“El pasado no está muerto, ni siquiera es pasado”.
Esta frase lapidaria de Wlliam Faulkner resume bien el peso del pasado sobre el presente. Incluido el pasado imaginado que pudo haber sido y no fue, pero que pesa tanto como el sucedido. La física cuántica y teoría de cuerdas hablan de pasados posibles en universos paralelos y según la teoría de la relatividad podemos viajar al pasado si alcanzamos la velocidad de la luz (el cine nos habla de ello en “Star Trek” y “el planeta de los simios”). Así que no es que el pasado no esté muerto, es que todos los pasados están vivitos y coleando. Al menos en nuestra imaginación (y en este foro). Además, todos hemos imaginado otros “yo” que pudieron haber sido y otras vidas que pudimos haber vivido.
Pensé en esta entrada cuando leía a algunos foreros hablar con decepción y melancolía sobre una historia de la humanidad que les disgusta porque la sienten ajena e impuesta. Una historia errónea porque el ser humano ha adoptado decisiones equivocadas. Una historia de deseos truncados y frustración por hechos lamentables como el cristianismo, la Hispanidad, el fracaso de la URSS, la derrota republicana en 1939, la España de la postguerra, etc. Una historia de victorias de explotadores sobre explotados, ricos sobre pobres y dominantes sobre dominados. Una historia en la que los monos cabrones vencen a los bonobos inocentes y destrozan el planeta por su consumismo desaforado y antiecológico.
Estos foreros hubieran deseado un pasado ucrónico sin capitalismo. Un pasado imaginario en el que la revolución rusa y la anarquista de Néstor Majnó hubieran tenido mejor devenir. En definitiva, una historia en la que el mono cabrón que llevamos dentro no sería tal sino un bonobo empático, majete y salao (o un granjero imaginativo, SC copyright). Así que, dadas esa melancolía y nostalgia históricas, pensé en esta tercera parte de la trilogía formada por la historia de las ideas, el futuro posible y el pasado imaginado. Imaginemos entonces ese otro pasado posible, molón y correcto.
El primer “punto Jonbar” o de divergencia que me viene a la cabeza es el de un Occidente alternativo sin Grecia y de cultura persa. Atenas sería derrotada por los aqueménidas en las guerras médicas y el imperio persa no sería destruido por Alejandro Magno. Tras los fracasos de los Temístocles y Leónidas de turno, el origen de Occidente sería ajeno a la filosofía griega de Platón y Aristóteles (base de la moral judeo-cristiana). Y voilá, un Occidente de raíces persas cuya religión estaría basada en el zoroastrismo o en el culto a Mitra. Así Nietzsche no hubiera criticado la moral judeocristiana ni el platonismo ni su concepto de “alma” (la llamaba superstición) ni el concepto de culpa. Claro que seguiría habiendo ateos, pero contra Zoroastro o Mitra. No sé si Pascual sería zoroastrista o “mitriano” (y yo agnóstico).
El segundo pasado ucrónico que imagino sería la victoria de Cartago sobre el imperio romano en las guerras púnicas. Aníbal, tras cruzar los Alpes con su ejército y las victorias en Italia, arrasa Roma. En este Occidente de cultura cartaginesa y fenicia habría ateos, pero contra el dios Baal y la diosa Astarté. En este Occidente sin Roma el cristianismo no habría triunfado y no habría encendidos debates sobre la historicidad de Jesús. Este Occidente sin cristianismo sería el sueño húmedo de algunos foreros (la iglesia nos ha mangoneado durante dos milenios, ¿no?). Y los posteriores Feudalismo, Edad Media, Renacimiento y Modernidad tendrían otro significado.
