Decía el economista Juan Torres que la economía no es una ciencia exacta porque los agentes que intervienen en ella son personas que hacen lo que les da la gana. La química pasaría a ser una suerte de economía si los electrones cobraran inteligencia, albedrío. Qué podríamos esperar si los electrones pudieran obrar a su voluntad. Qué ocurriría si los átomos de determinadas moléculas decidieran unirse mediante enlaces covalentes en lugar de, como vinieron haciendo hasta ahora, mediante enlaces iónicos (o viceversa). No sé si tal decisión electrónica podría llegar a provocar la destrucción del Universo, lo que sí está claro es que la química dejaría de ser una ciencia para convertirse en una lotería.
De esto se deduce que cuanta más libertad tengan los agentes que intervienen en la economía, la economía es menos ciencia, menos exacta, más imprevisible y, consecuentemente, menos útil. Y si entendemos que la economía es vital para el mantenimiento de una sociedad en condiciones medianamente civilizadas, tenemos que convenir que ha de restringir la libertad de los agentes que en ella intervienen cuanto más mejor.
Para los liberales, la libertad económica es la madre de todas las libertades, algo incuestionable y piedra angular de la democracia. No entienden que “libertad económica” es un oxímoron: o estamos con la libertad o con la economía, con las dos a la vez es imposible. Y esto es lo que nos viene sucediendo desde hace siglos: no hay economista que haya sido capaz de llevar a cabo un modelo económico de éxito ni, mucho menos, predecir las consecuencias que tal modelo puedan acarrear en el futuro; la libertad de los agentes económicos acabará provocando siempre, en el momento más inesperado pero inexorablemente, una catástrofe; una tras otra a lo largo del tiempo. Porque mientras el trabajo está férreamente regulado, el capital campa a sus anchas, haciendo siempre lo que le viene en gana.
Para los socialistas, la libertad económica debería ser lo que es: un oxímoron. Los socialistas deberían entender que no puede haber libertad en la economía, que la economía es la primera y más vital infraestructura del edificio social, de la comunidad. Que las reglas pueden cambiar, pero siempre tendrá que haber reglas de obligado cumplimiento.
El neoliberalismo se cargó la política, al dejar el poder en manos del capital. Pero también la economía. No es que la economía sea una ciencia inexacta; es que el capital, al igual que desprecia la política, desprecia la economía. En lugar de adaptarse al conocimiento, a la ciencia económica, utiliza a los economistas para hacer ingeniería financiera. Y no hay ingeniería sin ciencia.
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