A estas alturas de Democracia, ¿qué Democracia?, ¿esta?. Empezamos bien.
Decía en la anterior frase, que a estas alturas, llamar Padres de la Constitución a aquellos que se pusieron a redactarla, es mucho decir. Más que nada porque un padre no hace lo que hicieron estos.
Y si hablamos de los herederos de los padres, aún es peor la cuestión, porque lejos de reformarla para adaptarla a las necesidades actuales, la mantienen vivita y coleando. Sí, he dicho coleando, porque los coletazos que da esta Constitución, son motivo más que suficiente como para ponerla en duda y darle un vuelco de inmediato.
Por otro lado, están los coletazos que le dan a la propia Constitución. Pero eso ya es otro cantar y es motivo para escribir aparte una enciclopedia.
Es cierto, todos los españoles, o al menos en una gran mayoría, dijimos que SI a la Constitución. Creíamos que iba a ser el paradigma de los derechos, de las libertades, de la igualdad,.........
¿Y qué nos encontramos a día de hoy? Un refugio para desalmados. El asunto que tratamos hoy, es el de los aforados. Vamos a ver: ¿Para qué hicieron los padres de la Constitución ese artículo?
¿Cuáles eran sus intenciones? ¿Esto que ahora tenemos? ¿Lo sabían y así lo redactaron? Pues,
¿qué quieren que les diga? Fueron muy pillinis, muy sibilinos, y nos la colaron.
Quizá sea digno reconocer que sabían que algo pasaría y se pusieron a cubrirse las espaldas y a cubrírselas a quienes después ejercerían el poder, pero deberían haber puesto límites temporales.
Y coto.
Si existió premeditación, eso es de una gravedad absoluta y tremenda. Y creo que existió. Porque, si no hubiera habido tal premeditación, supongo que en la misma Constitución se le pondría fecha de caducidad a ese apartado, haciendo ver que era una disposición transitoria para paliar, temporalmente, una carencia existente por aquellos tiempos y que se preveía cierta y moderada duración.
Pero una vez superados esos plazos, ese artículo se auto-destruiría para pasar a otro modelo más eficaz y más acorde a los tiempos.
Y no es así. Entonces podemos concluir en que hubo premeditación. Y alevosía.
Pues no, todavía se mantiene. Y lo peor, es que no se hace nada, ni se ven en el horizonte intenciones de hacer nada, para eliminar semejante aberración.
Después de cuarenta años, bien harían si comenzaran a reflexionar sobre algunos apartados de la Constitución, en especial el tratamiento del asunto de los aforados. Tener a tanta gente protegida por ese artículo, me parece que a estas alturas no solo no es adecuado, sino que atenta e indigna, además de darle cobijo a quienes pretenden seguir aprovechándose del artículo de marras.
Y eso no está bien. Incluso diría que es anti-democrático e injusto.
Siempre lo dije, siempre lo diré; la experiencia, es una asignatura que, por desgracia, todos aprendemos tarde. Pero a estas alturas, ya huele. Y duele. Lo de los aforados.
Pero hay más, respecto de esta Constitución, que ya caducó hace tiempo, pero que la mantienen porque a algunos les conviene. Atrocidad, se llama. Indecencia, también.
Queda dicho.
ADENDA: Por cierto, solo hubo Padres. ¿Por qué no hubo Madres? Otro motivo más para una reforma urgente.