viernes, 6 de octubre de 2017

DEL DISPARATE NACIONAL EN EL QUE VIVIMOS

Uno de los caminos que se propone para resolver la cuestión catalana es el arbitrio de la UE. Es sorprendente que tengamos que llegar a ello. Parece que nadie se ha leído la Constitución de 1978, porque si alguien la hubiera leído estaría informado de que ya tenemos un árbitro constitucional y muy bien pagado: el Jefe del Estado. En su artículo 56 del Título II, la Constitución establece taxativamente que el Rey tiene la obligación de arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones.

En la crisis institucional más grave que hemos sufrido en democracia, la función arbitral y moderadora del jefe del Estado resulta ineludible. Pero don Felipe ni está ni se les espera. Tal cosa le desacredita por completo para seguir ejerciendo la Jefatura del Estado. España necesita, hoy más que nunca, un Jefe del Estado que arbitre y modere el berenjenal político en el que nos han metido a los españoles dos gobiernos absolutamente incompetentes: el Gobierno de España y el Govern de Catalunya. Si el actual Jefe del Estado no está por la labor, habrá que buscar otro, republicano, por supuesto.

Por otra parte, cunden las críticas más acerbas contra el jugador de fútbol Gerard Piqué por querer conjugar su vocación independentista con su acreditada lealtad a la selección española. Hay quién exige su inmediata expulsión de la selección, parece que no entiende que Catalunya todavía es España.

Lo más  grave no es la situación convulsa en la que vivimos, lo más grave es con quién la vivimos.


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