La empatía es una habilidad de la
que carecen muchas personas. Ponerse emocionalmente en el lugar de otra
persona, no es una práctica habitual en el quehacer diario. Si acaso se usa
mucho en los negocios, en las relaciones comerciales, incluso en la profesión
de la abogacía o en la judicial, pero poco más allá. Y sería una práctica que
podríamos poner en marcha en nuestras vidas. Solo así podríamos entender muchas
cosas que pasan a nuestro alrededor y podríamos alcanzar a comprender el por
qué de muchas cosas que suceden. Incluso podríamos evitar otras o conseguir que
otras muchas fructificaran.
Ponerse en el lugar del camarero,
por ejemplo, o del albañil, del taxista o de la cajera del supermercado, no
serían malas prácticas.
Más bien al contrario. Nos ayudarían a comprender y a
entender muchas cosas. También sería interesante y útil que sucediera al revés,
o sea, que esos profesionales, y todos los demás, se pusieran en el lugar contrario.
Imaginemos, por ejemplo, que el cornudo se pone en el lugar del corneado, y
viceversa. ¡Cuántas cosas cambiarían! Mejor dicho, ¿Cuántas cosas cambiarían? O
el estafado en el lugar del estafador, y viceversa.
La empatía consiste en hacer uso
de la capacidad cognitiva para percibir qué piensa la otra persona, llegando a
deducir gran parte de su comportamiento, participando de su manera de pensar, y
concluyendo en conocer el por qué de sus actos. Pues no estaría de más que
fuera una práctica de obligado cumplimiento, llegando incluso a ser regulada
por ciertas normas sociales e incluso profesionales.
Considero que incluso podría ser
el motor de un cambio ansiado y necesitado para este país.
Tititokokoki