domingo, 21 de octubre de 2018

EL EDIFICIO Y LA CONVERSACIÓN


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EL EDIFICIO.

Para derribar un edificio, tan solo es preciso una detonación. Se cae en un instante.
Sin embargo, para construir un edificio de igual dimensión al anterior, hacen falta muchas manos y mucho tiempo. Un edificio se desmorona en un instante, pero para levantar otro, ladrillo a ladrillo, se precisa de más tiempo y de muchos recursos, además de planificación, proyecto, obra y ejecución de la obra. Y eso sin tener en cuenta el que durante la construcción nueva, no surjan inconvenientes, tales como sabotajes o rémoras que impidan la buena marcha de la construcción.

Una simple y certera detonación, es capaz de echar abajo a todo un edificio y dejar en un simple solar aquel lugar que antes ocupaba el mamotreto. Además, para destruirlo, tan solo hace falta una mano. Aquella mano que pulsa el botón.

Sin embargo, para levantar otro en el lugar que estaba el derribado, se precisa de mano de obra, de mucha mano de obra. Y eso lleva su tiempo.

Cuando apareció rajoy, m. rajoy, mariano rajoy, con su detonador en ristre, derribó en un plazo de tiempo muy corto, muchas edificaciones que estaban construidas. Unas a medio hacer.
Otras ya consolidadas. Incluso había proyectos para más edificaciones, aunque estos no contaban con licencias ni con los permisos necesarios, por los motivos o razones que todos conocemos.

Pero había proyectos. Eran unos planes que nacieron fruto de la ilusiones de muchos españoles de bien. Pues bueno, todo aquello se vino abajo en tiempo récord. Y ahora toca levantar de nuevo todo aquello que se destruyó. justo en el instante en que puso sus posaderas rajoy, m. rajoy, mariano rajoy en las poltronas del poder de este país. No dudó lo más mínimo en apretar el botón y hacer detonar todas las cargas que habían puesto durante la campaña electoral anterior a la entrada en el poder del pp de rajoy.

Pues ahora solo queda un camino. Construir, restituir, levantar, todo aquello que los del pp echaron abajo. Y hay que hacerlo ladrillo a ladrillo. Se precisa de la mano de obra de todos. Y lo más cruel de todo, es que no es una construcción al uso, si no que es una edificación que no estará exenta de dificultades, pues algunos se encargarán de frenar en lo posible, de chantajear lo máximo, de obstaculizar todo lo que puedan, e incluso en sabotear la obra. Y si pueden, volverán a colocar detonadores y cargas, haciéndolo con premeditación, alevosía y nocturnidad, tal como corresponde a las mafias. Contemos con eso, porque va a suceder. Pero habrá que seguir adelante.
No queda otra. Es todo un país el que está en construcción. O se tiene claro eso, o todo lo construido, sea el momento que sea de la obra, se vendrá de nuevo abajo.

Nota: no es una falta de ortografía, el haber puesto minúsculas. Es que considero una falta de respeto, el que ese señor, y todo su partido, merezcan ser tratados con mayúsculas, además de ser un desprecio personal hacia ese individuo del que les hablo y el partido al que pertenece. Perdone ustedes, si acaso, la falta de ortografía. No es un desliz. Es adrede.

¡Malditos sean!



LA CONVERSACIÓN.

Se jubiló hace ahora un año. Y podría dedicarse tranquilamente a disfrutar de su jugosa jubilación. Entre lo que le corresponde por haber trabajado toda su vida, más los ahorros y las herencias, bien podría dedicarse a vivir a lo grande y a no tener que preocuparse de nada. Pues bien; resultó que salió protestón.

Abel: “Cuando estaba trabajando, no tenía tiempo de preocuparme de nada. Todo iba sobre ruedas. Pero ahora que me jubilé, ya no aguanto tonterías. Me pongo frenético cada vez que veo y oigo a mucha gente hablar. Es que me ponen de los nervios. ¿Qué clase de país es este? ¿Por qué piensa la gente lo que piensa, y por qué hace la gente las cosas que hace, sobre todo con su voto, sin olvidar el comportamiento irracional del día a día?

Cuando voy a tomar los vinos con mis antiguos clientes, o con antiguos compañeros de trabajo, siempre salgo enfadado. Con algunos de ellos no tengo ya la paciencia que tenía antes.
 Ahora veo las cosas de manera diferente. Me crispan determinadas conductas, me enfurecen concretas opiniones. Ahora salto, cuando antes me callaba. Ahora no los tolero, cuando antes, mientras trabajaba, hasta tragaba con ciertas injusticias y ciertas falsedades.

Los medios de comunicación dan asco. Antes no tenía tiempo de ver telediarios ni leer la prensa. Pero ahora que tengo tiempo, de vez en cuando veo algún que otro noticiero o algún que otro debate, y en las más de las ocasiones, me dan ganas de romper la televisión y de plantar fuego al periódico de papel. Es asqueroso lo de este país. Es demencial. No lo soporto”.

Suso: “Bienvenido al club. Pero yo aún no me jubilé, y sigo pensando lo mismo que tu piensas ahora, y que yo siempre pensé, aún a pesar de estar trabajando. ¿Ahora me entiendes, verdad  Abel?, cuando antes siempre andábamos tu y yo a la gresca cuando nos tomábamos los vinitos. Me tachabas de exagerado, de impaciente e incluso me reprochabas que militara en el mismo partido que lo hace el coletas. Sí, aquel coletas que antes despreciabas, o que no entendías, y que ahora le das la razón, aunque sigas sin apuntarte, e incluso no tengas pensado votarle.

¿Recuerdas cuando antes te aburría hablar de política, de la realidad de España, y me cambiabas de tema de conversación? Ahora te tengo que aguantar yo a ti. Estás desatado, Abel.
Bienvenido al club.

Abel: “Tengo que reconocer que tenías y tienes muchas razones. Ahora entiendo muchas cosas”.

Suso: “¿Y qué te parece si codo con codo empezamos a construir...............?”

Abel. “Sí, es necesario. Pero intentarán destruirlo todo, ¿lo sabes? Me cago en la madre que los parió. Menudo país de mierda que dejaron”.

Suso: “Sí. A todo”.

Tititokokoki