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España está en constante vilo a causa de la cizaña que suelen meter desde la derecha de este país. Farragoso a más no poder, el ambiente que crean se hace por momentos irrespirable.
Cuando era ETA, porque era ETA, y ahora con el independentismo, la maniobra es exactamente lo mismo. A saber si lo hacen adrede, creando focos, para atraer así la atención de las personas, aportando después la solución, para quedar como dioses ante la opinión pública, y mantener el foco constante alargando lo posible el asunto para mantener también sus privilegios y sus ventajas.
Nunca se sabrá si el terrorismo es una cosa de Estado, y tampoco se sabrá nunca si muchas de las cosas que se achacan al terrorismo, son todas del propio terrorismo.
Que se lo pregunten a quienes crearon los GAL, ejemplo, o que se lo pregunten a quienes supieron, y quisieron, fabricar independentistas.
Exacto, del mismo modo que se fabrican independentistas para tener el foco centrado en ese asunto. ¿O es que los independentistas surgieron de manera espontánea? Alguien los manipuló, alguien los alentó, y si bien hubo campañas del otro lado, es decir, de los propios independentistas, lo cierto es que quienes crearon más y con más razones, fueron la derecha de España, o sea, el PP y Ciudadanos, que son al fin y al cabo, los más interesados en que haya muchos independentistas.
Les va como anillo al dedo, y no dudaron, no dudan, ni dudarán, en mantener el statu quo tal cual está, porque así les va a ir de perlas, sobre todo ahora que el terrorismo ya no tiene foco ni trascendencia. Había que buscar otra escusa, y la crearon. En eso son únicos e insustituibles.
Ya lo dijeron antes otros que tienen más voz en el mundo en general y en España en particular.
El caso es crear el problema, para después ofrecer soluciones, y en eso la derecha de este país es especialista. O sea, que si no hay motivos para guerrear, se buscan. El asunto es tener de qué hablar, con qué promocionarse, además de servir de distracción para que la gente no se fije en otras cosas que les afectan y les importan. Y si encima le ponen énfasis y lo agrandan más de la cuenta, entonces ya tienen la sartén por el mango para poder hacer y deshacer a gusto.
Es por esto que digo que no me gusta nada la orina del enfermo. Nunca me gustó, siempre tuvo un cierto olor a vinagre, a ácido, a pus, a mala hostia premeditada. A gonorrea constante y a moco genital apestoso. Y sin embargo, hubo mucho gente de este país que decidió dar un paso más allá y probar en sus propios labios el sabor, porque con el fuerte olor a blenorragia que causaba náuseas nada más acercar la nariz, parece que no les llegó, y decidieron que había que probar aquello.
Y tragaron, y se quedaron como si tal cosa. Se acostumbraron al hedor y ya lo dieron por natural, por asumido como normal, y por darle carácter de corriente o habitual, aún a pesar de las purgaciones con las que después se contagiaron. Ni olor, ni picor, ni mal sabor. Todo se asumió y todo se instaló para quedarse y mantenerse así la jodienda constante. La violación permanente, con pus incluida.
La manipulación de la que estamos siendo víctimas constantes, la demagogia que se gastan quienes viven a gusto y de puta madre en el barro y el follón, el ruido que tanto le gusta a la derecha de este país, han surtido efecto y ya parece normalidad el que las cosas estén tan embarulladas y tan apestosas. ¿No sería más normal que la gente se enfrentara a este modo de hacer las cosas, más que nada para que se les dejara en paz y les dejaran disfrutar de la vida, sin más problemas de los que de por sí ya se tienen en esta vida? ¿Por qué se ha dado por bueno, o por inevitable, todo esto que pasa en España, con el asunto del sensacionalismo, de la exageración, de lo aparatoso con que presentan algunas cosas desde la derecha?
Y ya no es tanto por lo que hacen desde la clase política de este país, si no que además también se presentan de igual modo los medios de comunicación, que contribuyen de manera excesiva, imprudente y poco ética, a emborronar aún más el ambiente, contribuyendo así a un estado de caos y de confusión, que para nada puede ser beneficioso para la salud mental de las personas. No así para las audiencias que no paran de hacer sus particulares felaciones al aparato contaminador y contagioso.
Así que, si le sumamos la gonorrea constante que tenemos, a la destrucción del cerebro, a causa de enfermedades fatales de las neuronas, podemos decir que no solo la orina apesta y echa para atrás, si no que ciertos comportamientos, ciertas actitudes, y determinadas maneras de no pensar, o de pensar mal, van a hacer que, además del molluscum contagiosum permanente y con visos de extenderse de manera brutal, incluso a nivel de epidemia, tendremos que sumar, tendremos que añadir al cesto de la compra, otras cosas de muy mal gusto, y de peor resultado, que nos harán pensar en si esto es soportable o si es mejor emigrar para evitar ciertos contagios que no nos hará la vida precisamente feliz. Lo digo, porque esto no tiene trazas de cambiar mucho, y a poco que dejemos que la enfermedad se enquiste, o que alcance virulencia sin posible vuelta atrás, la cosa de la convivencia se nos va a poner poco menos que de zombies para arriba, comiéndonos entre nosotros, por culpa de que unos cuantos gilipollas, no se les ocurrió otra cosa que jodernos a traición y con violencia inusitada, y contagiarnos de sus aberraciones y de sus, eso, gilipolleces.
Habría que intentar cambiar un poco todo esto, pues la podredumbre que proponen, no es nada halagüeño para los intereses de las personas de bien. Y de esas, en España, creo que hay mucho, así que, será mejor empezar a cambiar, porque si no va a haber más personas contagiadas, y es una pena desperdiciar tanto talento y tanta humanidad. Hay que cuidarse más.
NO SÉ, PERO NO ME GUSTA NADA, LA ORINA DEL ENFERMO.
Tititokokoki