Si hay alguna característica por
la cual se puede identificar a este siglo en el que, en apariencia vivimos, es
el de que, desde que empezó, hasta los días de hoy, todo se ha hecho sobre la
base de la mentira. En realidad ya venía de antes, ya que de siempre el ser
humano miente, pero cuando la mentira alcanza determinadas líneas rojas, la
cosa se empieza a poner, como mínimo, preocupante, alarmante y poco halagüeño
para las esperanzas de las personas de bien. Pero nadie puede negar que de
principios de siglo a estos días, la mentira ya llegó a niveles escatológicos,
enfermizos, obsesivos y de una práctica tan habitual y normalizada, que asusta
solo de pensarlo. Y de verlo y comprobarlo no digo nada sobre las sensaciones
que produce.
Es por esto que a ojos de los
infectados por esto de la mentira, todos aquellos que dicen la verdad, son
tachados de revolucionarios, extremistas, radicales, antisistema o inadaptados.
Los hacen ver como bichos raros, les endiñan unas campañas de desprestigio
atroces y usan para ello a los mejores transmisores de la mentira, o sea, a los
medios de comunicación bien surtidos de prebendas, y a todos aquellos bolsillos
agradecidos de los periodistas que pululan por los platós de televisión, a los
que escriben de puño y letra de otros los titulares de los periódicos más
importantes, o a los que se van a las radios a leer lo que llevan por escrito
desde diferentes y diversos despachos.
Es decir, que en el siglo que
estamos, decir la verdad es de revolucionarios, en su tono más peyorativo y
desprestigiante que pueda haber. Porque, nadie será capaz de negar que los
Partidos políticos que están en el poder, PP, más aquellos que les dan su
apoyo, Ciudadanos, más aquellos otros que sirven de coraza, PSOE, mienten. Y si alguien lo niega, son
mentirosos también.
Así que, empezando por uno mismo,
porque creo que digo verdades como puños, soy un revolucionario. Es más, me
declaro revolucionario.
¿Quién nos iba a decir que
llegado el siglo XXI, decir la verdad te convierte en un bicho raro, en un
fuera del sistema, o en un extremista radical peligroso?
Pues también es verdad que vamos
por muy mal camino al consentir este estado de cosas.
¿O no?
Tititokokoki