En este país existen una lacra que no será fácil de erradicar por muchos empeños que pongan quienes tienen la obligación de hacerlo.
La corrupción en este país, es atroz. Y lo digo en toda su dimensión, porque el concepto corrupción, no sólo se refiere a asuntos económicos. La corrupción está por todos lados, no obstante la corrupción económica es la que se lleva la palma y la que centra la atención de la mayoría de la gente. Pero hay otra manera de ser corrupto hasta la médula, y este se sitúa en los medios de comunicación.
Tratar la mentira como herramienta de transmisión es una forma de corrupción que causa más estragos, si cabe, que la económica, ya que crea una serie de tendencias de resultados malignos para la sociedad en general, sin dejar de hacer otros estragos en la salud mental de las personas.
Además, produce crispación, tanto o más que la corrupción sobre la que la gente se indigna más: la económica.
La mentira, la tergiversación, la manipulación, la ocultación, la desinformación y, lo peor, la censura, son formas de corrupción que practican la mayoría de los medios de comunicación de este país. Esa corrupción es, quizá, tanto o más maligna que la otra, la económica.
Más que nada porque los efectos se producen de manera inmediata sobre la población, pero sus formas y sus maneras no son fácilmente detectables, por lo que se puede considerar que el mal va más allá y alcanza destrozos de incalculable efecto pernicioso para la población.
La corrupción económica es sin duda un atentado a los derechos de las personas, ya que el saqueo que hace de las arcas públicas es un robo directo a los bolsillos de los contribuyentes.
Ambas corrupciones atentan contra los derechos más fundamentales de las personas, pero es la corrupción de los medios la que afecta directamente a aquellos derechos que se contemplan en la mayoría de las Constituciones de los países democráticos y en los que se recogen en los tratados internacionales de derechos humanos.
El derecho de información afecta directamente a los medios de comunicación los cuales sólo podrán ser secuestrados en virtud de una resolución judicial, y este, en este país, no creo que se haya producido en ningún momento, lo que hace inexplicable el secuestro al que están sometidos y ante el que se dejan someter voluntariamente, haciendo de la libertad de prensa un tratamiento muy lejos de eso, de la libertad de prensa, participando en la censura y en la desinformación de manera intencionada.
Y aquí entran a conjugarse dos maneras de corrupción que están unidas de por sí, ya que, si los medios de comunicación son parciales, se supone que es a base de determinadas prebendas, lo que convierte a esta manera de practicar la corrupción, en dual, al haber un trasiego económico a cambio de que transmitan esa desinformación, esa censura necesaria para el régimen que lo sostiene a golpe de prebendas económicas o de otra índole, lo que convierte, insisto a una forma de corrupción de doble recorrido, de doble fuente, lo que hace a su vez que la cosa de la corrupción en los medios de comunicación sea aún más atroz de lo que en apariencia muestra y afecta.
Así las cosas, concluyo en que la corrupción dispone de diferentes disfraces, y si bien la económica causa estragos, la periodística es realmente nefasta para la población.
Adenda por doquier. Creo que hay para dar y para tomar.
Ánimos.
Tititokokoki