Todos los días los medios nos
muestran una parte de las víctimas que produce este sistema implantado e
impuesto en todo el planeta, en especial en aquellos países considerados
avanzados y democráticos. Pero nada está más lejos de la realidad y nada de lo
que dicen obedece a la realidad. Las víctimas que este sistema produce son más,
muchas más que las que nos enseñan. Muertos en guerras, unos mostrados y otros
muchos no, muertos en atentado con el mismo método que el anterior, pero, ¿qué
hay de las otras víctimas? Por ejemplo, aquellos que regresan de las guerras
con serios trastornos, o aquellos otros que sufrimos los efectos de las guerras
y los atentados, aunque no participemos con el sufrimiento físico de ninguno de
esas formas que producen víctimas mortales.
Somos víctimas, sufrimos al ver que
se producen muertes injustas, innecesarias en la mayoría de los casos (por no
decir en todos). Por lo tanto, esas víctimas que produce el sistema, no
contamos, no cuentan, al parecer.
Y es seriamente preocupante. En
el caso de los militares que se forman a base de “calenturas” y “lavados”,
salen eufóricos y llenos de razones para matar a otras personas, pero a la
vuelta, las cosas han cambiado, y lo que sufren o padecen, son unos efectos atroces
para sus vidas. En algunos casos son despreciados o ninguneados y tienen para
el resto de sus vidas diferentes y diversos estigmas que no les darán
precisamente una vida plácida y tranquila. El haber visto con sus propios ojos
cómo morían compañeros suyos, o cómo morían inocentes a causa de las balas que
disparaban o las bombas que soltaban, no les proporcionará buenas sensaciones
cuando todo eso acabe y tengan que volver a sus casas, con sus vecinos, con sus
amigos o para intentar llevar una vida con normalidad. Esas personas han
quedado trastornadas de por vida. ¿Cómo se cuantifican esas víctimas y cuáles
son los resultados para el resto de sus vidas?
Pues bien, la apariencia que
presenta este sistema genocida y atroz, es la de que lo harán aún peor,
eliminando a esa potencialidad de víctimas, usando la tecnología para
seguir haciendo “sus” guerras y para
seguir acumulando víctimas de segunda o de tercera categoría. Habrán eliminado
el adoctrinamiento sustituyéndolo por botones, por drones o por armas militares
de potencialidad asesina muy superior, sin necesidad de utilizar a personas
adoctrinadas y aleccionadas en cuarteles y escuelas preparadas para “lavados”
de cerebro. Y así habrán quitado de la lista que se iba engordando, a las
“otras” víctimas que el sistema producía, y que no contaban para el resto de la
humanidad porque los medios al servicio del sistema no lo tenían en su lista de
víctimas. Eran, y son, víctimas en el
silencio, pero que existían, y existen. Y
ahí seguiremos sin contar para ellos. Somos las otras víctimas, las que
no contamos para nadie. Ni para nada.
¡Malditos sean!
Tititokokoki