Los estructuralistas, Durkheim, Levy Strauss y compañía
entendieron que la evolución de la persona humana, como individuo, recorre las
mismas fases que la evolución de la Humanidad en su conjunto, o casi.
La adolescencia es una excrecencia de hormonas y granos, la
vida te da sueño y estás hasta tus pudendas partes de hacer lo que te digan tus
padres. El adolescente enaltece la amistad, pues sus colegas de su misma edad
son tan raros como él y llega a poner en riesgo su libertad (y hasta su vida)
por su tribu ¿De qué estamos hablando? Coño, del PP, que se revela en contra de
su padre Francisco Franco (eso sí, con la boca pequeña), le encantaría dormir
en el placentero sueño del neoliberalismo hasta el infinito y más allá, y se
junta con su gente para hacer lo que haga falta porque ninguno de su tribu se
vea privado de prebendas y mamandurrias.
Todos los españoles de medio pelo hemos pasado por la
infancia de la esclavitud, la servidumbre, la sociedad estamental, nos hemos
tirado al monte como bravos adolescentes, contra todas las tiranías. Y, ahora,
después de muchos años perdidos en el desierto, cual ideólogo del peyote en Katmandú,
el proletariado ilustrado del siglo XXI ha alcanzado la madurez, bañada en las
aguas más prístinas de la juventud de la especie, pero madurez igualmente.
Ahí estaremos las izquierdas para proveerles de condones, o lo que haga falta.
Croniamental