viernes, 1 de octubre de 2021

LAS PALABRAS ENMARAÑAN LA REALIDAD

Imaginemos a un chimpancé delante de un puzzle de mil piezas de un cuadro abstracto.
Supongo que primero lo ignora, luego lo huele y chupa y, si con mucho adiestramiento
entiende que ha de lograr reconstruirlo, le exigiría un tiempo ingente…para acabar
contemplando algo que no le dice absolutamente nada.


Pues es lo que creo que sucede al ser humano con el Universo: pretendemos reconstruir una
imagen que nos resulte coherente con las piezas de las Palabras, que son simples excrecencias de nuestras percepciones en 3 dimensiones y de la imaginación de algunos genios que intuyen una cuarta dimensión que nos resulta inconcebible al resto de la Humanidad.


La misma palabra Humanidad es una abstracción arbitraria: quizás el grupo concreto de
chimpancés se sienta con un vínculo común, pero para nada se les ocurre la “Chimpancidad”:
al grupo vecino lo quieren lejos, y los encuentros suelen terminar en peleas, aunque siempre
hay deslices que evitan la endogamia.


Si miramos el planeta Tierra, es una corteza inmensa llena de seres vivos que se han apañado
para subsistir, algunos a costa de otras especies, pero con un nivel creciente de complejidad: el cerebro de las mamíferos tiene zonas más sofisticado que el de los reptiles, y el grado de
especialización de los insectos y bacterias les permite colonizar los entornos más extremos.


Precisamente el mamífero que tiene un cerebro más evolucionado capaz de la abstracción, es
el factor de desequilibrio de un sistema que lleva funcionando eficazmente desde hace 4.000
millones de años: la Vida. Células que consumían productos orgánicos hasta que lograron
generar su propia comida a base de luz, agua y elementos inorgánicos, mucho más
abundantes.


La barriga de un ser humano tiene un límite: la ingestión diaria de más de 3.000 calorías
supone un problema que se traduce a la larga en obesidad. Eso animaría a trabajar sólo para
cubrir esa demanda. Pero si alguien se inventa la palabra Gastronomía, ocurre que
proporcionar caviar requiere un esfuerzo mucho mayor, como el de obtener un buen
champán. Se llama Capricho, y exige que la vida de muchos se dedique a complacer al listo que se ha puesto una corona de laurel y ha logrado la complicidad de los chamanes.


Es un ejemplo burdo de cómo las necesidades básicas del mono desnudo se pervierten en
Ambiciones desmesuradas en relación a la comida, vestido, techo y consumo de energía. Los
delirios de grandeza de Alejandro Magno se le acabaron a los 32 años, pero los de Gates duran ya demasiadas décadas, con otros “faraones” individuales y colectivos que se reparten la
economía mundial, a base de depredación del medio y explotación de los trabajadores.
Estamos en 2021, aún con la Pandemia que va por la quinta ola en España y con las variantes Delta, Lambda y Mu generadas en los países que aún no ha sido vacunados por la ceguera especulativa de las farmacéuticas que no han cedido patentes desarrolladas con dinero público.


Con una crisis económica grave por el parón, con desajustes de suministros como los
microchips, y ahora con una especulación feroz de la energía, imprescindible para todo y
todos. Beneficios demenciales para las empresas basadas en Internet: Amazon y Alibaba,
Gloogle y Facebook, y las clásicas de electricidad, petrolíferas e incluso inmobiliarias.
El diagnóstico, más o menos extenso, ya se ha hecho muchas veces. El pronóstico es bastante negro: cambio climático, desequilibrios económicos dramáticos, superpoblación… También
existen los “positivistas” que siguen creyendo que el desarrollo tecnológico supondrá la
solución de todos los males: habrá fusión nuclear, bacterias comeplásticos, sumideros eficaces de CO2 y el control de natalidad será asumido globalmente. Y llaman utópicos a los
ecologistas…


Lo difícil es el tratamiento para una población de 7.800 millones de personas con una
casuística que creemos parecida a la nuestra pero que difiere en aspectos esenciales:


- entienden el mundo de una forma muy distinta, por su propia historia y cultura.


- sus necesidades pueden ser muy perentorias: 900 millones de desnutridos, entre 30 y
80 millones de desplazados por guerras y hambrunas. Trabajos de subsistencia con
ingresos de 1 o 2 dólares diarios, carencia de agua potable para 4 de 10 personas…


- Sus recursos económicos, la situación política, sus fuentes de información difieren
entre continentes, países, comunidades e incluso pueblos o barrios.

