Cuanto más se acerca la fecha de la segunda vuelta electoral, más
preocupados se muestran los medios y los enteros del país por la suerte
de Venezuela. Los políticos del extremo centro viajan a aquel país como
peregrinos a Santiago de Compostela en Año Santo Jacobeo; no se sabe muy
bien si en plan conciliador o para enredar un poco más las cosas o,
simplemente, para no estar aquí, en este país que se desayuna a diario
con un nuevo caso de corrupción.
Y parece que son los portavoces de
Podemos los elegidos para rendir cuentas públicamente de las muchas
tropelías que comete el gobierno de Venezuela; de esta manera, evitamos
hablar de nuestras propias miserias, que son muchas y nos disgustan.
Cuánto mejor hablar mal del que no está presente.
Igual se han ido
a la Guaira para recrear el viaje de los conspiradores de San Blas,
Juan Bautista Picornell y compañía, quienes, después de fracasar en su
intento de dar un golpe de estado con las clases populares madrileñas
para “salvar a la Patria de la eterna ruina que la amenaza”, fueron
arrestados y enviados a la cárcel de la Guaira, de la que no tardaron en
fugarse.
Al menos uno de ellos, Manuel Cortés y Campomanes, consiguió
hacer realidad su sueño republicano llegando, incluso, a participar en
la batalla de Ayacucho al lado del Gran Mariscal Antonio José de Sucre,
última gran confrontación entre las tropas del Ejército Unido Libertador
del Perú y el Ejército Real del Perú. Aquello sucedió el 9 de diciembre
de 1824, pocos meses después de que los Cien Mil Hijos de San Luis
restablecieran para Fernando VII el absolutismo en España.
Pero ya
conocemos el escaso predicamento que tiene la memoria histórica en
nuestro país, así que dudo que los próceres que ahora se van a hacer sus
américas en plena campaña electoral tengan interés alguno en recrear
otra cosa que no sea el sempiterno prurito de ejercer la alcahuetería en
casa ajena.
Claro que, ya puestos, podrían extender su misión
evangelizadora por el resto del continente americano, la mayoría de
cuyos países no están mucho mejor que Venezuela y, oye, explorar la
posibilidad de reinstaurar los virreinatos de Nueva España, Nueva
Granada, Perú y Río de la Plata A mí el que más ilusión me hace es el de
Nueva España, con Miami, Los Ángeles, San Francisco; especialmente,
Sausalito.
Hoy la Guaira ya no es lo que era. Sigue siendo la
puerta de entrada atlántica a Venezuela y está a apenas 30 km de
Caracas, pero ya es solo un destino turístico como tantos otros, con sus
estupendas playas y ese magnífico puerto donde hacen escala los
cruceros del Grupo Pullmantur. Quizá en alguno de esos cruceros los
próceres del extremo centro español recalen para tratar de futuros
pactos de gobierno; el Caribe es una buena fuente de inspiración, qué
duda cabe.
Croniamental
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