domingo, 24 de junio de 2018

PARA CUANDO EL SER HUMANO CAMBIE, SERÁ TARDE


Escucha la entrada: Aqui

Sí, reaccionamos tarde en casi todas las ocasiones, y eso no puede ser bueno bajo ningún concepto para el propio ser humano. Quizá nos dispersamos demasiado en dimes y diretes, nos desviamos de más de la dirección correcta, y cometemos el error de entretenernos en banalidades y en ligerezas que están muy lejos del foco de atención que deberíamos tener más presente.

Nos lo han puesto ahí a huevo. Entre programación basura que nada aporta en el día a día, más allá de mero entretenimiento y contaminación mental, y la promoción de fiestas locales o internacionales que el único fin que perseguían era desviar la atención de las personas y mantenerlas alejadas de los problemas de Estado que más deberían preocuparles, han conseguido que se nos colaran muchas normas y muchas leyes que en otros tiempos alborotarían el gallinero y pondrían al zorro de patitas en la calle y con el rabo entre las piernas, corriendo como si no hubiera para él un mañana.
Con el paso del tiempo se van descubriendo muchas de sus artimañas.

Pero es más curioso comprobar que aquellas otras que eran más que evidentes, sean ahora motivo de discusión en diversos foros, porque ha sido un descubrimiento que acaban de hacer algunos.

 ¿Es que no era evidente? ¿Por qué se negaba la mayor antaño, hasta hace unos días, y por qué ahora la gente no se esconde y exhibe de nuevo su capacidad para albergar grandes dosis de ignorancia y poco o ningún rincón para el rubor y la autocrítica? Hay gente que antes pasaban de puntillas sobre la realidad y ahora se cuelgan medallitas porque han descubierto, poco menos, que la pólvora o la penicilina. Así se deben de sentir aquellos y aquellas que ahora dicen ver con claridad que aquello que ocurrió antes de ahora, era maligno para España, era una plaga para los españoles, y que nunca debimos haber consentido aquello.

No hay más que verlos. Antes escribían columnas a favor de viento, hacían debates en la línea que proponía el sistema, entrevistaban a personajes públicos según rezaba el argumentario que les habían puesto delante para seguir el guión marcado, nos contaban en telediarios todas las mentiras que les apetecía. Y ahora que el aire está más calmado, soplan para que las velas les sigan llevando por donde el horizonte parece más claro y abierto. Y son los mismos, y quizá les lea la misma gente, quizá la misma gente que antes pulsaba el botón en el mando y sintonizaba la cadena, ahora sean los mismos, estén en el mismo sofá, y oigan al mismo presentador o lean al mismo columnista, sin inmutarse y sin decir ni pío sobre el cambio que experimentaron.
Curioso lo de este país.

Nos han tenido que poner delante de nuestras narices el caso de RTVE. Han tenido que coger el toro por los cuernos y decir ¡BASTA!. Aquello olía fatal, desprendía un olor nauseabundo, pero nadie reaccionaba.¡Y eso que se trataba de dinero público!

¡¡Y se trataba del mayor insulto a la inteligencia de las personas habido en la historia!!
Ahora es la hora de ir a por las privadas, sobre todo aquellas que supieron bailar al son que les marcaban quienes les pagaban para adoctrinar, confundir, dividir, e incluso censurar.

Vale que se escriban columnas todos los días, vale que se atosigue a los corruptos en titulares, vale que se hagan multitud de debates, de noticieros y de entrevistas. Vale que nos pasemos el día discutiendo y haciendo llegar nuestras voces a las redes sociales. Vale que mostremos indignación, cabreo, crispación y enfado. Vale también que hagamos reclamaciones, que exijamos y que nos hagamos notar a través de encuestas o de foros de opinión. Vale, pero no es suficiente.
No vale con solo conocer el problema.

También hay que darle solución, y esa solución debe ser más rápida que la velocidad que usó el problema para intentar instaurarse e incluso enquistarse.
Hay que resolver el problema antes de que este consiga conquistarnos terreno, y peor aún, que pueda llegar a formar parte de nuestras vidas y que lo lleguemos a asumir como normal o cotidiano, que lleguemos a tener la creencia absoluta de que es absolutamente necesario, o que es imposible su erradicación, pues cuando hemos llegado a ese punto, el problema se habrá instalado para no moverse de ahí, ni irse, jamás, por lo que acabaremos por aceptar que lo que cuando llegó era un problema, ahora sea un modo de vida normalizado y casi rutinario, con lo de sufrimiento permanente puede llegar a suponer para las personas que, antes de haber llegado la maldición, eran gente de bien.
Tenemos la fuerza, somos mayoría, y tenemos la obligación de hacernos oír. Y si no es así, acumularemos tal cantidad de problemas, que la vuelta atrás será imposible, debido a que la salida a nuestros problemas, estará saturada.

Recomencemos. Reiniciemos. O mañana será, probablemente, tarde. El cambio no espera.
Pensiones, parados, hambre, miseria, pobreza, precarios, esclavos, inmigración y emigración, libertad de expresión, derecho a la vida, a una vivienda, feminismo, igualdad,............muchos son los derechos por conquistar en pleno Siglo XXI. Derechos que fueron usurpados y que ahora el conquistarlos de nuevo va a costar el doble de esfuerzo para alcanzarlos. Les hemos cedido demasiado terreno, y ahora recuperarlo va a costar mucho más que la lucha que tendríamos que haber tenido para que no nos fueran robados esos derechos fundamentales. Aquel fue el momento, ahora quizá sea ligeramente tarde, pero habrá que hacer el esfuerzo necesario para recuperar derechos que nunca debieron haber sido eliminados. ¡Y todo esto en el Siglo XXI!

Es algo así como increíble, ¿verdad? Pues ya estamos en tardanza.

Tititokokoki