Nunca es tarde y siempre debes de
estar dispuesto a aprender. Como dice el refrán, “la experiencia es asignatura
que, por desgracia, todos aprendemos tarde”. Y cada día que pasa, te confirma que tienes huecos en tu
sabiduría, que padeces de carencias en tus conocimientos.
Yo no lo sabía que el ser humano
pudiera llegar a ser tan inhumano, tan cruel y despiadado. Yo no sabía que el
ser humano pudiera ser tan cabrón, tan soez y tan macabro. Cuanto mayor sea el
rango, peor, cuanto más tenga, peor, cuanto más aspire a ser, peor aún.
Cuando se está en las élites, es
preciso ser malvado. Tu posición lo requiere, y a poco que te despistes,
siempre habrá alguien que te pise, que te pase por encima, que puedas llegar a
perderlo todo. Pero podría ser natural, podría ser una cosa consecuencia de la
otra, podría ser inherente, pero cuando se trata de cuestiones espurias, el ser
humano también deja ver su capacidad de hacer el mal, de infligir daño, de
maltratar o de lastimar. Y es ahí donde se encuentra que el ser humano es capaz
de superarse a sí mismo en la malignidad. Por un quítame allá unas pajas, hay
personas capaces de matar, de hacer el mayor daño posible con tal de mantener
su ego o de llevar la razón, aún cuando en ocasiones ni siquiera la tenga.
Yo no lo sabía, pero el ser
humano es capaz de llevar las situaciones más allá de su propia destrucción.
Habiendo alcanzado una globalización inhumana, la condición de inhumanidad del
ser humano también va parejo en su brutalidad a la descomunal y
desproporcionada violencia de esta globalización criminal.
Y lo peor de todo es que esa
agresividad que yo no sabía, se acompaña de un nivel de estupidez y de
mediocridad que asustan, que dan miedo. Hacer de semoviente en esta
globalización tan atroz es fácil y además parece que contagia e incita. Ser
semoviente motiva, y aunque traiga más malos tragos que satisfacciones, parece
como si se tratara de un síndrome de abstinencia que hace que al día siguiente
de haber sido vilipendiado, al minuto siguiente de haber sido agredido, vuelvan
con su papel de semovientes falsamente aburguesados, para poder seguir llenado
sus egos creyéndose los reyes del mambo delante una cerveza, en una terraza,
con día soleado, gafas de sol y piernas cruzadas en síntoma de grandeza externa,
pero ocultando las miserias que llevan dentro.
Yo no lo sabía, pero el ser
humano, aparte de cruel e inhumano, aparte de bruto y vil, es estúpido e
idiota, sobre todo en su versión semoviente.
Tititokokoki