martes, 26 de junio de 2018

Y EL SER HUMANO ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL, ES EL MÁS ENFERMO DEL PLANETA


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Se han pasado toda la época de los mayores recortes jamás conocidos, la más salvaje e injustificada austeridad para la ciudadanía, gritando la consigna con la que tapaban sus carencias mentales, gracias a que hubo algunos que supieron inculcarles en sus pobres y miserables cerebros la ponzoña adecuada. Eran la gente de banderita y la gente del “a por ellos, oé”, que no tenían, ni tienen todavía, más que serrín por neuronas y basura imposible de reciclar como masa cerebral. Y lo demuestran con que son españoles, españoles, españoles, y mucho españoles.

En la fatal era de expulsar a la gente de la Sanidad Pública, en la era en la que la Educación se había vuelto totalmente sectaria y deficiente, además de excluyente, y a estos no se les ocurría otra cosa que no fuera enarbolar la bandera del país que les estaba jodiendo, la bandera del país que les estaba porculando sin misericordia ni compasión alguna. Son aquellos que engordaban las audiencias de la televisión basura, o se pasaban el día de cachondeo en las redes sociales, fanatizando e ironizando sobre las gracias que los políticos que les robaban, les sabían inocular en vena y en sus pobres y miserables mentes, la cizaña con la que algunos era felices con su dosis diaria de gilipolleces y de imbecilidades.

En la era de los desahucios, muchos se dedicaban a alabar a los chorizos, a votar a los mentirosos y a apoyar a los que quitarían vidas humanas, censuraban la información, y se dedicaban a proteger a los delincuentes que tenían en sus filas, o que sin estar en sus filas, les untaban con 3 por cientos, con volquetes de putas, con caviar y fariña, con paraísos fiscales o con amnistías fiscales para los que callaban porque sabían más de la cuenta, y que era importante callarlos y tenerlos contentos.

En la era en el que el principal partido del ranking electoral se financiaba de manera irregular e ilegal, algunos se dedicaban a promocionar la Marca España y a chillar otra vez la consigna de, soy español, español, español. En la era en la que la mentira se había enquistado, en el que la hipocresía de algunos era la dosis diaria de muchos, el cinismo era motivo de cachondeo, de sarcasmo y de ironía mediática para otros más.

España va bien, pero han vivido por encima de sus posibilidades. España es el ejemplo de crecimiento y de recuperación. España era el no va más en turismo y en calor diario, de playas y de riadas de visitantes Ramblas arriba, o Castellana abajo, sin dejar de hacer ver que las terrazas eran el símbolo de riqueza y de prosperidad, mientras en esas mismas terrazas se producían las mayores y más crueles prácticas de esclavitud y de miseria laboral, a la par de la indecencia empresarial.

Era la era de la precariedad, de la Reforma Laboral o de la Ley Mordaza. Ambas impuestas a golpe de mayorías absolutas abusonas que se sostenían sobre los que votaban, aplaudían y victoreaban a quienes les estaban usurpando vilmente el Estado de Bienestar. Estado de Bienestar que tantos esfuerzos les habían costado a sus predecesores, a sus ancestros, a sus abuelos y a sus propios padres y madres, y que además les correspondía por derecho y por Constitución. Y en un desprecio sin precedentes en la historia de la humanidad, los españoles, españoles, españoles, se dedicaban a menospreciar y a tirar por los suelos todo el mérito de quienes lucharon para que ellos tuvieran algo, y que ellos tiraron por la borda a golpe de bandera o de Marca España, promocionada de manera inconsciente e irresponsable, de manera mediocre y estúpida.

Y mientras la era del alborozo futbolístico o de la España de fiesta en fiesta, mucha gente se moría de hambre, otros de frío, y los que más, de desesperación. Incluso hubo muertos de miedo. Pero ellos seguían ahí, españoles, españoles, españoles de banderita al viento, de carcajadas y de cachondeo soez, canalla, y de idiotas ignorantes ciegos y estultos a más no poder.

Los especialistas en mover masas se forraban ante la gran picada de anzuelos por cientos que lanzaban al aire y que eran cogidos al vuelo con ansias y con grado de fruición descontrolada. Los otros especialistas, los de lavado de imagen lo tenían más fácil aún, pues con cuatro pinceladas pagadas con cargo al bolsillo de todos, eran capaces de lavar más blanco que el mejor quitamanchas del mercado, y además contaban con el silencio de los medios y la complicidad de los idiotas que ayudaban a distraer con sus soflamas para desviar la atención  y para ayudar a limpiar el mal olor reinante, tapando con sus sucias columnas y sus indecentes editoriales todo aquello que venía con vergüenza e indecencia adheridas.

Era la era de las series creadas para conquistar a los imbéciles, para crear a más tontos y para embrutecer a todos los que pudieran. Era la era de la mediocridad informativa, de la censura programada, de la desinformación sutil y fina. La era de la programación basura, de cuanta más mejor, y de cuanto peor, mejor también.

La era de M. Rajoy hizo estragos, hizo trizas con sus mentiras y sus gilipolleces impropias de un Presidente de un Gobierno. La era de Bárcenas  y sus excells que hoy eran ciertos, y mañana casi ni existían o ya no contenía ciertos nombres y cantidades indecentes de dinero negro adherida a esos nombres. La era de las promesas fáciles que convencieron a los ingenuos y a los gilipollas, y que luego no se cumplieron, pero que los ingenuos y los gilipollas tampoco se preocuparon.
Fue la era en el que se crearon más enfermos que quedarán ahí para los anales de la historia de este país, pero que no tendrán jamás sanación posible, pues el daño que se auto infligieron no tiene curación posible ni remedio mejor a enfermedad que padecerán de por vida.

La era de los discos duros que tan solo hubiera sido mejor insulto si los hubieran destrozado a martillazos en la Plaza Mayor con café con leche incluido o con másteres y enchufismos varios, con convocatoria previa y con billete de entrada al espectáculo incluido en el paquete promocional.
La era de las puertas giratorias delante de las narices de todos, la era de la prepotencia y la soberbia de quienes habían hecho el mayor abuso y la mayor violación de las urnas con sus patrañas y sus indecencias. La era en la que el cadáver de la Democracia sufrió la mayor violación y la mayor vejación en manada que jamás se conoció en la historia de ningún otro país del planeta.

La era en la que las manadas judiciales demostraron que pertenecían a otras manadas que jodían y violaban a todos los que se les ponían por delante y quedaban impunes ante la injusticia reinante, moderada esta por la otra injusticia institucional en manos de quienes supieron desprestigiar hasta los límites a las instituciones españolas y a la Democracia en general, y que incluso osaron desobedecer a la Constitución que ellos mismos defendían. Y nada que decir del daño que le hicieron a quienes llevaban años esperando a una Democracia, que todavía hoy día aún no llegó, y lo que llegó de ella está cadáver.

¡Malditos sean, carallo!

Me alegra que os hayáis ido, desgraciados. Y no volváis, imbéciles, no volváis.

Y nosotros no deberemos olvidar, pues hacerlo sería volver a cometer los mismos errores del pasado. Y no creo que estemos para eso, pues la enfermedad para entonces será incurable.

Tititokokoki