lunes, 25 de junio de 2018

NO LO NEGUEMOS: EL SER HUMANO ESTÁ ENFERMO


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Parece mentira, pero cuando se instaló en nuestras vidas un sistema de convivencia llamado Democracia, de la cual entendíamos que podíamos decir realmente lo que pensábamos, abiertamente, resulta que esa convicción o creencia se nos vino encima y a la hora de decir o de dar nuestras opiniones, no tenemos la libertad que nos dijeron, tanto a la hora de expresarnos, como a la hora de escuchar a quien se expresa. O sea, que ni libertad de expresión, ni tolerancia con los demás.

No sé si nos habremos dado cuenta, pero a estas alturas de tercer milenio, hemos retrocedido en términos democráticos, de derechos, de libertad o de tolerancia. De un lado la leyes represoras que nos tratan de imponer, o que directamente nos imponen. Del otro, nuestra propia actitud, la cual nos la auto imponemos, o que se ve cohibida ante la intolerancia de los demás. Y viceversa,
El ser humano está enfermo. Reconozcámoslo.

Enfermo de hipocresía, de cinismo. De estulticia y de soberbia, de ignorancia y de prepotencia. Estamos ciertamente acomplejados, nos sentimos distintos a lo que esperábamos sentirnos cuando nos dijeron que la Democracia nos iba a servir para ser distintos. Estamos enfermos de corrupción.
¿Acaso nos creíamos que esas actitudes eran más propias de gente que ostenta el poder, de empresarios depredadores y salvajes, o de políticos mentirosos? Pues nada de eso concuerda con la realidad. Desde abajo hasta arriba, la hipocresía es un denominador común, el cinismo es parte de nuestra vida diaria, y la mentira está impresa en nuestras vidas.

Todo se mueve bajo unos cánones. Cánones estos que son impuestos por las élites que deciden de qué se puede hablar, y de qué no se puede hablar. Si te sales del guión, o bien eres un inadaptado, bien un extremista, o sencillamente eres repudiado o considerado un descerebrado radical. Se impone un puritanismo atroz, y hay que seguir los dictados de ese puritanismo, o de lo contrario estás fuera de onda o simplemente no has entendido nada y deberás adaptarte al sistema.

Semovientes, ignorantes, estúpidos apesebrados o gente sencilla de manejar, es lo que al sistema le conviene, y de esos fabrica todos los días por millones. Unos por unas causas, otros por otras, la lista de adeptos y de alienados va creciendo a pasos agigantados. Y a medida que salen como chorizos de la tolva, van señalando a los que están por entrar pero aún se resisten, o van indicando con el dedo aquellos otros que el sistema aún no detectó, para que de esta manera su papel de chivatos incondicionales surta su efecto y el sistema sepa identificar a quienes aún les falta por reconocer y por llevar al redil. Y ante la evidencia, muchos van cayendo al sentirse aislados, o sencillamente porque se ven raros y se siente incómodos ante la llamada de los que les señalan con dedo acusador y vejatorio. Acomplejan, desprecian o sencillamente ningunean o ignoran para atraer más adeptos al sistema, hacen que se sientan fuera del sistema, y con esa sensación de incomodidad van surtiendo al sistema de más acólitos y de más adictos.

Se imponen las formas al dictado. El sistema quiere tenerlo todo controlado. Difunden los modos, las palabras, y hasta los gestos. Y por ahí deben ir todos, y quienes no se muevan en los parámetros que están marcados, sencillamente queda fuera, es señalado y marginado.
Es la moda, es lo que hay, es mejor malo conocido, o es el menor de los males. Y todo el mundo se conforma, todo el mundo se resigna, simplemente se adaptan porque es la última tendencia, es de lo que todo el mundo habla, y hay que hablar de lo que todo el mundo habla. No está bien hablar sobre lo que todo el mundo calla. Está fuera de lugar, no es lo que se lleva.
Desde la forma de vestir, la forma de ser o de estar. Todo está condicionado por un sistema que necesita tenerlo todo bajo control.

Es tal el control sobre las personas, que hasta han conseguido hacer olvidar ciertos valores. Valores como la defensa de derechos humanos o la libertad de expresión. Y a partir de cercenar estos valores, el resto está mascado, es fácil de eliminar. Esa condición supone que se aplauda a delincuentes, que se siga y vote a corruptos, o que se victoree a mentirosos. Esa condición supone sostener, queriendo, o sin querer, las desigualdades, la pobreza o la esclavitud. Es resignación acompañada de estulticia y de ceguera, y llevada de la mano por la estupidez, la mediocridad e incluso estamos llegando a la homofobia, la racismo o a la xenofobia.

Sin darnos cuenta, nos han dividido en bandos enfrentados. Ellos en su pirámide que lo controla todo, nosotros alrededor corriendo como patos asustados, pisándonos entre nosotros, haciéndonos zancadillas, soltando codazos, e incluso, en algunos casos, hasta matando o incitando al suicidio. Estamos fomentando el odio, estamos alimentando la división y el enfrentamiento que ellos, los poderes, han iniciado premeditadamente.

Y los problemas de la humanidad abandonados, olvidados a causa de unas prisas que no llevan a ninguna parte. Porque alrededor de todo esto, están quienes se alimentan de nuestras desdichas y de nuestras desgracias. ONG´s fraudulentas, partidos políticos que más que formaciones políticas son empresas al servicio de otras empresas, organizaciones humanitarias que tienen de todo menos humanidad, sobre todo dinero, empresas que controlan todo poniendo ahí a políticos que sigan sus dictados y enormes estructuras que manejan todo para que los patronos sepan que está todo bajo un control que tiene a otros controles que los fiscalizan.

¿Y a dónde llegó todo esto que ahora tenemos como modo de vida? Pues a eso, a la hipocresía generalizada, al cinismo extendido, a la mentira como forma de estar y de ser, y a una estulticia de dimensiones colosales que hacen que la vida sea de una carga de mediocridad que acojona.
Echemos un vistazo atrás y veamos la cantidad de valores que nos hemos ido dejando por el camino. Camino que nos lleva enfermos hacia otras enfermedades que ahora mismo ni sospechamos. Y serán enfermedades que, aparte de acabar con el ser humano como tal, lo harán con seres humanos mentalmente enfermos. Triste final. Patético final.

O nos desprendemos de tanto puritanismo inservible, o acabaremos siendo la especie más gilipollas que jamás a conocido la propia humanidad. Y no será tanto por los gilipollas que todo lo manejan y todo lo controlan, sino que la culpa residirá siempre en los gilipollas que se dejan ser controlados y manipulados. O sea,..........

Tititokokoki