Pues eres gilipollas, Pablo Casado. Y si fueras a pintar la mona en Galicia cogiendo percebes, pues también se te joderían los náuticos, a pesar de que aquel pijo calzado tiene más que ver con la mar salada que con la tierra pura y dura.
Qué diferencia entre el Pablo Casado nacido entre algodones y Diego Cañamero que sí, se ha pasado la vida trabajando la tierra y no se pone a hacer el chotas haciendo que hace sin hacer nada.
A Diego no se le estropearían los náuticos. En primer lugar, porque de esa gilipollez no usa y, en segundo lugar, porque sí calza el calzado adecuado para ir al Congreso de los Diputados, como diputado que es.
Hay una cosa que se llama dignidad. Pablo Casado nos ha demostrado, en un pispás, que carece de ella.
Si, al menos, se hubiera calzado el calzado adecuado para trabajar la tierra, nos habría apartado de la mente la idea del señorito insoportable secular nacional-católico que él representa y del que el mismo Pérez Galdós estaba hasta la punta del pelo.
Pero no, muy al contrario, Pablo Casado ha puesto en internet sus náuticos sucios. Qué gran sacrificio.
Ahora, eso sí, lo del diputado Diego Cañamero es pura demagogia.
Pues, sinceramente, ¿qué quieren que les diga? Copiando a mi añorado Labordeta: ¡¡Váyanse a la mierda, señores del PP!! (lo de señores es una licencia literaria que me he permitido y que espero que los verdaderos señores, como Diego Cañamero, me perdonen).
Y no tengo más que decir, porque este verano se me está haciendo demasiado caluroso, largo y aburrido. Bueno, sí, que los obispos se vayan a la mierda.
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