Eso es lo que sentimos todos. Vergüenza de ver como los sinvergüenzas lo copan todo, lo acaparan todo y se lo llevan todo bien cocidito y bien aliñado.
Ellos, los poderosos, los adinerados, los atrápalotodo, disfrutan de su sinvergonzonería, mientras los demás sentimos vergüenza ante tanto abuso y tanta barbaridad.
No es justo. Cuando los que deberían sentirse culpables ante su falta de vergüenza, no lo sienten así, hay algo que está fallando. Y cuando los demás sentimos vergüenza por ser gobernados por sátrapas sin vergüenza alguna, hay también otro fallo.
Es lo que se llama “la vergüenza ajena”. O sea, que la cosa se dio la vuelta, y provocó una situación paradójica, inusual y para nada acertada o de buen final. Sentir nosotros la vergüenza, cuando quien la debería sentir no la siente, es grave, muy grave.
Definición de vergüenza:
Sentimiento de pérdida de dignidad causado por una falta cometida o por una humillación o insulto recibidos.
Otra: Sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien, o a que alguien lo haga.
Pues bien. Podríamos empezar por dejar de sentirnos culpables o incómodos, avergonzados o cohibidos, ante tanta estupidez gubernamental y/o poderosa, y podríamos darle la vuelta al desaguisado. Es decir, que echándole bemoles al asunto, bien podríamos hacer que quienes tienen que sentir vergüenza, la sientan. Que seamos capaces de hacerles sentir mal con sus tropelías, con sus groserías y sus sandeces. No sé, pero bien podríamos enfrentarnos, sacudirnos esta mala saña que nos hace sentir avergonzados, acojonados, y provocar en ellos el sentimiento de vergüenza. Creo que tendríamos a mucha gente abochornada, en evidencia, ante la realidad que les mostraríamos. Y la lista podría ser enorme, pues aparte de los estultos gobernantes, los indecentes poderosos, los injustos acaudalados, a base de injusticias, también tendríamos a nuestros pies a una enorme nómina de semovientes a los que los dejaríamos en la más absoluta miseria, al hacerles ver que lo que hacen no tiene perdón, y es más propio de sinvergüenzas.
Como se hacía antaño en las plazas, ya sabéis.
Tititokokoki