Este domingo se cumple el quinto aniversario del 15-M; hay que ver cómo pasa el tiempo. Medio año con Zapatero, cuatro con Rajoy y otros seis meses con gobierno de guardia. Muchas cosas han pasado a lo largo de este lustro. Lo más relevante ha sido la voladura del bipartidismo, circunstancia esta que nos ha llevado, precisamente, a estos seis últimos meses de gobierno en funciones y a la repetición de las elecciones; cosa que no tiene nada de dramático –al contrario de lo que muchos afirman-, pues está bien que si los partidos políticos no se ponen de acuerdo para formar gobierno sea la ciudadanía la que vuelva a tomar la palabra.
Este domingo volveremos a las plazas para manifestar nuevamente nuestra indignación, que sigue siendo la misma pues nada de lo que entonces demandábamos se ha resuelto. Seguimos igual que antes, sino peor, pues mal que no mejora empeora. Los chorizos se multiplican mientras el pan escasea más, a la protesta se le ha puesto mordaza, la hemorragia laboral está descontrolada, al igual que el éxodo de nuestros jóvenes fuera de España, los abuelos siguen manteniendo como pueden a sus descendientes, los juzgados no dan abasto y los ricos siguen distrayendo capital del erario. Claro que el relato oficial es muy distinto: con Rajoy, España es la economía que más crece, se están creando más empleos que nunca, ya nadie habla de la prima de riesgo. Puede ser que en la vida ocurra lo uno y su contrario a la vez, puede que las dos versiones de la realidad sean ciertas. Pero lo que es incontestable es que lo que vemos la gente corriente es lo primero: proliferación de nuevos casos de corrupción dentro del PP, una ley mordaza que nos disuade de salir a la calle a protestar, la imposibilidad de encontrar un trabajo decente, el colapso de la justicia. También, es verdad, en muchos barrios vemos locales que antes echaban el cierre y que ahora vuelven a abrir sus puertas a negocios aparentemente prósperos. En muchos barrios proliferan bares abarrotados de gente. Sí, pero en otros la cosa es bien distinta. Y habría que ver en qué condiciones trabajan los que ahora trabajan.
De cara a las nuevas elecciones del 26-J se han producido varios movimientos tácticos en las diferentes formaciones políticas. El PP, haciendo gala de una prepotencia absolutamente injustificada, espera conservar el gobierno, confiado en el tirón electoral de los buenos datos macroeconómicos, sin otro apoyo que el de sus propios votantes. IU ha entendido que el eje de la batalla política ya no es izquierda-derecha, y se ha sumado a la transversalidad de Podemos, gracias a lo cual las mayorías sociales españolas pueden verse representadas por la coalición Unidos Podemos. Podemos sigue tendiendo la mano al PSOE para acabar con la mayoría absoluta del PP en el Senado y construir una alternativa de gobierno para el rescate de la ciudadanía. El PSOE cierra filas en torno a Pedro Sánchez que rechaza toda posibilidad de acuerdo con nadie, salvo con C’s, y ha elegido como eslogan para esta campaña: ”Soy la única izquierda posible”, cosa que para muchos viene a ser lo mismo que decir: “La única izquierda posible es ninguna”. Y, además, sigue instalado en la dicotomía izquierda-derecha que, a día de hoy, no sirve para explicar nada de lo que está sucediendo ni da respuesta a las demandas de la gente que, en su mayoría, son coincidentes, con independencia de la ideología de cada cual. Es sorprendente que un partido como el PSOE, que se encuentra mucho más a gusto con el neoliberalismo que con el socialismo, se erija en único representante de la izquierda, cuando ya ni los propios comunistas reivindican la izquierda. Y, por último, C’s persiste en su afán de agrupar bajo la bandera del “constitucionalismo” al PP y PSOE, mezclar el agua con el aceite.
Pues este es, más o menos, el panorama que se nos ofrece para ir a las urnas. Pienso que la formación política que haya entendido mejor las demandas de las mayorías sociales, que sea capaz de ofrecer la propuesta de gobierno que mejor se ajuste a ellas, será la que salga vencedora de esta nueva convocatoria electoral. Las ofertas para el 26-J, en principio, parecen más claras que las del 20-D, al menos, las nuevas que vienen de la mano de Unidos Podemos, cosa que parece tener mucho que ver con el movimiento 15-M, con el que este domingo nos volvemos a reencontrar.
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