Para que España alcance el
comienzo de un cambio, es preciso que España cambie antes su mentalidad en
general. Y no sé si ese cambio debe de empezar por la propia sociedad, en su
mayoría, o si será mejor empezar por la clase política. En todo caso, lo que sí
sé, es que empiece por donde empiece el cambio, la otra parte acabará cambiando
también. No obstante, opino que el cambio debería empezar por la sociedad, y
esta exigir a sus políticos que a la vez cambien también, haciendo de filtro o
de “seleccionadores” de sus políticos.
Entre el pasotismo social
existente, y el sentimiento de “señores feudales dueño del cortijo” de nuestros
políticos, España está en una encrucijada de difícil superación si no se
plantea seriamente un cambio en profundidad. La sociedad debe ser más exigente
con sus políticos, y eso requiere de un profundo cambio. A su vez los políticos
deben tener mayor conciencia de servicio a los ciudadanos, y en este caso
también el cambio tiene que ser grande.
Por otro lado están los de ahí
afuera. Todas aquella organizaciones de carácter internacional, debería de
saltarse la ya de por sí paupérima soberanía de este país, y llamar la atención
de los españoles y de los políticos que tenemos, para que ese cambio se produjera
de manera urgente y necesaria. Desde Buselas, hasta la ONU, pasando incluso por
la OMS, la OIT o las Organizaciones de los Derechos Humanos, los Comités de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y todos aquellos Comités que
componen la ONU, como son los de los Derechos de los niños, de las mujeres, los
trabajadores migratorios, las personas dependientes o discapacitadas o los
comités de lucha contra la tortura, deberían llamar a la atención a España, a
los españoles y a los políticos españoles, para hacerles saber que en este país
las cosas se están haciendo rematadamente mal, tanto a nivel social como
político o empresarial.
Y de todos estos, destacaría a la
OMS, porque un país enfermo, es un país sin progreso, sobre todo, insisto, si
es porque la clase política que tenemos es déspota y sátrapa, y por si la
sociedad que sufre esos castigos, y que no protesta, sufre de estupidez, de
mediocridad o de alguna enfermedad rara que todavía no está diagnosticada y por
lo tanto, es desconocida.
Después ya pediremos ayuda
también a alguna organización de lucha contra los medios de comunicación
mentirosos, cómplices, alcahuetes y semovientes de la clase política dominante.
Y si no existe, la creamos. Hace mucha falta y será de utilidad.
Tititokokoki