Es indudable que el centro del poder y de la influencia del planeta se instala inexorablemente en Asia. Una sólida prueba de ello son, por ejemplo, los festejos de fin de año en Shanghai; donde en vez de los tradicionales fuegos artificiales usaron drones, a cientos, a la vez y coordinados. Fue una imagen espectacular y… moderna, pleno s.XXI. Mientras, aquí, en Europa, nos limitamos a sustituir las bombillas por LEDs, eso sí, a millones, para que se vea que somos de Bilbao.
¡¡¡¡Los "chinos" nos comen!!!!
Lo que, en plena globalización es normal, puesto que, sumados, son mayoría: China, India, Japón (el mayor acreedor de los USA, *ver "Recordad Pearl Harbour" de Manuel Leguineche), ¡¡¡Corea!!!, Indonesia, Tailandia y, esperad a que "despierten" las Filipinas, y después, Afrika y Latinoamérica.
Occidente se rezaga, por muchas armas que fabrique, porque está adoptando "un pensamiento único", para ser exactos el neoliberal, que en realidad es un barniz que oculta a la intransigencia, a la intolerancia y a la pazguatería cristiana, resultando de ello, "monstruos" como Trump, Bolsonaro o Abascal (por no decir Aznar).
Ante este "panorama", la disidencia, casi cualquier disidencia, es beneficiosa. Al "Imperio" (cristiano occidental) se le resiste un puñado de Estados aún libres y, más o menos, independientes. Hay opciones a ese "único pensamiento" y, eso… es bueno.
Una de las razones, yo creo que la principal, para que Europa se convirtiera a partir del s.XV en la cabeza del mundo fue, que Europa era entonces un mosaico de Estados libres europeos (y, hace 500 años, había unos cuantos), donde si en uno no eras aceptado, siempre podrías ser bien recibido en el vecino y encontrar refugio a tus ideas. El caso contrario fue la China Imperial, donde el príncipe podía detener todo un país; donde no había cabida a la disidencia ni a la innovación. O el del Antiguo Egipto, petrificado durante milenios por la religión. Pero si sumas la seguridad relativa de tus ideas y pensamientos, a la competición económica y, por ende, militar, los avances de todo tipo, tanto sociales como tecnológicos están asegurados. Y, pasados unos pocos siglos, ¡¡voilá!! tienes el mundo a tus pies.
Por ello, creo que la diversidad es contraria a globalización; que la diversidad de ideas, de culturas, de forma de vivir… de genes, es una bendición y que la actual globalización nos lleva a la catástrofe. Que un Gobierno mundial sería el fin, aunque estuviera en manos de un Pablo Iglesias, o en las mías (vade retro).
Esta conclusión me lleva al título. Desde un punto de vista amoral, pragmático, y sin contar locuras como los genocidios, creo que los conflictos y, sobre todo las revoluciones, son más beneficiosas que perjudiciales para el futuro de la especie humana. Porque, a ver si nos enteramos de una vez, (no me vengáis con el "los niños, pensad en los niños") por mucho que nos queramos, nosotros solo somos peones y, muy prescindibles además.
Venga ¡¡¡a liarla parda!!!
CapitanRed