sábado, 24 de junio de 2017

Ni perdón, ni olvido



Este país atraviesa una era en la que se descubren día a día muchas tropelías, demasiadas indecencias y un tropel de improperios. De momento usan los medios que tiene a su disposición para tatar de tapar en lo posible sus desmanes, pero es posible que dentro de un tiempo, no sean capaces de frenar el resultado que saldrá de la indignación retenida, e incluso reprimida, que se estaba acumulando en la sociedad. La apatía actual podrá convertirse mañana en un arma arrojadiza contra los que sometieron a la población a base de censura y de abuso de poder, además de manipulación descaradísima y tergiversación malintencionada. Y no digo yo que sea una buena solución, ya que de una indignación oculta, reprimida o soportada en silencio, no pueden salir soluciones pacíficas o al menos de buen trago. Ojalá que no, pero me temo que de todo esto solo saldrán revueltas violentas y/o protestas agresivas. Tanta indignación, tanta rabia, tanta crispación contenidas durante tanta tiempo y por tantos motivos acumulados unos encima de otros, no pueden tener un final pacífico precisamente.

Pero lo más importante no será el resultado de tanta mala leche acumulada. Lo importante será saber si seremos capaces de perdonar. En ocasiones se dice que se puede olvidar, pero nunca perdonar. Incluso al revés, o sea, que se puede perdonar, pero no olvidar. Y no sé qué será mejor, o qué será peor. Lo cierto es que lo que padecemos ahora, es imperdonable. ¿Pero, qué hacer después?

En mi opinión, considero que ni una cosa ni la otra. Ni perdón, ni olvido. Todo esto por lo que nos han hecho pasar, debe quedar en las mentes para evitar que nos vuelva a suceder, y a aquellos que nos han infringido tanto daño, creo que no deberemos ni perdonarles, ni olvidarnos de ellos ni de sus fechorías. Aprender del pasado no dará lecciones a futuro, tal como decía Croni en un artículo suyo. Pero sería bueno que de esta vez sí aprendiéramos. Desde luego, la oportunidad lo merece, porque volver a pasar por estas, no es recomendable para nadie. Ni para generaciones futuras, ni por supuesto, para los que lo hemos conocido y sufrido en propias carnes. ¡Vamos, sería el colmo de los colmos!

Ni perdonar, ni olvidar. Eso sí, sin rencor. Olvidar o perdonar cuarenta años, es difícil tarea, pero estos últimos cinco,…………….

Pronto tendremos la oportunidad de comprobar qué hacemos. Si perdonamos, si olvidamos, si las dos cosas. O ninguna, vaya usted a saber……………..


Tititokokoki