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Dice la Constitución en su Artículo 1, Punto 2, que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Se deduce, por tanto, que es el pueblo español el que elige a quienes serán los gobernantes durante el tiempo establecido por Ley.
Y esa elección se hace en base a unos programas electorales, unas promesas que se hicieron y un plan presentado públicamente para el tiempo de duración de la Legislatura. Pues bien, a partir de que son nombrados, porque el pueblo así lo decidió, en una mayoría suficiente, las cosas cambian y los ciudadanos pasamos a un segundo plano, o más allá, y la dirección que toman los políticos es otra bien diferente a la que en un principio se presumía o se deseaba.
¿Hasta cuándo vamos a ser capaces de aguantar tanta patraña junta? ¿Sabemos que estamos disponibles para sufrir?
Teníamos por creído que los políticos estaban al servicio de la ciudadanía, pero los hechos han demostrado sobradamente que somos los ciudadanos los que estamos a disposición de la clase dirigente. Y no debe ser así. No puede ser así.
Entonces, ¿para cuándo la reacción proporcional al agravio? Más allá, ¿para cuándo la acción?
El Siglo XXI debería ser el milenio que comenzara por cambiar todo esto que se viene produciendo repetidamente y hasta la saciedad, y hasta al insulto a la inteligencia. Sin embargo ya llevamos casi un cuarto del primer siglo y lo que aparenta la cosa es que va a peor. Y sigue sin haber reacción, sigue sin haber acción. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que esto no puede seguir así?
Llegó este milenio con un pan debajo del brazo relleno de obscenidades y de indecencias.
Y nos lo hemos comido enterito. Y no solo eso, si no que parece que hay una gran parte de la sociedad que pide más de lo mismo. De repente les entró una especie de síndrome de abstinencia y están dispuestos a devorar más de aquello que con tanta mala hostia les han servido con patatas.
No es comprensible tanta estulticia junta, tanta estupidez amontonada, tanta mediocridad acumulada en tan poco tiempo, y tanto aborregamiento manifiestamente ilustrado y asumido como compañía, con garantías y certificados de ser de por vida.
Hemos caído en la trampa de una manera tan ingenua, que se hace inexplicable que aún seamos capaces de pedir más. Hemos sido víctimas, estamos siendo víctimas, y no hay reacción ni hay acción.
Todo esto que sucede, se asume con tanta normalidad y con tanta parsimonia, que se hace del todo incomprensible que a estas alturas no se produzca la correspondiente y proporcional reacción y acción.
Tan solo es cada cuatro años cuando aparecemos en escena, y si siquiera eso, pues a la hora de hacer el recuento de votos, está más presente la manipulación y el toco mocho que la decisión que se ha tomado.
El pucherazo es el protagonista absoluto, es el actor principal de esta infame y ridícula película que nos hacen ver mientras ellos mangonean y deciden todo lo contrario a los intereses generales.
No somos nadie, no somos nada, tan solo un montón de piernas que van camino de las urnas para que después ellos decidan qué hacer y se repartan el pastel a su libre albedrío y con pactos por el medio para que el reparto de la tarta satisfaga a unos y a otros. Pero nosotros, los ciudadanos, no nos comemos ni las migajas. Y seguimos mirando para otro lado, seguimos con los ojos enturbiados y casi ciegos sin percatarnos, o eludiendo conscientemente, la enorme tomadura de pelo del que estamos siendo objetivo prioritario. Nos escondemos debajo de lo primero que tengamos a mano con tal de no ver la realidad.
Realidad que, si la viéramos, si nos enfrentáramos, nos daríamos cuanta de la malignidad que soportamos, y la reacción y la acción, serían inmediatas y de proporciones descomunales, pero sin embargo justas.
¿Se puede ser más espantosamente ridículo, ver a una persona con el voto en la mano y con la mirada perdida en el horizonte, con muestras claras de ponerse al servicio de quienes manejan todo este cotarro ruin y soez? Y lo que es peor,., ¿se puede llegar a ser tan mediocre como para aguantar carros y carretas durante cuatro años, después de habernos insultado grave y descaradamente con sus mentiras y sus palabrerías zafias?
Pues es así, y así lo aguantamos, así lo soportamos. Y por el aspecto que presenta la actual situación, la actitud que mostramos, parece que estamos dispuestos a seguir sufriendo, e incluso a asumir sufrimiento como modo de vida, por todo lo que queda de siglo, por no decir que la cosa apunta a agotar el milenio.
Me gustaría pensar que se está acumulando demasiada mierda como para ser asumible por el ser humano, por lo que la reacción y la acción están a la vuelta de la esquina, pero por los antecedentes que tenemos, y por la actitud que mostramos, me da la sensación de que esto va para largo, mucho más largo de lo que es recomendable para nuestros intereses físicos, y para nuestra salud mental.
Para ellos somos la cosa de usar y tirar cada vez que se les pone en los cojones. Ellos, la clase política que impera y domina, tienen otros asuntos de qué ocuparse. Nosotros somos cosa.
¿No es hora de empezar a cambiar y a tomar decisiones? Creo que somos mayoría. Creo. A lo peor, es que somos una minoría de soñadores frustrados y la buena dirección es aquella que consiste en ignorar todo y en tirar hacia adelante sin importar que nos porculeen físicamente y nos agredan mentalmente con el otro porculeo virtual. Igual sí y todo..........
Tititokokoki