Los
españoles necesitamos un buen revolcón. Nos hace falta un recocido. Necesitamos
un hervor.
La
inacción política da mucho juego, aunque la lógica y la razón deberían
desenmascarar tal zafiedad y volverse a favor de las personas, del pueblo.
Un
ejemplo son los pensionistas. Si les suben sus pensiones de aquí a unos días,
todo se quedará de nuevo en silencio. No habrá solidaridad con el resto de los
españoles. Ocurriría lo mismo si el sector afectado fuera otro, por ejemplo los
funcionarios. El silencio regresaría, mientras otros sectores de actividad, o
sociales, sufren en sus carnes los embates de quienes gobiernan desde la
inacción.
Incluso
les da juego para llevar a cabo sus indecentes patrañas. Crean el problema
ellos mismos, y a continuación les dan una solución. A partir de aquí, el
silencio y el conformismo.
Y no
debería ser así, sobre todo si nos atenemos a la lógica que se desprende de los
derechos. Estos deben ser preservados por la clase política dominante, en lugar
de que sean exigidos a golpe de manifestación para que sean preservados. No es
así, o no debería ser así, si los políticos tuvieran vocación por el servicio
al pueblo y supieran administrar el bien común, el Estado de Bienestar, sin
necesidad de esperar la reacción y la protesta.
La
buena administración de lo común debe estar por encima de todo. Lo que es
justo, lo que es de derecho, debe ser ejecutado de inmediato sin esperar a ver
si hay reacción. Mucho menos decente es jugar con la demagogia y crear el
problema adrede para a continuación dar la solución. Cuando debería ser que los
políticos tomaran decisiones justas, es más bien al contrario, y lo único que
saben practicar es la manipulación, la demagogia y la maniobra sucia.
Es
por esto que deberíamos ser más exigentes con la clase política y no deberíamos
conformarnos con que tengamos que protestar por sectores, por colectivos, para
que se nos oiga. Desde las urnas hasta la formación del Gobierno y la ejecución
de sus labores, debemos ser más exigentes y más contundentes en la exigencia.
En el momento en que las urnas dan un mensaje, fruto este de unas promesas
electorales, estas se deben cumplir a rajatabla, sin fisuras, y los políticos
que se erigieron al poder, deben tener entre ceja y ceja el evitar la protesta,
pues en su hoja de ruta estarán siempre aquellas cuestiones que suponen vida
digna de los ciudadanos, y cumplimiento de promesas electorales, así como legislar
acorde a los derechos inalienables e indiscutibles. Eso jamás un político
debería ponerlo en cuestión, pues por encima de sus intereses de partido,
siempre estarán los generales. No podemos conformarnos con que nos den un
regalito a mitad de legislatura, porque
así se lo hemos exigido, o una
prebenda a modo de promesa en campaña electoral, de motu propio con el fin de
llamar nuestra atención y llevarse al bolsillo gratuitamente nuestro voto.
Frente
a la inacción política, se precisa de acción social, y no el conformismo del
que hacemos gala cuando nos ofrecen una migajas para silenciarnos. Precisamente
eso debería abrirnos los ojos para ver que la inacción política no la queremos
ni la necesitamos. Menos aún la mentira o la demagogia.
¿O es
que necesitamos un hervor? ¿A estas alturas? ¡Venga ya!
Si
aún no hemos aprendido, apaga y vamos.
Tititokokoki