Ser felices en los
tiempos que corren es ciertamente difícil. Hay una serie de
episodios que ocurren todos los días que impiden que la felicidad se
pueda alcanzar en el grado y la cota que muchas personas buscan,
precisan, ansían o sencillamente merecen.
Sin embargo, ni un mundo
mejor es imposible, ni la felicidad plena queda definitivamente
descartada. Todo ello es posible, pero para eso es preciso que los
seres humanos, y en especial los españoles, experimenten algún
cambio. O muchos cambios. Y por muchos que sean esos cambios, la
cuestión a perseguir, es decir, un mundo mejor, o la felicidad, es
posible. Incluso ambas cosas a la vez. Solo es cuestión de poner los
pies en el suelo, pararse a pensar un poco, hacer uso de la lógica y
del sentido común, y a continuación tomar decisiones con una sólida
base de ética y de eso, de sentido común. Si se llegara a alcanzar
eso, todo lo que deseamos en cuanto a un mundo mejor y la felicidad,
serán pan comido, será cosa fácil, y lo tendremos al alcance de la
mano. Tan solo dependerá de nosotros mismos. De nadie más.
Y es que los seres
humanos tenemos al alcance de la mano el que las cosas cambien. No sé
si nos habremos dado cuenta, pero somos mayoría, y según rezan los
principios más básicos que sustentan el sistema de convivencia por
el que nos regimos, “la soberanía emana del pueblo”. O sea, que
aparte del número, nos avalan las leyes. No sé si nos habremos dado
cuenta de esto. No lo sé.
Pues a poco que nos
percatemos del inmenso poder que tenemos, no será difícil el resto.
Y además estoy seguro de una cosa, y es que de ese inmenso poder que
tenemos, no haremos un uso indiscriminado o irracional, lo cual nos
hace ver una cuestión que nos debe ayudar a llevar a cabo nuestros
sueños y nuestras aspiraciones, y es que, aquellos que tienen el
poder, y encima son minoría, y además hacen un uso indiscriminado
de ese poder, son eso, minoría. Y además de eso, resulta que
dependen de nosotros, los ciudadanos. ¿Nos empezamos a dar cuenta
ahora, de que si queremos, podemos conseguir aquello que persigamos?
Imaginemos que pudiéramos
disfrutar de una vida más feliz. Por ejemplo, cuando estamos con
amigos, nos reímos, charlamos, nos divertimos, somos realmente
felices. Pero en cuanto ese instante pasa, volvemos irremediablemente
a la cruda realidad. Nos enfrentamos de nuevo a la ranciosidad de lo
cotidiano. Regresamos de ese pequeño mundo en el que hemos vivido
durante unos instantes, para volver a la crispación constante, al
cabreo permanente, al fastidio diario, o a la indignación que nos
atosiga cada minuto de nuestras vidas.
Pues bien, ¿ no sería
mejor que pudiéramos disfrutar de los amigos o de la familia, y que
nuestras vidas continuaran por la senda de esa felicidad, porque
sabemos que de nada nos tendremos que preocupar, porque los políticos
que tenemos hacen las cosas bien y nos proporcionan la ausencia de
preocupaciones? ¿Cuánto mejor no sería eso? ¿Y por qué creemos
que eso es imposible?
Hoy en día se utilizan
los ratos de ocio para distraernos de tanta barbaridad y de tanto
abuso institucional, empresarial o de cualquier otro estamento de
poder. Entonces, ¿por qué no podría ser que tuviéramos esos ratos
de felicidad, y que esta tuviera continuidad porque sabemos que
después de eso no habrá nada que nos preocupe o no habrá nadie que
nos incomode, porque tenemos la certeza de que, quienes nos gobiernan
saben hacer las cosas bien?
A mi, particularmente, me
hubiera gustado que jugar al fútbol en el patio de abajo no fuera un
modo de evadir mis preocupaciones, que bailar en una pista de baile
no supusiera una evasión de mis preocupaciones, o que cantar en un
karaoke no tuviera que ser una manera de alejarme de la cruda
realidad que me atosiga todos los días a causa de la mala praxis con
que se mueven y se muestran los políticos y los poderosos que tengo
encima. Me gustaría todo eso formara parte de mi vida, sin más, y
no que tenga que usarlo para eludir o para enmascarar el hecho de
que, después de eso, volveré a la crudísima realidad que me
envuelve todos los días por culpa de unos pocos, una minoría muy
poderosa, que se empeñan en hacerme la vida imposible y en que no
pueda alcanzar la felicidad que me merezco. Yo no quiero felicidad
para unos instantes, más que nada, porque mi vida es toda una vida.
Y aunque toda una vida sea un instante, yo lo que quiero es vivir ese
instante sin sobresaltos ni sin tener que preocuparme por unos pocos
que hacen que la vida sea dura y muy cruel.
Venga, conquistemos un
mundo mejor. Es fácil, y además lo tenemos más que merecido.
Tititokokoki