No hay nada mejor que ser,
pertenecer u obedecer, al PP. De ahí para arriba, todo liso y llano.
No es ninguna novedad decir que
el PP es una gigantesca pirámide en la que los diferentes niveles marcan los
beneficios que se obtienen por ser o pertenecer, u obedecer, los mandatos el
PP.
En esa figura esperpéntica están
todos los que son y son todos los que están. Desde arriba hasta abajo la red
clientelar se extiende de tal manera que es imposible no extraer algún
beneficio de la cascada, y cuanto más arriba, mejor. Es por esto que en esa
gigantesca y grotesca columna piramidal hay auténticos escaladores, trepadores,
trepas y subidores especializados en cumbres y en escarpadas subidas.
Pero lo curioso del asunto no es
tanto la figura piramidal jerarquizada, sino que el meollo de la cuestión
radica en los favores que se intercambian, llegando a delinquir directamente, y
la información privilegiada de la que disfrutan a la hora de emprender negocios
o proyectos empresariales. O sea, que votar, y hacer que otros voten, al PP,
tiene grandes, enormes y suculentos beneficios. Pero no son beneficios limpios,
y ahí está la raíz de otro de los problemas que provocan los que pertenecen a
esa pirámide porque, encima de gozar de ciertos privilegios, como puede ser el
disponer de información privilegiada, esta la usan para corruptelas varias y
corrupciones a gogó. En definitiva, pertenecer al PP, a esa pirámide que tan
bien les funciona, supone que debes estar a la altura en cuanto a corrupción.
Es decir, que aquellos que
participan activamente de esa figura jerarquizada, deben defraudar a Hacienda,
ocultar capital, evadirlo si es necesario e incluso defraudar, sobre todo
cuando se trabaja con dinero público a través de empresas que participan del
pastel de las concesiones o de las otras empresas que sacan beneficio de
actividades de carácter público o semi-publico. Un ejemplo son aquellas
empresas de construcción que regalan dinero al PP para sus campañas, o aquellas
otras que trasiegan con el dinero público a través de los cursos de formación
bonificada. Y no digo con esto que sean todas, en este último apartado, pero
algunas hay que delinquen y defraudan, gracias a contar con la información
privilegiada que les proporcionan desde las Instituciones Públicas que gobierna
u ostenta el PP. Un ejemplo son aquellas que crean empresas paralelas para
evitar pagar impuestos sobre beneficios, o que hacen regalos a los alumnos a
cambio de que contraten el curso con ellos, práctica está prohibida por las
leyes que lo regulan. Y a todo esto hay que sumarle la corrupción en torno al
dinero público existente y por aparecer, además del oculto que ya pasó, la
evasión de capitales a paraísos fiscales o la defraudación a la Hacienda
Pública a través de la ingeniería financiera.
Y habría mucho más que contar
para definir con absoluta claridad qué significa ser, pertenecer u obedecer, en
la pirámide clientelar del PP. Pero ahondar en este asunto produce tristeza y
angustia, además de crispación e indignación, sobre todo cuando se contempla, y
se comprueba, que los semovientes con los que cuenta el PP tienen razones más
que suficientes para joder a los demás ayudando a promocionar las desigualdades
que existen en este país, además de las injusticias y la corrupción existentes.
Triste y patético. Lamentable y de poco futuro para el resto. Así, no hay, ni
puede haber, Democracia. Nunca.
Pues, ¡malditos sean!, ¿no?
Tititokokoki