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Es así. Todos al centro, amontonados en un lucha fratricida, con un cainismo brutal. Son los codazos el modo de convivir, y hay zancadillas por doquier entre ellos. Incluso puñaladas.
Y siempre ocurre lo mismo. Preguntas dónde está el centro, y siempre te indican lo mismo. “Vaya usted derecho, recto, sin desviarse en ninguna esquina ni perder de vista el horizonte, y cuando llegue al centro, gire a la derecha. Allí está lo que usted busca”.
Y no te queda otra. O estás en el centro debatiendo y elucubrando, o te quedas al margen ¡Y ojo!, en el centro, pero a la derecha. Ni te desvíes un milímetro a la izquierda. Eso, que ni se te ocurra.
Hoy día la política tiene que ir por esos caminos de centralizada derechización. La izquierda, sencillamente no existe, y si hay algo, es residual, ineficaz, además de estar totalmente fragmentada, a causa de la división y el enfrentamiento. División y enfrentamiento promocionados desde el centro derecha/derecha y anzuelo en el que la izquierda pica con fruición y anhelo.
Hacer políticas de izquierda en este país, y en el planeta en general, se hace hoy día muy cuesta arriba, por no decir que imposible. Ya no hay espíritu luchador, ya no convive con nosotros la mente reivindicadora y reclamante. Hablar hoy día de políticas sociales, da repelús hasta a la propia izquierda, porque saben que el aburguesamiento de los pobres y de las clases medias, se hizo viral, se instaló como única y permanente esperanza. Ilusión que nunca llega a ser tangible, pero que mantiene en vilo a la población, que la sujeta para que mire solo en aquella dirección en la que les dicen que está el maná, el mañana que vendrá con paraíso incluido.
Pues ahora añade a aquellas fuerzas políticas que se arrogan la izquierda pero que tienen declaradas ya desde hace tiempo, su centralización son inclinación a la derecha. Pero se obstinan en matizar que son izquierda. Y mucha gente pica el anzuelo, bien porque se lo creen, o porque así están más tranquilos al saber que la izquierda de verdad nunca sobrepasará los límites marcados, y su vida de burgués aparente va a tener continuidad. ¿Qué consiguen esas fuerzas? Incrementar la división, crear la confusión necesaria que favorezca a los intereses de la centralización derechista, y que mantenga a raya y tranquila a la élite que dirige y que maneja desde la sombra, desde la oscuridad y desde la ocultación de sus cara y de sus ojos. Eso que lo den otros y que se muestren a cara descubierta.
Es lo que tienen encomendado. Y a fe que lo hacen. El resto, lo hacen ellos desde detrás del biombo.
No hay izquierda posible en este mundo globalizado en la derecha centralizada. Y no les costó mucho conseguirlo. A fuerza de dotarse de medios y de alcahuetes, de semovientes y de pirámides bien construidas, han conseguido alcanzar a hacer comprender a la sociedad, que la mejor manera, la más tranquila, y la que les ofrece más garantías, es la derecha centralizada.
Que se olviden de sueños de izquierdas y de un mundo mejor. Lo mejor está por llegar, y son ellos, la derecha de centro, y el centro de derechas, los portadores de la solución. Solución que jamás llegará, pero eso no lo saben los abducidos. Estos sueñan, ansían, consumen y tragan, a la espera de jauja, de bicoca y de chollo y de ganga, de lotería y de chuchería, que vendrán juntas a futuro, pronto. Pero que nunca llega. Jamás llegará. Pero todos siguen esperando, ansiando ver en el horizonte las primeras muestras de la prebenda prometida.
La derecha centralizada y el centro derechizado, han conseguido someter, han logrado la sumisión. Se apoyaron en el miedo, atizaron con crisis de las cuales después se erigieron en salvadores, pergeñaron el plan, y a continuación ofrecieron la solución. Solución que dicen que está llegando, pero que nunca acaba de llegar. Mientras, siguen esperando al manjar ofrecido a modo de promesa encantadora que encantó. Y ni siquiera cuando ese centro derechizado les aguijoneó con represión y con austeridad, supieron entender la maniobra. Ni siquiera con los palos en los lomos y los palos en las ruedas a las aspiraciones legítimas y las otras aspiraciones de ser respetados, sirvieron para que la gente se despertara y se enfrentara a semejante ataque a la dignidad y al derecho.
Ni siquiera cuando comprobaron que la justicia no era igual para todos, y que algunos tenían privilegios, aún cuando su grado de delincuencia era más que superior. Ni siquiera cuando llegó a instalarse en sus vidas la mentira, ni siquiera cuando vieron que la estupidez se había introducido en sus mentes, o ni siquiera cuando pudieron comprobar que se habían acostumbrado a prometer y a continuación incumplir. Tampoco cuando observaron que la mediocridad se estaba haciendo dueña de sus vidas.
Nunca supieron ver el veneno de los medios, ni la ponzoña de los cómplices y alcahuetes del sistema de centro derecha descarada o de derecha de centro indisimulada. Nunca supieron, o nunca quisieron, ver que el terreno se les estaba haciendo cada vez más corto y con menor margen de maniobra. Por no ver, ni siquiera ven que la tierra se les está ablandando bajo sus pies, y que están a punto de acercarse al borde del abismo. No ven que no sirve huir del abismo, pues este se acerca removiendo la tierra y acortando distancias. No lo ven venir, y lo peor de todo, es que no les importa, porque siguen creyendo ciegamente en el paraíso prometido, en el maná que les ofrecieron pero que no acaba de llegar.
Se podría llegar a pensar en que los hay tan incautos, tan ingenuos, tan irresponsables, que se tienen por creído que el elíseo, el paraíso, la gloria, el vergel, el oasis que saciará sus ansias de burgueses adocenados, está justo abajo, al fondo del precipicio, al final del abismo por el que están a punto de bajar en picado. Eso es en lo que creen, eso es lo que defienden, porque les han dicho que al fondo, y a la derecha, está jauja y nirvana. Que ni se les ocurra ir a la izquierda. Allí todo es tragedia y desgracia. Es pobreza y es calamidad.
Izquierda caca, izquierda miedo. Izquierda ruina y caos.
Al fondo, y a la derecha. Allí está todo. Pero con la condición de que, si llegan, tendrán que esperar.
Y llegan, Y esperan. Ahí están. Ahí seguirán, adocenados, asilvestrados, bien alienados y esperando al maná, al paraíso y al edén. El puritanismo se hizo viral. La hipocresía y el cinismo, mundial.
Y esperan, siguen esperando.
Tititokokoki