martes, 12 de junio de 2018

DAIS VERGÜENZA, DESGRACIADOS


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Tienen mucha prisa en sancionar a las personas que intentan reclamar un derecho. Tienen mucha prisa en crear leyes que les protejan de los populismos y que les garanticen que pueden sancionarlos. Sí, tienen mucha prisa en hacerse grandes comilonas a cuenta de todos, y tienen más prisa aún por llenarse lo bolsillos con cargo a todos nosotros. Incluso se dan prisa en enriquecer a sus amigotes y en que sus amigotes les enriquezcan a ellos con mordidas al uso.

Se dan prisa en rescatar a la banca, pero no rescatan a los seres humanos perdidos en medio del mar a causa de las guerras que fomentan en sus ciudades y sus pueblos. Se apremian a ellos mismos en vender armas que expulsan a las personas de sus hogares, o que sencillamente los matan dentro de sus propias casas, con niños, ancianos y mujeres dentro.

Dais asco, miserables. Sois repulsivos, cerdos malnacidos.

Europa es la vergüenza del mundo entero. Miles de personas que huyen de las matanzas, de la guerras indiscriminadas practicadas por aquellos que desde sus indecentes despachos no ven a quien matan, ni quieren ver a quien huye de sus propias casas para salvar su vidas. Y cuando llegan a Europa, a sus costas, se encuentran con que no son bien recibidos, e incluso abandonados a su suerte.

Juegan con la vida de las personas como si estuvieran echando un partida de monopoly de caciques, o un parchís de sátrapas impresentables. Para ellos no es más que un juego, no es más que un entretenimiento mientras ven que su otra afición y adicción les sigue llenando los bolsillos y disfrutan viendo que su notoriedad es cada vez más alta, gracias a que también saben manipular a las personas, consiguiendo que desvíen la atención, o que ni siquiera se enteran de nada de lo que pasa en el mundo, porque la censura es la herramienta que mejor saben usar para tapar sus propias indecencias, sus matanzas y sus ansias por conquistar territorios, eliminando sin piedad vidas humanas inocentes, o provocando que esas personas se marchen de sus hogares, de sus tierras, y se aventuren a poner sus vidas en juego otra vez. Y muchos se marchan dejando atrás a familiares muertos entre los escombros en que se convirtieron sus casas, y dejando atrás también todo el futuro que tenían por delante. Ahora ya no tienen nada, sobre todo cuando llegan a las costas europeas y ven que se les cierran las puertas, justo delante de las olas que hacen zozobrar sus paupérrimas embarcaciones y que les hacen perder la vida en un último intento por encontrar asilo y en su último intento por encontrar ayuda.

Pero no solo es a los políticos a quienes se les debe tachar de indecentes sinvergüenzas, de asesinos y de genocidas, sino que también hay que meter en el saco de esa ignominia a aquella parte de la población que piensa solo en su astro del fútbol, o que lo que más le preocupa es saber qué fichajes tiene preparado el club de su vida, o quién ganará en la última edición de Gran Hermano, de Operación Triunfo, o quién sale triunfante de en Pelotas en el paraíso. Esa indecencia también es digna de denunciar y de delatar a quienes con su ignorancia, su estuticia, y su mediocridad, son capaces de mantener a los otros imbéciles en el poder, haciendo los estragos que hacen mientras ellos ven la televisión sin inmutarse, y en ocasiones sin enterarse de qué está pasando en las costas que tienen justo debajo de su balcón o enfrente de su casa con vistas al mar a o la sierra.

No, hijos de puta, no. Así, no. ¿O es que no sois capaces de imaginar qué se siente pasando frío y hambre, o qué se siente cuando oyes los obuses explotando en la puerta de tu casa, las balas silbando por encima de vuestras cabezas, o los cañones, los aviones o los barcos escupiendo sus mortíferas bombas en dirección cierta y con un objetivo aún más certero, que no es otro que aquella casa que tanto os costó adquirir y que dentro contiene a tu familia, a tus hijos y a tus seres queridos?

¿Es que no sois capaces de ver con claridad qué les sucede cuando cruzan el mar durante días, pasando sed y hambre, muertos de frío y de miedo,  y que cuando llegan a las costas se encuentran con vuestro desprecio y con vuestro desdén?

¿En qué pensáis, repugnantes desgraciados? ¿En qué pensáis, imbéciles indecentes?

¡Que os jodan, malnacidos, que os jodan!

Tititokokoki