viernes, 1 de septiembre de 2017

¿SE LE PUEDE PONER PRECIO A LA VIDA?

De ponerle precio, ¿cuál sería?
Dejando al margen cuestiones o valoraciones personales, individuales o incluso familiares o colectivos sociales, podemos concluir que la vida no tiene precio. La vida, como concepto global, humano, no puede tener precio.
En todo caso, el precio que se le puede dar a la vida de una persona, está muy por encima de cualquier beneficio empresarial o político. Está por encima de cualquier valoración económica.
Por lo tanto, a día de hoy, y en base a los últimos acontecimientos sucedidos en España, en relación a una posible valoración de la vida de las personas, llegamos al punto de echarle valor a la vida de una persona, de un solo individuo. ¿Cuánto vale esa vida para esa misma persona? ¿Qué precio le pone su familia, sus amigos, sus conocidos o en general cualquier otra persona?
Y ahora llevemos el caso a ponerle precio a la vida de 16 personas. De momento.
Pero tampoco debemos dejar de lado a los heridos, a los damnificados, a los afectados por los atentados de Barcelona. Esos también deberían/mos  tener un precio. ¿Cuál?
Pues parece que para los empresarios, para los políticos y para todas aquellas personas que participan del cotarro de venta y trasiego de armas, las vidas de las personas tiene el mismo valor que para los terroristas. Así de claro y de rotundo. Es difícil tener que escribir sobres esta cuestión, pero no es menos difícil entrar a valorar cuánto valen las vidas de las personas para estos desalmados, terroristas asesinos, empresarios insaciables, políticos hipócritas, cómplices más cínicos. Y es más difícil aún tener que entrar en el debate sobre el precio de la vida de una sola persona que sufra los efectos de los atentados terroristas o los otros efectos de los que provocan y promueven guerras, para los que venden armas a los que hacen las guerras y para los que financian con sus armas a los terroristas, o participan de forma directa, o indirecta, en la acción terrorista. Es demencial llegar a este punto.
Para mí, la vida de mis hijos está por encima de todo, al igual que valoro la vida de aquellas personas que sufren los efectos de los terroristas o de los que, de alguna manera, hacen que existan terroristas. Debe de ser un precio incalculable. Y frente a ese precio, ¿qué importan los beneficios empresariales, o los otros beneficios políticos?
¡Malditos sean!

Adenda: ¿No debería estar dimitiendo tanto el Gobierno Central como la Generalitat por el ninguneo que hicieron ambos al aviso “anónimo” sobre un posible atentado en Barcelona, y más concretamente en Las Ramblas? Hay cloacas por todos lados, pero en el Gobierno del PP, se llevan todas las palmas.

Tititokokoki