Entrar en ese debate en
profundidad nos llevaría a escribir sin parar desde aquí a la eternidad. Quién
nos gobierna, y en manos de quién estamos, tiene unos vericuetos que para sí quisieran
muchos columnistas, politólogos, resabiados periodistas o analistas de pro. No
es fácil entrar en las entrañas de los que realmente manejan todo esto. Hay que
ir mucho más allá de las cabezas visibles y hay que profundizar muy hondo para
alcanzar a comprender un mínimo de lo que está pasando en este país. Y en el
por qué.
Es por esto que considero que los
ciudadanos de a pie nos debemos centrar en lo que está en nuestras manos, en lo
que depende de nosotros, y eso lo tenemos ahí, en la cabezas visibles, en los
trajes y corbatas que visten a los que vemos y oímos todos días, para nuestro
sufrimiento y nuestra inquietud. Y ni siquiera eso, porque a poco que nos
paremos a pensar, quizá alcancemos la conclusión de que no todo está en nuestra
manos. Posibles pucherazos son un ejemplo de que, por mucho que hagamos, el
resultado será siempre el mismo. Y así las cosas, ¿qué hacer, aparte de
desquiciarnos, desesperarnos e incluso llegar al desánimo? A esta tesitura ya
llegaron muchas personas, y desde el instante en que se dieron cuenta de que
poco o nada pueden hacer (o al menos eso es lo que creen), han decidido bajar
los brazos, sentarse a ver la vida pasar, tratar de disfrutar sin mirar a los
lados (incluso sin mirar al frente) y tirar hacia adelante como puedan.
Olvidarse de todo, no meterse en nada, dar todo por perdido, y dejar que ocurra
lo que tenga que ocurrir. Esa es una de las mayores desgracias que le puede
pasar a un país, y en este estamos es esas.
Y ahí radica una de las razones
para pensar en quién nos gobierna y en manos de quién estamos, porque podemos
alcanzar a comprender que, quienes deseaban que esto sucediera, lo han
conseguido. A partir de ahora, a partir del instante en que se dan cuenta que
lo han conseguido, empiezan a hacer lo que les da la gana. Y a partir de ahí,
esto.
¡Y lo que te rondaré, morena!
Tititokokoki