martes, 6 de febrero de 2018

LA INSOPORTABLE MALIGNIDAD DEL REPUGNANTE SUJETO SEMOVIENTE



A día de hoy, y desde hace muchos años, abundan por miles. Incluso diría que por millones. De hecho creo que llevamos cuarenta años de dictadura, en la que los semovientes abundaron en excesiva y criminal cantidad, hasta los otros cuarenta años de Democracia, durante la cual han hecho verdaderos estragos en la sociedad, y en la propia Democracia.

Son una lacra insoportable, hacen un daño incalculable y parece que preparan un futuro de muy pocas esperanzas para la mayoría de la población. De seguir las cosas así, en torno a la figura, y la acción directa de los semovientes, las cosas en el futuro próximo, y lejano, se presentan ciertamente difíciles para todos los demás que no figuran en la supuesta, e imaginaria lista, de semovientes del país. Y digo supuesta, o imaginaria, porque no figuran en ninguna estadística, esos listados. ¡Ya sería el colmo!, ¿no? No obstante, muchas personas sí conocen en su entorno, o cercano, a muchos que juegan ese maligno papel en la sociedad, y que participan activamente en los resultados electorales de esta nación, por lo que se puede considerar que también influyen directamente en el grado de calidad de la también presunta Democracia actual.

Son personajes que atentan directamente contra los más elementales conceptos de convivencia ente las personas. Por ejemplo: NO HAGAS A LOS DEMÁS LO QUE NO TE GUSTARÍA QUE TE HICIERAN A TI. En eso se contradicen largamente, pues cuando llegan otros con sus tropas, y sustituyen a los que antes fueron beneficiados por los suyos, suelen quejarse y contribuyen en las diferentes campañas de desprestigio hacia aquellos que llegaron con sus acólitos para llenarlos de prebendas a cambio de que les promocionen a la hora de presentarse a urnas para ser elegidos. Desde descalificativos altisonantes y graves en su grado de insulto y desprestigio, hasta campañas publicitarias con el fin de derrotar con infamias y con calumnias a aquellos que llegaron para hacer lo mismo que hicieron ellos hasta ese instante.

Y peor lo hacen hacia aquellos que pretenden acabar con las ventajas con las que cuentan los semovientes, tratando de implantar un régimen basado en méritos y capacidades. A esos los tachan de radicales, antisistema, extremistas o de personas o grupos que pretenden destruir la Democracia y que intentan imponer sistemas que acabarán por quitarles sus casas, sus vacas, sus pertenencias en general, o que les van a quitar sus cuentas bancarias o sus ahorros, entre otras infamias o calumnias. Cuando no les acusan de tener vínculos con regímenes comunistas, antidemocráticos o populistas, entre otras falsas acusaciones.

Los semovientes también tienen diferentes escalados en su clásico formato piramidal. Desde el semoviente de base, que se conforma, y se tiene que conformar, con pequeñas prebendas, hasta el capo empresarial que accede a promocionar a quien les facilita obras o concesiones públicas, o el otro capo empresarial que pertenece a grandes grupos de comunicación, desde los cuales no dudan en hacer campaña directa, e indirecta, hacia quién les paga con publicidad Institucional o de partido político. Todos ayudan para que al final salga elegido el partido político que supo, y quiso, crear, y criar, su propia red piramidal de semovientes. Unos con sus votos, otros condicionados, los demás obligados, todos hacen posible que el partido político que les untó, gane en elecciones, o se posicione para llevar a cabo las coaliciones que les permitan gobernar y seguir así repartiendo suculentos dividendos con cargo al bolsillo del resto de los españoles, por lo que bien se le podría tachar a esos resultados, de pucherazo electoral, tal como se insinuó en diferentes ocasiones.

Bueno, el resto, incluidos los propios semovientes, solo que hay una diferencia, y esta es que unos pagan, sin recibir nada a cambio, mientras que otros, los propios semovientes, al menos se llevan algo a la boca, o a sus bolsillos. Y eso crea un régimen de desigualdades que, además de ser maligno, es repugnante. Se debería acabar son esto desde el prisma constitucional.



¡Malditos sean!


Tititokokoki