domingo, 9 de abril de 2017

Ni épica ni epopeya. Sólo tragedia.

Lo de España, es tragedia, es comedia, tragicomedia incluso. Lo de este país roza la previsible hecatombe como único remedio a catastrófica andadura.

En este país, al igual que en el resto del planeta, nunca podremos hablar de epopeyas, de heroicidades, de gestas o hazañas, de proezas o de aventuras. Podremos hablar, eso sí, de odiseas, de catástrofes o de desgracias, de infortunios, desdichas y fatalidades.

El siniestro, la adversidad, el patetismo serán señas de identidad que identificarán a una sociedad alejada de lucha, de reivindicación o de protesta justificada y justa.

Nada nos identificará que tenga relación con hechos históricos que podamos narrar a nuestros descendientes. No podremos, ni podrán, escribir epopeyas españolas. Nadie podrá narrar versos que digan que hemos sido héroes o que hemos tenido líderes o adalides de justicia, de libertad, de derechos, de igualdad o de Democracia.

La epopeya española no existirá, la épica tampoco. Siempre llegamos tarde, nunca acabamos lo que empezamos, y en ocasiones ni emprendemos el camino hacia las conquistas o los logros usurpados a golpe de decreto o por imposición, y asunción, del miedo.

Para escribir una epopeya, tiene que haber valientes para que otros valientes escriban epopeyas, tiene que haber insignes e ídolos que lideren, que sean paladines defensores de lo justo y lo equitativo. Tiene que haber defensores, sostenedores y campeones dispuestos a representar a los que después escriban epopeyas y épicas.

Pero me temo que tan solo se podrán escribir tragedias, catástrofes y desastres.
Tan solo se escribirá una vez, y esta será instantes antes de la hecatombe.
Y ya nadie lo podrá leer, porque ya nadie habrá.


¡Malditos sean!

Tititokokoki