¿Cómo funcionan las vacunas?
Al inyectarnos un virus, bacteria o porciones de ellos atenuados, llamados antígenos, estos generan en nuestro cuerpo, una respuesta inmunitaria que es la formación de anticuerpos, como defensa ante posibles contagios o inoculaciones, que podríamos padecer o no. Lo que nos lleva a deducir que esta técnica medicinal no es curativa, sino preventiva. Y es bueno recordar que, dependiendo del tipo de vacuna, esos anticuerpos, se mantienen al menos un año por nuestro torrente circulatorio. Otros se quedan permanentemente como por ej., la vacuna de las paperas o el sarampión. En el caso de la gripe hay que revacunar cada año debido a las mutaciones que sufre el virus.
Yo me imagino el sistema sanguíneo como una gran carretera asfaltada de plasma que recorre todo el organismo, con muchas curvas, válvulas y estrechamientos. Por ella circulan coches rojos (hematíes) pequeños coches redondos (plaquetas) y coches blancos (leucocitos): neutrófilos, monocitos y linfocitos (células B y T), entre otras sustancias. Estos últimos son los guardianes o defensores de la salud ante cualquier invasión vírica o bacteriológica.
Por cada vacuna que nos pongamos, circulan por esta carretera los anticuerpos, que son las sustancias generadas por los glóbulos blancos (linfocitos) como respuesta ante cualquier contagio o vacunación. Yo los llamo autocares o camiones que si circulan en gran número lo que hacen es ralentizar el tráfico. Así, si nos hemos vacunado del sarampión, varicela, rubeola, tos ferina, hepatitis, tuberculosis, gripe; malaria y dengue (en Sudamérica), el tráfico se satura. Y si ahora, nos invitan además a vacunarnos de la gripe, de la neumonía y por fin, de la Covid19, habrá atascos y retenciones.
Si a toda esta densidad de circulación vial, le añadimos el exceso de antibióticos que nos recetan o que recibimos de la leche o carne que ingerimos, los medicamentos varios que tomamos como somníferos, analgésicos y sedantes, el coctel está servido. Y si luego le ponemos la guinda con café, chocolate, alcohol y otras drogas, más la contaminación ambiental y del agua y los alimentos, nuestra salud apenas tiene escapatoria.
El resultado final de toda esta polintoxicación es que el sistema de defensa del cuerpo se satura, se vuelve loco y al final se ataca a sí mismo, provocando el aumento de síndromes y enfermedades raras y/o autoinmunes como es mi caso que es lo que actualmente está proliferando.
Sucinta evolución de la Covid19:
Durante esta pandemia, ante la ignorancia y el desconcierto inicial de la OMS y de los llamados grupo de expertos o científico, los distintos Gobiernos empezaron a dar palos de ciego y ante la que se nos venía encima, el Gobierno español optó por declarar el Estado de alarma con confinamiento total de la población, durante 98 días (del 14 marzo al 20 junio), con duras sanciones a los infractores.
Como no había remedio temporal ni tratamiento y ante el previsible colapso de las UCIS, por la gravedad de algunos pacientes la respuesta fue ¡¡Reclusión y sanciones!!
Las medidas fueron: Confinamiento total de la población en sus casas, vigilancia policial y salidas individuales para trabajos esenciales, comprar alimentos, médicos, farmacias, guardando 1mt. de distancia y vuelta a casa. Y cierre de todo lo demás: colegios, deportes, hostelería, fiestas, manteniendo las actividades esenciales laborales y docentes “on line”.
Los sanitarios apenas tuvieron medios de protección (EPIS y mascarillas quirúrgicas), las UCIS estaban a rebosar y aún no disponían de vacunas, ni de test de antígenos.
Tras dudas y más dudas, sobre lo que era útil y lo que no, el 20 de mayo el Gobierno publicó en una orden, la obligatoriedad de la mascarilla a toda la población cuando no se pudiera mantener la distancia interpersonal de 2 mts.
En todo este baile confuso de obligaciones, las medidas fueron las tres emes:
- Mascarillas que pasaron de no ser útil a ser aconsejables, a ser obligatorias y sancionables su no uso.
- Metros de distancia, que empezó siendo 1 mt., y pasó a 1,5 y a 2 mts.
- y Manos, empezó con lavado de jabón luego con gel hidroalcohólico y guantes.
Posteriormente se descubrió que lo que contagiaba eran los aerosoles, partículas aéreas producidas al hablar cantar, toser, en locales cerrados y como medida añadida se propuso la ventilación de estos, la reducción de aforos y el mantenimiento de la distancia de seguridad. Por lo que las mascarillas fueron y son obligatorias en cualquier situación y penadas con multa.