El tercer punto divergente posible sería la hegemonía del Islam sobre Europa tras el éxito del sitio de Viena por Solimán el Magnífico en el siglo XVI. El Imperio Turco se extiende por Europa y un Islam ilustrado con los Averroes y Maimónides de turno se impone en Europa. Un Occidente de cultura turca cuyos filósofos y pensadores serían los Noam Chomsky y Zizek musulmanes (imaginar una USA de cultura islámica es cortocircuitante). Supongo que seguiría habiendo xenófobos y racistas, pero contra los “bárbaros cristianos” (los árabes hablaban de los cruzados como “diablos de ojos azules”).
Otro escenario ucrónico posible sería una revolución rusa distinta en la que los mencheviques de Yuli Mártov ganan a los bolcheviques en el segundo congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR). No se impone la dictadura del proletariado sino un socialismo distinto y una revolución menos sangrienta junto con la burguesía. O sigue el gobierno de Kerensky en ausencia del golpe de estado de Lenin. O con anterioridad hubiera seguido el gobierno del reformista Piotr Stolypin. Esto podría haber desembocado en una URSS socialista diferente que habría perdurado hasta el día de hoy.
Otro punto Jonbar divergente sería la no existencia de guerra civil española. Esto podría haber sucedido si las tesis de Besteiro (el menchevique español) se hubieran impuesto sobre las de Largo Caballero (el Lenin español). Con Besteiro en el poder posiblemente no habría habido golpe de estado (Largo Caballero hablaba de guerra civil en sus mítines y denostaba la democracia representativa y burguesa). Besteiro era contrario a la dictadura del proletariado y su socialismo hubiera propiciado la continuidad de la República, con lo que nos habríamos ahorrado el actual debate español entre monarquía o república y España sería hoy otro país republicano (los borbones serían un recuerdo histórico más).
Otro pasado ucrónico hubiera sido el no triunfo de las tesis de Felipe González en el congreso de Suresnes frente a los socialistas históricos de Rodolfo Llopis. No habría habido renuncia al marxismo y el PSOE habría protagonizado una auténtica ruptura democrática con el franquismo y no una “reforma cosmética” que llevaría después a una “modélica transición” en colaboración con Adolfo Suarez y Torcuato Fernández Miranda. Sería una izquierda auténtica en vez de una “izquierda traidora” y así hubiéramos evitado el debate de la “modélica transición y demosgracia”, cuyas estructuras franquistas aún perduran.
Un pasado divergente muy mencionado es la victoria de Alemania y Japón en la segunda guerra mundial sobre USA y los aliados. Éste es el argumento de la novela “El hombre en el castillo” de Philip Dick (bueno, este escenario fascista no creo que gustara a ningún forero).
Habría muchísimos pasados ucrónicos: tantos como podamos imaginar. Como el no descubrimiento de América, con la consiguiente no existencia de Hispanidad (si hubieran sido los ingleses, los franceses, los holandeses u otros, nos ahorraríamos el debate sobre “el genocidio español en América”). O el descubrimiento de Europa por los aztecas o los mayas. O la presencia de un estado palestino (con un gueto judío tras un muro). O la existencia de los Estados Unidos Árabes. O la no existencia de España como país y su sustitución por una confederación de países como Cataluña, Euskadi, Galicia, Castilla, etc. Este último pasado haría las delicias de foreros nacionalistas como limonada, Flan o aravasko..
Resumiendo, una Europa no cristiana, no grecoromana y ecosocialista. Una España republicana, como confederación ibérica o directamente inexistente. Un planeta multicultural, igualitario, feminista, sostenible y solidario (donde no habría el colapso económico profetizado). Un mundo feliz, pero mucho mejor que el de Aldous Huxley.
Ortega y Gasset decía que el esfuerzo inútil lleva a la melancolía, pero yo creo que el esfuerzo de imaginar otros pasados sirve para ser conscientes de lo que pudimos, podemos y podremos ser. Porque el ser humano es imaginativo y la imaginación nos construye. Nunca sabremos lo que podría haber sucedido, pero sí podemos imaginarlo. Y el mono cabrón es muy imaginativo, vaya que sí. Y como cantaba Serrat, “no hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí”.