martes, 17 de enero de 2017

LA SUSPICACIA

Después de haberle dado un breve pero interesante espacio a la perspicacia, ahora le toca el turno a la suspicacia. 

Y en ese contexto, entramos de lleno los españoles. Porque, ¿qué somos? ¿Más suspicaces que perspicaces? Si es así, ahí podemos encontrar uno de los motivos por los cuales las cosas nos van como la realidad demuestra. 

Pero si fuera al revés, es decir, que fuéramos más perspicaces, quizá la cosa cambiaría a nuestro favor. Porque, ¿qué diferencia hay entre ser perspicaz o ser suspicaz? La prueba más palpable la tenemos a diario. 

La prensa que leemos, los telediarios que nos endilgan, los debates insulsos, estériles y chabacanos con que nos atiborran a diario, y las tertulias que se prodigan en todos los medios cada día. 
Eso nos hace ser menos perspicaces y más suspicaces. Más que nada porque nos dejamos hacer. Quiero decir, nos lo dan hecho y tragamos con ello. 

No pensamos por nosotros mismos, sino que lo hacemos en función de lo que nos dicen a través de los medios de comunicación, y eso condiciona mucho, eliminando la capacidad de ser más autónomos a la hora de enjuiciar la realidad y los hechos que suceden a nuestro alrededor.

Pienso que es más importante fomentar la propia imaginación, aún a riesgo de crearnos muchos prejuicios, que dejarnos llevar por lo que digan los demás a través de su presencia continuada en los medios. Se erigen en líderes de opinión y lo que en realidad están haciendo, es dirigir la opinión de los demás hacia lo que ellos proponen. 

Por algo están ahí. Inda, Marhuenda, Rojo, Terchs. Son ejemplos de herramientas del sistema para propagar opinión y tendencia. Y lo consiguen. Incluso la duda, la confusión, el enfrentamiento y el caos. Crean y generan suspicacias

Fijémonos sino en un caso de actualidad como son los problemas internos de los partidos y los enfrentamientos entre sus diversos líderes. ¿Cómo es posible que los problemas internos de Podemos tengan tanta relevancia y polémica y sin embargo los que tienen en el PP, en el PSOE o en Ciudadanos, pasan casi desapercibidos o no les dan tanta importancia desde los medios? Son idénticos, pero en un caso merecen titulares y críticas encendidas, mientras que en otros casos transmiten naturalidad, normalidad e incluso se dice que no pasa nada.

Y por mucho que digan los diferentes líderes, por mucho que machaquen hasta la extenuación que lo que sucede es algo normal, incluso que no pasa nada, lo cierto es que la prensa le da otra variante polémica y sacan trapos sucios donde no los hay. 

Y lo peor de todo, es que cala en la sociedad y a diario se encuentra uno con frases del estilo “es que Pablo Iglesias es no sé qué”. ¿Y Rajoy? ¿Y Susana Díaz? ¿Y Albert Rivera? Aguirre, Cifuentes, el PSOE en general, ¿qué? Esos no. Entonces, ¿por qué ese concepto sobre la realidad por parte de una gran masa social? ¿Es eso un síntoma de falta de perspicacia y otro síntoma de ausencia de criterio propio?

Sí, así es. La suspicacia, el prejuicio, la sospecha o susceptibilidad, están al orden del día en la sociedad española. Y esas malignas actitudes nos hacen ser más suspicaces que perspicaces. Porque si no fuera así, tendríamos opinión propia y no nos dejaríamos llevar tanto por las tendencias que, de manera interesada, imponen y manejan otros.

Sí, si fuéramos más perspicaces, veríamos venir el toro. Y es muy fácil, porque se le identifica por unos cuernos enormes, visibles y muy peligrosos, viene hacia nosotros, hacia nuestra posición, y amenaza con quitarnos de en medio de una embestida brutal.
Por lo tanto, si fuéramos perspicaces, lo evitaríamos. ¿O no?

Me temo que estamos siendo corneados. La suspicacia es duda, no es objetiva, y eso nos provoca muchos problemas que, si fuéramos más perspicaces, no tendríamos.
O por lo menos, los reduciríamos.

¡Maldita sea!

¡¡¡PAÍS!!!¡¡CORTIJO!!¡¡FEUDO!!


Tititokokoki