jueves, 1 de junio de 2017

Tengo que confesarlo

Hubo un tiempo en el que me creía todo. Tenía mis propias ideas y buscaba a alguien, a algún partido político que me dijera que mis ideas coincidían con las de ellos, o viceversa. Y lo encontré. Aposté por lo que creía y por aquello que me decían. Las televisiones, las radios, la prensa, todo me valía a la hora de informarme sobre lo que estaba pasando y sobre lo que estaba haciendo. Y todo me coincidía. Pues a votar, que la cosa va bien. Y lo hice, no sólo en una ocasión, sino en varias, lo que aumenta mi preocupación sobre la estupidez que cometí. No en votar, sino en por quién he votado y para qué.

Pues nada más lejos de la realidad. Me equivoqué de lado a lado. Todo se me vino abajo al empezar a comprobar que todo era igual día tras día, que todo circulaba en el entorno de la misma rutina, y que nada estaba cambiando, a pesar de lo que me decían a través de aquellos medios o de aquellas personas que oía alrededor mío o incluso más allá. Comencé a entender que algo estaba sucediendo que no cuadraba con las expectativas marcadas. Tan solo empecé a recurrir a otros medios para ver qué estaba sucediendo. Y costó. 

Costó porque al principio no te crees nada, tienes dudas, y en ocasiones miedo a creer en lo que lees o escuchas de novedad. Llegas a la existencial duda sobre ti mismo, sobre el nivel de error que estás cometiendo al intentar comprender otras maneras de ver lo que sucede. La otra duda es sobre todo lo que hasta ese instante has hecho. No sabes si has acertado o sencillamente estabas equivocado de lado a lado.
Pero la evidencia es más que clara y diáfana. Ya no es necesario buscar editoriales o titulares que te abran los ojos y te den de narices con la realidad. Si bien recurres todos los días a los diferentes y variados medios a tu alcance, con el fin de mantenerte al día sobre lo que sucede, lo cierto es que, lo único que haces todos los días, es confirmar la podredumbre que vives y sufres, y la inmundicia que te ahoga y te asfixia. Ratificas la porquería que es este país y confirmas que el futuro se presenta ciertamente negro y también sucio. Trágico, diría.

Así que, llegados a este punto, concluyes que durante muchos años has cometido muchos errores, y quizá el peor de ellos ha sido el que has ayudado a que todo este sistema de mierda se sostuviera y se alimentara de tu ingenuidad y de tu buena fe. Ahora, y desde hace ya algún tiempo, te das cuenta de que llegó el momento del cambio, y en ese terreno, visto lo visto, hay que ser contundente y hay que actuar con determinación y total decisión. Y esa determinación y decisión es, y debe ser,  proporcional a la que pusieron aquellos que durante tanto tiempo me han mentido y engañado, me han defraudado y han sacado provecho de mí con sus patrañas, sus indecencias y sus canalladas. Ahora llegó el momento de cambiar demagogia por Democracia, usando las herramientas que pone a disposición de las personas  aquello que han estado destrozando a base de mentiras y de infamias, estos desalmados que no tuvieron escrúpulos ni decencia durante tanto tiempo:

LA DEMOCRACIA. Así de claro, rotundo y radical.

A mí me han decepcionado, me siento defraudado. Siento que me estafaron.


¡Malditos sean!

Tititokokoki