Sólo lo que sucede en España es un microcosmos de lo global: cayetanos contra perroflautas, anarquistas contra votantes, profesiones liberales que rehúsan pagar impuestos para
funcionarios, obreros que prefieren cobrar en negro de constructores que quieren blanquear,
emigrantes dispuestos a aceptar cualquier condición laboral y españoles que prefieren vivir del cuento… Comunidades enfrentadas, diputados arrabaleros, periodistas mentirosos: el
Cambalache llevado al esperpento de los influencers y tictokers. Un sindios…

Pues la SOLUCIÓN, el bálsamo de Fierabrás que propongo es así de ingenuo y pueril: ¡TODO EL
MUNDO EN PELOTAS!...en el sentido figurado, renunciando a los ropajes culturales, a los
miedos y fantasías acumulados a lo largo de una vida, a ese Ego que nos define en la escala
jerárquica de una sociedad que es un puro CONVENCIONALISMO. Hemos visto despojados
de todo lo material a cientos de familias de La Palma, sabemos que la Parca se ha llevado de un plumazo a los más grandes y a nuestros más queridos, hemos sufrido enfermedades que nos
han hecho sentir minúsculos y frágiles, y sabemos que el empleo y lo ahorrado puede
desvanecerse en cualquier momento.

Si fuéramos honestos, nos miraríamos realmente desnudos ante el espejo, con nuestras
vergüenzas al aire: a partir de esa realidad incuestionable podríamos relativizar todas las
estructuras que nos manipulan por fuera y, sobre todo, por dentro: porque es el Discurso
interior lo que nos hace esclavos de filias y fobias, de rencores y proyecciones hacia un futuro
que no controlamos.

Se trata de tomar consciencia de que nuestras Palabras están cargadas de connotaciones
sociales arbitrarias y de una carga afectiva que nos legaron nuestros padres con buena
voluntad pero también convencidos de Mentiras como Dios o como Progreso.

El Silencio, la anulación del Ego, la simplificación de nuestras ansiedades no supone pasividad,
sino tener mucha más Claridad para actuar de una forma eficaz, en nuestro entorno cercano.
Una receta que cada humano podría aplicar para desenmascarse a sí mismo y así gritar: “El
emperador está desnudo” y descojonarnos de cómo eso basta para que pierda todo su poder.
A partir de reconocer que nuestras necesidades básicas son más simples y austeras de las que creíamos, podemos avanzar socialmente mucho más ligeros de equipaje y de miedos.

El Decrecimiento Sereno parecía un imposible, pero el mundo se ha detenido durante 3 meses, pero no para proteger a los débiles, sino para reforzar a los multimillonarios y especuladores. El Dinero nos decían que era algo limitado, que no había crédito para que el Estado invirtiera en sanidad, investigación y educación pero sí para reflotar bancos irresponsables y ahora a las líneas aéreas. Esos miles de millones se podían dedicar a la producción sostenible: agricultura ecológica, fábricas de productos básicos en España, distribución de proximidad, incluso cultura que nos dé autonomía frente al imperio yanqui.

Hay cantidad de locales de negocios fallidos que están en manos de la Sareb y que podrían ser cedidos a asociaciones de vecinos, a iniciativas sociales para que sirvan de espacios de encuentro, de debate, de creatividad. Que las personas no estemos encerrados en nuestros nichos-casa sino que nuestro ocio sea en lugares comunes como bibliotecas, ludotecas y espacios para un arte accesible, ciudadano o rural, para reivindicar la artesanía autogestionada.

Vivir más despacio, acumular menos, acallar el ruido que nos imponen las pantallas, nos puede reconciliar con el ser humano que lleva decenas de miles de años desarrollando capacidades que deben estar al servicio de la ciudadanía y no ser manejada para enriquecimiento de pocos. Pero para eso hay que tener la experiencia de que existe (aun débilmente) un tejido social de solidaridad que podemos reforzar con cada elección de a qué dedicamos nuestro tiempo y nuestro dinero, porque lo cierto es que la mayoría no es más feliz en esta carrera de consumismo de la basura que se nos ofrece como lo más moderno y lo más sofisticado.

Sentido Común