Llegó la desescalada y era ridículo ver a 4 personas bebiendo y fumando sentados en una mesa en una terraza y yo pasando a su lado con una mascarilla protectora.
El 10 de junio Pedro Sánchez dijo eufórico: “Hemos vencido al virus y controlado la pandemia”.
El 9 de octubre debido a los múltiples rebrotes, el Gobierno prorrogó el Estado de Alarma durante seis meses, tras la experiencia de la primera alarma, esta vez, le traspasó a las Comunidades la responsabilidad de aplicar las normas de confinamiento y circulación que considerasen oportunas y que cada palo aguantase su vela.
En este segundo estado, los confinamientos han sido perimetrales: sectoriales, locales, provinciales y por último autonómicos.
Al final, cada Comunidad ha confinado a su criterio en función de la virulencia, ha dictado el horario de cierre y el número de personas reunidas, y asumido el desgaste político de ello.
Salvador Illa: "Lo he hecho lo mejor que he podido".
Y por fin hace unos días ¡¡Llegaron las primeras vacunas!! Y vuelven las peleas con el protagonismo de los presidentes de las comunidades que ahora quieren hacer una cartilla a los vacunados y una lista negra a los no vacunados.
Conclusión:
Me pareció improvisado y esperpéntico que, cuando el Gobierno decidió la obligatoriedad de llevar mascarillas so pena de sanción, no proveyese a la población de ellas gratis y esta tuviese que comprarlas en las farmacias a precio abusivo y con el 21% de IVA. Lo que hizo que la mayoría, comprasen las quirúrgicas que tenían una efectividad durante 4-6 horas y un precio de 1€. Eso provocó que las familias usasen la misma durante días y semanas, sabiendo todo el mundo, incluido el Gobierno que tras esas 4-6 horas, estas eran ya inútiles. Porque gastar en mascarillas una familia de 4 personas, 350 € al mes, suponía un gasto prohibitivo.
Daba la impresión que estábamos abocados a una inmunidad de rebaño a dolor y con un elevado coste de vidas.
A eso hubo que añadirle el gasto en gel hidroalcohólico.
Posteriormente con los test de diagnósticos (PCR) sucedió otro tanto para desplazarse de comunidades o de país, la población se los tenía que hacer en centros privados a 100€.
Hoy mismo el Gobierno Central ha autorizado a las Comunidades Autónomas para que sus farmacias puedan hacer test de antígenos, pero aconseja que solo se haga para cribados selectivos y nunca a demanda de los ciudadanos. ¿¿. Y cuestan 4€.
Hace una semana han autorizado tres tipos de vacunas, de las que sabemos bien poco de la duración de la inmunidad adquirida y si esta es permanente o temporal. Y según dice la prensa dada la rapidez de los ensayos, los laboratorios han consensuado con los diferentes países receptores, además de inyecciones de capital para acelerar los tiempos, la exención de responsabilidades jurídicas por accidentes graves, tras la vacunación de la población.
Y el show de vacunar delante de la TV a personas mayores de las Residencia de los Horrores y a sanitarios, más bien parece un desagravio por el maltrato sufrido por ambos colectivos en pérdidas humanas y efectos permanentes en los afectados del primer estado de alarma.
Otros científicos dicen que el hecho de vacunarse no garantiza la inmunidad. Se sabe que los vacunados pueden volver a contagiarse, aunque los síntomas serán más benignos. Y también pueden contagiar a los demás.
Acabo de oír en la TV a un inmunólogo decir que la inmunidad de rebaño (70%) favorece a los que tengan enfermedades raras, porque como no es aconsejable que se vacunen, el que lo hagan los demás, les sirve como una barrera de protección.
Ustedes hagan lo que consideren oportuno, pero apelar a la solidaridad para vacunarse, y que curiosamente ahora esta sea gratis para toda la población, con las muestras de insolidaridad consentida que son el paro, la pobreza, el hambre, los desahucios y las desigualdades que persisten en nuestra sociedad, me parece un tanto hipócrita.
Seguro que cada uno de Uds. se vacunarán para protegerse a sí mismo y proteger a su burbuja o familia. Y yo no me vacunaré por lo mismo, porque padezco una enfermedad rara autoinmune y pertenezco al colectivo que queda exento de ello, igualmente como dicen las autoridades sanitarias que, de momento, no hay que vacunar a los niños y a los adolescentes.
Eso sí, practicaré todos los medios externos de protección como mascarillas, distancia, lavado y aireación y, es más, mi burbuja actual se circunscribe a tres personas y solo salgo a pasear por el campo una o dos horas, momento en el que a ratos puedo quitarme la mascarilla.
Y ahora cuidado con la tercera ola de mismo mar Pandémico.
Ivanjoe