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A lo largo de cuarenta y dos años desde la Transición hasta los días que nos contemplan, hemos ido acumulando una cantidad de desperdicios y de despojos, que a día de hoy ya no tenemos hueco entre tanta podredumbre instalada en este país. Se dejó que se acumulara tanta basura, que no hay contenedores suficientes como para acoger a tanta morralla acumulada.
Y en esa acumulación, hemos tenido la culpa todos. Lo único que podremos sacar en limpio de tanta piltrafa y tanto residuo inservible y de tan poca utilidad, es que tenemos ya por certero, lo que no debemos hacer. Por no servir ni siquiera sirven de abono, pues aún que se extrajera una lección con algo de carga positiva, como puede ser el que ya sabemos qué es lo que no debemos hacer, no serviría de nada, pues toda la basura acumulada podría suponer tan solo un envenenamientos del sustrato y un empobrecimiento del suelo. Ni siquiera podríamos contar con que las aguas freáticas se pudieran encargar de reciclar o de eliminar tanta suciedad acumulada durante tanto tiempo, pues habría que contar con la alta sensibilidad de las aguas subterráneas a la hora de poder ser contaminadas y que esa contaminación volviera a los hogares y a las personas, lo que supondría volver a recoger la inmundicia que hemos dejado ir por las cloacas y por los retretes.
Y eso no sería buena señal ni ningún buen consejo para la salud, tanto a nivel físico, como mental.
Es evidente que hablo de la clase política, de la clase empresarial, de la otra clase judicial, además de organizaciones de carácter social o laboral, así como de una parte de la sociedad que siempre secundó y apoyó a todos aquellos que se dedicaron a saquear al país entero durante tanto tiempo.
Desde Suárez a Rajoy, desde Felipe González a Aznar, sin dejar de lado a la Casa Real y a todo el entramado del que se rodearon, como fueron jueces y fiscales, empresarios y organizaciones empresariales, Sindicatos, ONG´s, Fundaciones, etc., todos fueron artífices principales de acumulación de mierda, de basura, de indecencia y de corrupción al más alto nivel.
Ya fuera porque pergeñaron para aprovecharse de ciertos vacíos legales, ya fuera porque contaron con que entre ellos se tapaban unos a otros en actos infames de corrupción y de malversación, lo cierto es que supieron, quisieron y pudieron, hacer todo lo que se les puso en los cojones para desvalijar a todo el país, haciendo sucumbir siempre a aquellos para los que tan solo contaron a la hora de ir a urnas a decidir quiénes gobernarían durante el tiempo estipulado legalmente.
Y si algún día descubrimos que hubo marañas en actos electorales, que hubo pucherazos y carretaje de votos, entonces la mierda que se amontonará encima de la mierda que ya está en demasía amontonada, va a ser de dimensiones imposibles de asumir por la inteligencia y la dignidad de las personas de bien de este país. Del hueco o espacio que nos quede, ya no digo nada, pues no habrá sitio suficiente como para albergar a tanta putrefacción.
No han sabido, ni han querido, hacer las cosas bien. Tan solo se quisieron aprovechar de río revuelto y de la confianza, de las ilusiones y de las esperanzas de todos los españoles que se creyeron y se tragaron aquella patraña de Transición, además de la ingenuidad de los españoles. Aquella maniobra que nadie supo ver a tiempo y que deglutimos en la misma cantidad y proporción a nuestra ingenuidad. Nunca existió una Transición como tal, sino que lo único que hubo, fue una voluntad manifiesta para saquear, robar y esquilmar a todo un país, con el único fin de engordar y de llenar los bolsillos, las carteras y las cuentas de unos pocos.
Unos pocos que carecieron de escrúpulos mientras sabían que estaban cometiendo delito, y que siguen sin mostrar el más mínimo pudor al mantenerse ahí a cara descubierta, día tras día, acto tras acto. Y con mayor delito, si cabe, que cabe, cuando siguen defendiendo obstinada, terca y fanáticamente, que lo que hicieron los hicieron bien. Inconcebible, intolerable e infumable la caradura de todos aquellos que desde aquella hasta hoy, tan solo hicieron del saqueo su modo de vivir, y su modo de gestionar a todo el país.
Desde Ayuntamientos, hasta Diputaciones, desde los diferentes Gobiernos de la nación hasta las Autonomías, todo se fue convirtiendo en parcelas repartidas al estilo feudal, en la que inculcaron a todos y cada uno de ellos la mentalidad de cuidadores del cortijo que les habían encargado cuidar, para que el rancho general tuviera garantías de supervivencia y estuviera protegido por todos lados. Hicieron de este país una finca inmensa en la que los villanos surtirían a los dueños de la alquería de todo lo que los señores feudales precisaran.
Pues bien, llegados a este punto, y teniendo delante de nuestras narices toda esa cantidad de inmundicias y de carroña, ¿qué otra cosa cabe, además de haber aprendido lo que no se debe hacer? ¿Qué otra lección se puede extraer y qué hacemos ahora con tanta bazofia, tanta impureza e inmundicia, tanta cochambre y excremento, tanta porquería y tanta suciedad?
¿Tan solo borrón y cuenta nueva, o nos empezamos a poner exigentes para que se empiecen a depurar responsabilidades, además de que eso sirva de aviso a navegantes, advirtiendo de que estaremos más atentos a partir de ahora y de que ya no vamos a dejar pasar ni una más?
¿Ya está bien, no?
Pues a ver si hemos aprendido algo, además de saber ya, qué es lo que no debemos hacer. A ver.
¿O nos tenemos que hacer de nuevo las preguntas de rigor?
¿Cuándo aprenderemos y cuánto?
¿Cuándo cambiaremos y cuánto?
Los despojos acumulados, los desperdicios amontonados y la podredumbre apilada, ya nos indican que el cambio es ahora más necesario y urgente que nunca. O nos comerá la mierda. Aviso.
Tititokokoki