hice, no sólo en una ocasión, sino en varias, lo que aumenta mi preocupación sobre la estupidez que cometí. No en votar, sino en por quién he votado y para qué.

Pues nada más lejos de la realidad. Me equivoqué de lado a lado. Todo se me vino abajo al empezar a comprobar que todo era igual día tras día, que todo circulaba en el entorno de la misma rutina, y que nada estaba cambiando, a pesar de lo que me decían a través de aquellos medios o de aquellas personas que oía alrededor mío o incluso más allá. Comencé a entender que algo estaba sucediendo que no cuadraba con las expectativas marcadas. Tan solo empecé a recurrir a otros medios para ver qué estaba sucediendo. Y costó. 

Costó porque al principio no te crees nada, tienes dudas, y en ocasiones miedo a creer en lo que lees o escuchas de novedad. Llegas a la existencial duda sobre ti mismo, sobre el nivel de error que estás cometiendo al intentar comprender otras maneras de ver lo que sucede. La otra duda es sobre todo lo que hasta ese instante has hecho. No sabes si has acertado o sencillamente estabas equivocado de lado a lado.
Pero la evidencia es más que clara y diáfana. Ya no es necesario buscar editoriales o titulares que te abran los ojos y te den de narices con la realidad. Si bien recurres todos los días a los diferentes y variados medios a tu alcance, con el fin de mantenerte al día sobre lo que sucede, lo cierto es que, lo único que haces todos los días, es confirmar la podredumbre que vives y sufres, y la inmundicia que te ahoga y te asfixia. Ratificas la porquería que es este país y confirmas que el futuro se presenta ciertamente negro y también sucio. Trágico, diría.

Así que, llegados a este punto, concluyes que durante muchos años has cometido muchos errores, y quizá el peor de ellos ha sido el que has ayudado a que todo este sistema de mierda se sostuviera y se alimentara de tu ingenuidad y de tu buena fe. Ahora, y desde hace ya algún tiempo, te das cuenta de que llegó el momento del cambio, y en ese terreno, visto lo visto, hay que ser contundente y hay que actuar con determinación y total decisión. Y esa determinación y decisión es, y debe ser,  proporcional a la que pusieron aquellos que durante tanto tiempo me han mentido y engañado, me han defraudado y han sacado provecho de mí con sus patrañas, sus indecencias y sus canalladas. Ahora llegó el momento de cambiar demagogia por Democracia, usando las herramientas que pone a disposición de las personas  aquello que han estado destrozando a base de mentiras y de infamias, estos desalmados que no tuvieron escrúpulos ni decencia durante tanto tiempo:

LA DEMOCRACIA. Así de claro, rotundo y radical.

A mí me han decepcionado, me siento defraudado. Siento que me estafaron.


¡Malditos sean!

Tititokokoki