martes, 3 de julio de 2018

LA EXCESIVA VULNERABLIDAD, ES ENEMIGA DE TODA DEMOCRACIA


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Somos vulnerables, ergo, no puede haber Democracia.

Así es; somos muy vulnerables, lo que hace que la Democracia se haga del todo imposible. La división con que nos presentamos, hace que aquellos que no quieren que la Democracia ejerza en todo su esplendor y con toda su contundencia, consigan que así sea.

Porque, una cosa bien distinta sería la presencia de variedad de ideas. Eso es enriquecedor para toda Democracia. Pero otra cosa es la división y el enfrentamiento. Ahí es donde la Democracia no cabe, no tiene lugar para ejercer como tal. Ni ella es capaz de entrar, ni nosotros le dejamos.

Estamos demasiado divididos, y eso concuerda a la perfección con las intenciones de quienes quisieron que fuera así para conseguir su espuria meta, que no era, ni es otra, que el que la Democracia solo exista en las arengas como palabra muy usada, pero que a la hora de su vigencia y su ejercicio, sean imposibles, pues la fragmentación social existente hacen inviable cualquier intento por practicar Democracia, favoreciendo a los que parlotean sobre Democracia, pero que en realidad esconden otras intenciones muy lejanas a esta.

Hay otro aspecto por el cual nos hacemos demasiado vulnerables, y es que no somos capaces, o no queremos, que la Democracia sea un estilo de convivencia con el que nos movamos en el día a día.

Y no sé si será porque nos hemos llevado una decepción al ver que la Democracia tal como la concebíamos no resultó ser así, o si es porque hemos comprobado que nos han engañado, y eso hace en nosotros un efecto rendición y hastío, ante la predominancia de quienes han dicho que se instauraba la Democracia, pero que a continuación se pusieron a hacer lo que se les ponía en los cojones, violando así todo sentido de Democracia e impidiendo el ejercicio de la misma, con toda su esencia y su plenitud. Eso ha hecho mella y consiguió que la decepción y el desengaño hayan dejado el camino libre a quienes se ufanan en ser demócratas y se arrogan Democracias inexistentes. Y ante semejante estafa, ¿qué otra actitud cabe, si no es la dejación y el abandono por cansancio y aburrimiento, además de decepción e incluso depresión?

¿Qué sucedería en estos instantes si a la sociedad se le comunicara que a partir de ahora van a poder participar de las decisiones de Estado, sobre todo en aquellas que más les afectan? Ya lo digo y lo anticipo. La frase más recurrida, sería la de “menudo coñazo”. La otra sería la de “que me dejen en paz”. Habría muchas más, pero, ¿para qué vamos a dar ideas a quienes aborrecen la Democracia, o para aquellos que no saben aún lo que quieren? ¿Para qué vamos a alimentar a quienes dicen ser demócratas y dicen querer vivir en Democracia, pero que en realidad lo único que desean es que no les molesten y les dejen en paz, consintiendo así ser gobernados? No queremos participar, y así nos hacemos más vulnerables, lo que hace imposible la práctica de la Democracia.

Hay muchos aspectos por los cuales nos hacemos demasiado vulnerables y que afectan a que la Democracia no pueda ser nunca lo que algunos desearíamos que fuera, y lo que muchos otros también desean, pero que desconocen lo que es de verdad una Democracia. Si la conocieran y supieran de sus ventajas, estoy seguro de que cambiarían de opinión respecto del concepto sobre los fundamentos reales de una Democracia, y sobre lo que se puede llegar a conseguir con una buena Democracia. Y este asunto es el hecho de que se consienta que la clase política mienta, o que se desfonde en promesas electorales con el único afán de atraer la atención del votante y a continuación incumplirlas, alegando cuestiones de Estado o situaciones que en esos instantes no favorecen el poner en marcha las promesas proferidas, y por las cuales están ahora en el poder. Ahí está una gran parte de la vulnerabilidad que presentamos, pues cuando permitimos que quien miente, ejerza el poder, es cuando les damos el bastón de mando y todos los visados para que se pongan a hacer los que les de la gana, vulnerando y violando todo sentido sobre Democracia, y llenando de nuevo el ya saturado saco de la decepción ciudadana. Y por consiguiente, la división entre aquellos que consienten, los que tragan, y los que rechazan ese modo de hacer las cosas. O los que dan por bueno el que las cosas se hagan así, y los que creen que ese modo de hacer va a perdurar y es imposible erradicar.

Por supuesto que somos muy vulnerables también, a partir del momento y hora en que normalizamos cualquier actividad o cualquier actitud que están lejanas de una Democracia. Por ejemplo, la corrupción, ya sea esta a pequeña o gran escala, ya sea esta a nivel social o político, empresarial o judicial. Otro ejemplo es la censura informativa, la manipulación mediática, o la permisividad que mostramos respecto de la demagogia. ¡Ay la demagogia!, esta sí que es la gran enemiga de la Democracia, y a través de la cual nos hacemos más vulnerables aún, ya sea consintiendo a quienes la practican, ya sea guardando silencio y no denunciando a quienes la pone  a funcionar a diario, ya sea, incluso, cuando la ponemos en marcha nosotros mismos.

En fin, que creo que deberíamos hacernos más fuertes, tratando de ser menos vulnerables y haciendo autocrítica, y crítica, tanto hacia nosotros mismos, como contra aquellos que no quieren, bajo ningún concepto, que exista la verdadera Democracia,o al menos una que sea algo más y de mayor efectividad que la que ahora mismo conocemos y nos imponen. Y una de las maneras que veo más eficaz a la hora de reclamar Democracia, es que seamos más exigentes, tanto con nosotros mismos, como con los políticos que llegan al poder o a la oposición. Ya verías tu como se pondrían las pilas al ver que no somos tan vulnerables y que nos hacemos notar por derecho y por justicia.

¡Si es que lo dice la propia Constitución! El poder, emana del pueblo. ¡Joder, más claro, agua! ¿No?
¡Venga, ánimos! Sed fuertes.

Tititokokoki