viernes, 26 de marzo de 2021

La vida como un aroma: leve e intensa

                Comparo la vida con un perfume, muy personal,

elaborado con diversos ingredientes, algunos involuntarios.

Una pócima donde se mezcla lo heredado y lo decidido,

lo ambiental y lo imprevisible, los hechos y la emoción.

                Aromas de la niñez que permanecen en su emoción,

olores de adolescencia que nos estremecen.

Hedores que tuvimos que afrontar en la juventud

y matices sofisticados que descubrimos en la madurez.

                Dicen que los viejos huelen acre, quizás por las medicinas

quizás por el descuido de sí mismos. Yo jamás olvidaré

el perfume eterno a Myrurgia  y jabón de mi madre.

                Si la cara depende de cada uno a partir de los treinta,

creo que desde la adolescencia nuestro aroma es elección propia,

responsabilidad de los que elegimos emanar y ocultar,

nunca de forma absoluta pues los demás sí lo intuyen.

                Nos han enseñado una Historia jalonado de actos “sólidos”:

guerras y coronas, imperios y fortunas, castillos y fronteras.

Y ese anhelo de Posteridad nos contagió desde niños

en busca de tesoros, de magia, de fama, poder y gloria.

Hay niños grandes que se lo han creído, y han amasado fortunas

a costa de hacer harina a miles de seres humanos;

líderes que son esclavos de su personaje público

y millones de espectadores que se conforman con aplaudirles.

Pero quienes hemos madurado sin darnos por vencidos

 sentimos que nuestro relato es esencialmente leve, sutil.

No hay eternidad en nuestra propia vida, sino pequeños actos

con consecuencias mínimas: cultivar, ayudar, disfrutar.

                Cada día, eso supone que nuestro olor se expande

y afecta a quienes nos rodean, con su aroma o su peste.

Una cara amargada nubla el ánimo de quien nos ve,

una palabra agria desanima a quienes la escuchan.

                Por fuera, es nuestra participación responsable

en el gran teatro de un mundo gigantesco y complejo.

Por dentro, es la esencia de nuestra propia vida:

el RELATO interno que sólo conocemos nosotros.

                Eso es todo: ni más ni menos.

 ¿Para qué esta metáfora del Perfume vital?

Para reivindicarnos como copos de nieve

que se derriten tras un instante cristalino.

                Nuestra fuerza no está en las Mentiras

de un alma inmortal o de una seguridad comprada.

No hay un destino que alcanzar a base de lucha

sino un devenir tan sutil que da vértigo.

                La luz parece efímera, pero es eterna.

Se puede ser fuego de artificio, puro estruendo.

Y se puede ser un láser que desentraña la materia

y hace su labor luminosa antes de apagarse.

“Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”,

pero podemos perfumar el espacio que nos rodea:

enamorar, enardecer, seducir, alegrar, ayudar a evocar.

Es un don y una tarea que están en nuestras manos.


Menudo Cuento - El regalo (cuento zen) Una vez vivió un... | Facebook


Anexo: nuestra vida consiste en un Relato interior


¿Qué son las palabras sino vibraciones que se desvanecen?

Pero algunas nos conmueven y nos hacen actuar.

¿Qué son los actos sino gestos que desaparecen con el tiempo?

Pero algunos cambian la vida de quienes lo protagonizaron.

                Las ideas se nos presentan como un muestrario

para elegir qué disfraz ponernos según nuestro personaje,

pero algunas han sido las que nos han construido

y definido nuestras elecciones a lo largo de los años.

                Aunque nos miremos desnudos en el espejo, sentimos

que somos más que ese primate evolucionado que miramos:

nuestra existencia va por dentro, en el significado que damos

a lo que nos sucede y a nuestros sueños y pesadillas.

                Tan leve como un aroma, tan fugaz como un suspiro.

Pero somos responsables de cada parpadeo: no es lo mismo

mirar a los ojos de quien nos habla, escucharle y acogerle

que mirar con altivez a la mayoría y con sumisión al poderoso.

                Abrir los ojos consiste en agradecer el sol y la lluvia,

que nuestro corazón lata y funcionen todos los órganos,

Pensar es más que calcular intereses y prever desgracias,

es buscar dónde se puede echar una mano al necesitado.

                La montaña de fotos que hemos archivado

sólo adquieren valor con todo lo percibido entonces,

con los sentidos abiertos y las emociones del Presente;

en la Red, se convierten en caricaturas sin significado.

                Asusta intuir que pronto nos desvaneceremos.

Sólo si nos hemos estremecido con una música,

sabemos que no importa que la sala ya está vacía

porque lo eterno es la Armonía que vislumbramos.

                El sentido del olfato es el más ancestral,

el que desencadena las emociones más primarias.

Creo que es el más auténtico: exige química

pero es nuestra más intensa  forma de evocar.

                Por eso propongo cuidar qué aroma

emanamos en cada momento de la vida:

esa nuestra forma de participar alrededor,

lo que regalamos a la Humanidad.


 Epílogo:

Veinticinco entradas son suficientes para exponer lo aprendido y reflexionado en medio siglo. Una sola idea explicada de 25 maneras distintas, desde la interiorización hasta la crítica social, desde las citas de autores llenos de lucidez a la dramática actualidad de la Pandemia y la Nueva Subnormalidad.

Me toca volcarme en poner en práctica todo eso que predico: “dar trigo” en vez de palabrería. Ha sido un honor poder escribir en este Blog Coral y os agradezco vuestra acogida y comprensión. 15.000 comentarios he escrito, y darían para un libro bastante gordo si no fueran tan repetitivas como mi obsesión por la Dignidad de la persona y el Derecho a la Igualdad de oportunidades.

Nos seguiremos leyendo, en este Café Virtual donde he compartido tanto tiempo.

Buena Singladura


Sentido Común