Obvia decirlo; aquellos que hemos
vivido esta tragedia, no podremos perdonar nunca.
Ni olvidar. El daño infringido,
frente a la impunidad de los causantes, es una realidad que hace imposible el
perdón, y hace que sea del todo inútil, el olvido.
Quizá algún día hablemos de
corrupción con otro tono distinto al que ahora mismo, y desde hace tiempo,
venimos hablando. Ese tono será diferente porque quizá para aquel entonces, nos
demos cuenta de la enorme magnitud de problema. No así hoy día, que hablar de
corrupción, es un acto cercano a algo normal, cotidiano, contemporáneo y casi
inherente, ineludible e inevitable. Incluso diría que se le da el tono de
necesario por sistemático y de alta frecuencia.
Más allá aún; aparece como algo que forma parte de la historia, y
algunos se empeñan en intentar demostrar que es imposible vivir sin corrupción.
Pero el asunto va más lejano aún,
por lo que el daño que causa, es atroz, y se eleva a epidemia, a pandemia o a
catástrofe humanitaria, y es que, aquellos que protagonizan la corrupción, se
cubren sus anchas espaldas acaparando al Poder Judicial y parasitando los
poderes públicos y las instituciones con el único fin de verse protegidos. Por
si fuera poco, usan y utilizan su predominancia para practicar injerencias en
los demás poderes, judicial y mediático, incluidos en el mismo saco. Por otro
lado, los chivatazos que hacen que aquellos que se ven acosados y perseguidos,
se cubran y protejan sus propiedades y sus fraudulentos bienes para
preservarlos de cara al futuro que, si el Poder Judicial sometido aviene, será
más cercano ese futuro de lo que hasta el propio encausado sospecha.
La información privilegiada a los
corruptos por parte del Poder Judicial, del Poder Político e incluso de otros,
como es el periodístico, hacen estragos en la sociedad cuando alcanza a conocer
tal artimaña sucia y mafiosa.
Por último, están los
semovientes, aquellos vasallos encantados de favorecer a sus señores feudales
para que continúen con el saqueo del que a ellos, los semovientes, lo más
probable es que le caiga alguna miserable migaja.
Bueno, lo último no era lo
anterior, porque no hay que dejar de mencionar a las empresas, dignas estas de
ser destacadas en todo este maremágnum de corrupción, ya sea desde sus
aportaciones canallas, ya sea desde sus asquerosas e indignas puertas
giratorias
Perdón, lo último no era eso,
porque tampoco podemos olvidar a los partidos políticos que secundan, ocultan,
apoyan y tapan, a los corruptos.
¡O sea, que no quiero seguir con
esta contabilidad a modo de resumen/recopilación, porque da para enfermar y no levantarse jamás!
Pero, ¿en qué país de mierda vivimos?
¿Quién es capaz de perdonar algún
día?
Adenda 1: Según dicen los
entendidos de todo esto, lo más gordo aún está por llegar y ser de conocimiento
público. Según dicen, nos daremos cuenta de que no todo dependía de la suerte,
que había algo más allá. No sé a qué se refieren, pero aseguran que todo está
amañado.
Tititokokoki