Lo de España, es tragedia, es
comedia, tragicomedia incluso. Lo de este país roza la previsible hecatombe
como único remedio a catastrófica andadura.
En este país, al igual que en el
resto del planeta, nunca podremos hablar de epopeyas, de heroicidades, de
gestas o hazañas, de proezas o de aventuras. Podremos hablar, eso sí, de
odiseas, de catástrofes o de desgracias, de infortunios, desdichas y fatalidades.
El siniestro, la adversidad, el
patetismo serán señas de identidad que identificarán a una sociedad alejada de
lucha, de reivindicación o de protesta justificada y justa.
Nada nos identificará que tenga
relación con hechos históricos que podamos narrar a nuestros descendientes. No
podremos, ni podrán, escribir epopeyas españolas. Nadie podrá narrar versos que
digan que hemos sido héroes o que hemos tenido líderes o adalides de justicia,
de libertad, de derechos, de igualdad o de Democracia.
La epopeya española no existirá,
la épica tampoco. Siempre llegamos tarde, nunca acabamos lo que empezamos, y en
ocasiones ni emprendemos el camino hacia las conquistas o los logros usurpados
a golpe de decreto o por imposición, y asunción, del miedo.
Para escribir una epopeya, tiene
que haber valientes para que otros valientes escriban epopeyas, tiene que haber
insignes e ídolos que lideren, que sean paladines defensores de lo justo y lo
equitativo. Tiene que haber defensores, sostenedores y campeones dispuestos a
representar a los que después escriban epopeyas y épicas.
Pero me temo que tan solo se
podrán escribir tragedias, catástrofes y desastres.
Tan solo se escribirá una vez, y
esta será instantes antes de la hecatombe.
Y ya nadie lo podrá leer, porque
ya nadie habrá.
¡Malditos sean!
Tititokokoki