jueves, 25 de octubre de 2018

¿NO QUERÉIS CALDO? PUES ENTONCES, SIETE TAZAS


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¿O eran lentejas? 

Da igual. En este país reina el ordeno y mando, y cuando se les niega algo, van y nos atizan con el brasero. No hay por donde coger a este país, y es por esto que la posibilidad de que esto acabe de una manera que no nos va a gustar, crece día a día enteros. Cada día se confirma más que el final no va a ser del agrado de nadie. Ni siquiera para aquellos y aquellas que provocaron que ese final sea desagradable y poco o nada recomendado.

Como siempre, hay que hablar de la clase política que hemos tenido, y que aún perduran sus perniciosos efectos. Pero no debemos bajar la guardia, pues los que ahora están, serán capaces de, a la mínima que puedan, volver a hacerlo. Pero no hay que olvidarse del resto de poderes del Estado. 

Jueces y Fiscales, Prensa escrita, Televisiones y Radios, periodistas, presentadores o voceros del Reino. Casa Real, Banca, Empresas y lobbies empresariales, IBEX 35 y demás grupos mafiosos. Sociedad aborregada que aspira a clase media pero que nunca lo van a conseguir, o sencillamente sociedad estulta y gravemente enferma que tan solo busca huir del mundanal ruido y se refugia en la programación basura o en la primera fiesta de barrio que les proponen. Y si no la tienen, la inventan.
El final va a ser por empacho. No queríamos caldo, y finalmente hemos tragado con siete tazas. 
Y nos quedan aún unas cuantas tazas más, por si las siete no son suficientes como para haber aprendido la lección y a quedarnos calladitos. 

Cada vez que hay un atisbo de esperanza de algo mejor, nos endiñan una nueva acometida por la parte que más nos duele. Cada vez que se intenta cambiar algo, atacan por el lado más traidor. 
Y si nos movemos un poco más de la cuenta, nos machacan con Leyes represoras y con recortes salvajes a nuestros bolsillos. Y mientras nos tomamos las siete tazas y nos empachamos, ellos no se hartan de llenarse los bolsillos. Eso sí, pagando todo nosotros, siete tazas incluidas en el menú, más los postres que ellos saborean, después de haber metido entre pecho y espalda los mejores chuletones, los solomillos más caros, o los entrecots más exquisitos. Y las putas, no nos olvidemos de pagarles las putas, con sus volquetes y sus sacos de cocaína, además de carretarles los votos y de dejarles marchar con sus fortunas a paraísos fiscales. Todo eso después de los postres, que la comida tiene que sentar bien, porque si no los señoritos se pueden encontrar indispuestos o insatisfechos.

Este país funciona solo a golpe de golpes, de porculamientos y de sadomasoquismo al más alto nivel de dureza y crudeza. Nos dejamos llevar y nos dejamos que nos la metan bien a fondo. Nos laceran y no decimos ni mu. Nos hostigan sin razón y sin justificar sus latigazos, y callamos porque tenemos la boca ocupado en las tazas de caldo. Y tragamos. De todo. Las gargantas profundas que se hicieron a base de ensancharlas de la manera más soez y violenta, durante tanto tiempo de felaciones y de mamandurrrias.
Fijaos si no. ¿Que queremos que el pueblo participe más para que la Democracia sea y esté? 

Pues tranquilos que nos darán siete tazas, pues nos endilgarán más represión, además de difundir el miedo y el caos. ¿Que queremos recuperar derechos, que queremos ser más libres, que queremos que la riqueza se reparta mejor, empezando por subir el Salario Mínimo Interprofesional? Pues subirá el paro, la nueva crisis acelera los plazos y se adelanta, y la amenaza de la ultra derecha se prodiga por todos los medios de comunicación.

¿Quién pretende que se cambie la Constitución, que se someta a votación si Monarquía si o no, o que se revise lo de la deuda? A esos siete tazas más. Hay que denigrarlos, hay que demostrar que van a acabar con España y hay que hacer ver que son un peligro para la buena marcha de este país. Y ahí van todos en tropel, en pos de la misma soflama apocalíptica. Medios de comunicación al unísono, Jueces y Fiscales en equipo infranqueable, políticos de la derecha, los otros neoliberales y una muchedumbre deseando darles el voto para que sigan porculeando al resto. Y eso sí, con bandera en ristre y en el balcón, no vaya a ser que España se desintegre en manos de estos rojazos peligrosos e impresentables. 

Acabarán por llenar las calles de violentos ultras para amedrentar a la población y que se confirme así lo de las mayorías silenciadas, como garantía de la buena marcha del país. Y si con los ultras que atizarán al que se mueva, con el palo de la bandera, no es suficiente para acojonar, llamarán al frente a las fuerzas de seguridad, tan prestas esta a dar mandobles y estocadas a diestro y siniestro, para garantizar la buena marcha y la mejor dirección que debe llevar este país. 
El cortijo hay que protegerlo, la hacienda hay que resguardarla y hay que poner a buen recaudo lo cosechado por los esclavos. Y que salgan también los esclavos, que después se les dará un saco de arroz extra por los servicios prestados. Los semovientes también cuentan. A no ser que quieran siete tazas, porque también se las darán.

Y con estos mimbres, ¿qué clase de país creéis que se construye? 

La solución a todo esto tan solo pasa por hacerles frente, pero no os creáis que saldrá gratis la contienda. Ni mucho menos. Pero habrá que hacerlo. Y la mejor manera, ¿sabéis cuál será? Devolverles, a modo de vómito, las tandadas de siete en siete tazas que hemos tenido que tragar durante cuarenta años de asedio, de acoso y de sitio. Es la única manera de quedar liberados y de que nos sintamos aliviados en nuestras entrañas. Empaparlos de vómito.
Estamos en nuestro derecho. Es de derecho.

¿No quieren caldo? Pues siete tazas, cojones. ¿O les damos lentejas?


Hay que cambiar los roles, dándole la vuelta a esto.

Tititokokoki