jueves, 26 de julio de 2018

LA CORRUPCIÓN Y LA MENTIRA


Escucha la entrada: Aqui

Son dos lacras que mantienen permanentemente secuestrado al planeta entero. Y ambas van de la mano, es decir, que la corrupción implica mentira, y la mentira es corrupción en sí misma.
Los políticos, los empresarios, en general todas aquellas facciones de poder que dominan al planeta entero, lo hacen a base de corrupción consentida y de mentira tolerada. Y no creo que eso pueda tener un final feliz. No lo creo. Es más, afirmo que el final no nos va a gustar. A ninguno. Ni siquiera a muchos de ellos, los corruptos, corruptores, los mentirosos y los que difunden la mentira como un modo de vida en todos los demás, o que conducen a la gente a que sea corrupta o mentirosa, como único modo de vivir y de sobrevivir.

Pero si analizamos en profundidad, podemos observar que la corrupción y la mentira no son patrimonio exclusivo de los poderes. Esta lacra también existe en el ser humano en general, o en una gran parte, pues en el momento en que eso se consiente, sin hacer nada, o haciendo poco, nos convertimos automáticamente en cómplices de la corrupción y de la mentira, por lo tanto, somos corruptos y mentirosos.

Es más, el ser humano es corrupción y mentira. Y no por naturaleza, tal como se afirma en diferentes foros. No, no es por naturaleza. Es por invasión, por contagio, por envidia, por celos y por imitación. Alguien empezó todo esto, y ahora los demás nos hemos contagiado.
Hasta lo hemos dado por válido. En algunas ocasiones, como modo de vida. En otros, porque es inevitable, pues para conseguir determinadas cosas en la vida, es preciso mentir o entrar en modo corrupción.

¿Qué le ocurre al ser humano en su mayoría? Deduzco que se ha dejado llevar y que lo único que siente, es envidia de aquel que roba a manos llenas, a grandes alturas y en enormes cantidades.
El ser humano practica la corrupción y la mentira desde las bases, casi desde que se nace.
La única diferencia que hay entre unos seres humanos y otros, es que unos practican esa corrupción a muy bajo nivel, mientras que los que pueden lo hacen a grandes dosis. Y eso produce en el de bajo nivel, envidia, y lo que le mueve, es poder llegar a ser corrupto a niveles más altos.

La corrupción se convirtió en una pirámide en la que el que más y el que menos trata de escalar cada día un poco más. Es evidente que unos lo consiguen, mientras que otros no, pero todos están ahí, al quite para intentar subir. Y en esa escalada, siempre habrá alguien que descienda, y que ese descenso no sea porque ha caído por la inercia o por el efecto de la gravedad, sino que esa caída, seguramente, se deba a que alguien le empujó desde arriba para ayudar a que subiera otro, o que el que subía le hizo la zancadilla para que le dejara paso y le cediera el sitio. Incluso se contempla el asesinato en esa infame pirámide.

Si no puedo tumbarte del empujón, te derribo, y si para derribarte es preciso el asesinato, pues que sea, pero yo tengo que subir, sí, o sí. Y también el suicidio, pues aquel que estaba acostumbrado a una corrupción de alto nivel, y ahora se ve que descendió, puede inducirle al suicidio a causa de una depresión de cojones o a causa de ver que la vida que llevaba ahora ya no va a poder llevarla. Y eso es muy duro para un corrupto o para un corruptor. Otra causa de asesinato es aquel en el que la pirámide necesita refrescarse, y para ello se escoge a alguno, o a unos, y se les sacrifica, o en el otro caso en el que alguno de la pirámide se saltó algunas normas, desobedeció en algunos conceptos, o sencillamente puso en peligro a los de arriba del todo. Ahí se producirán desapariciones, muertes sospechosas o nada claras, o sencillamente muertes sin más explicación.

¿Cómo se ha llegado a este nivel de asunción y de permisividad? Creo que las respuesta está clara. De un lado, los que apoyan a este modo de vivir, los que participan activamente, que por desgracia son cada día más. Del otro, todos aquellos que hemos, o han, alcanzado un nivel de hartazgo y de impotencia, y han decidido intentar vivir al margen, dejando que entre ellos se repartan el botín. Y entre unos y otros, otros y unos, la pirámide sigue creciendo a marchas aceleradas con una facilidad pasmosa y con una velocidad que acojona, lo que hace que mucha más gente se suba al carro de la corrupción y la mentira, y abandone todo tipo y estilo de valores, que se desprenda de determinados escrúpulos, y que alcance un nivel de podredumbre mental que de poco o de nada les va a servir cuando se vayan bajo tierra, pero que de poco o de nada les sirve también mientras la pisan, pues la calidad de salud mental que tienen, es muy baja, aunque ellos traten todos los días de cubrir esa carencia a base de sustancias químicas o de excusas de bajo valor moral y ético.

La corrupción y la mentira no aporta felicidad, aunque algunos nos creamos que sí se la da a quienes llevan este estilo de vida. Más que nada porque, cuando se está en esas estructuras rígidas, se tienen que hacer cosas, por obligación y por imposición, que en muchos casos no son del agrado de nadie. Y eso no les puede producir felicidad, más bien al contrario, pues están en constante vilo, y a poco que intenten bajarse, también saben qué les va a pasar.

Corrupción y mentira, mentira y corrupción. Polvos que traerán lodos. Lodos que acabarán por arrasar con todo y con todos, mentirosos y corruptos incluidos.
Serán los más ricos del cementerio. ¡Menuda gilipollez! ¡Menudos gilipollas!

Tititokokoki