viernes, 16 de octubre de 2020

FASCISMO SIN COMPLEJOS

 



No se me ocurre una España sin fascistas. El fascismo en España es un “fundamental”. 

Para la Economía “the fundamentals” son factores no ocasionales, duraderos. Permiten calcular, incluso predecir, regularizando el azar, ciertas variables precisas. Se podría decir por analogía que en España el fascismo dispone de sus “fundamentals”, pues el latifundio (el tradicional y el nuevo) y el oligopolio le son consustanciales a esta sociedad del privilegio y el autoritarismo frente a la ignorancia y la pobreza. En cuanto a la clase media, se da por contenta con no caer en el abismo de la precariedad que padecen otros, a los que no se quieren parecer. 

El fascismo vino a España para quedarse. No es cuestión de fundamentos, principios o valores, sino de “fundamentals”. 

Claro que, a diferencia de su entorno europeo, la variante española del fascismo nunca ha conseguido estabilizarse como dominante más que en el tiempo inmediato de su aplastante triunfo militar. 

En los primeros años tras la guerra el fascismo siguió siendo una amenaza directa incluso con la actuación personal de fascistas italianos y nazis refugiados, que el mismo Estado llevó en autobús a Montejurra en1976, donde querían solucionar sus cosas con las pistolas en la mano. También la “ejemplar y modélica” Transición se hizo a tiros. Ni un año sin muertos de bala, el más mortífero el de 1978, el año de la Constitución. Tengo contabilizados 38 muertos y multitud de heridos en ese año a manos de las FOP y grupos de extrema derecha, pero seguro que fueron más por las dificultades en conseguir información de estos hechos gracias al silenciamiento impuesto, o tácito, de los medios de comunicación. Ocurría en todo el Estado, pero sobre todo en “el Norte” contra un movimiento masivo, multifacético y plural, que no encajaba en los moldes previstos por las últimas Cortes franquistas. 

Ellas sentaron en 1976 las reglas básicas para una nueva Constitución: monarquía militar blindada, amnistía para todos los franquistas aunque sus manos chorrearan sangre, antes y después de la Constitución, nación de “los nacionales” y democracia “integradora”, de arriba a abajo, no precisamente representativa aunque algunos se lo crean. Como única alternativa: o eso, o los militares. Y nuestros políticos de “izquierdas”, sino fascistas, se hicieron franquistas para poder hacer “la política de lo posible”, como decían vergonzosa y eufemísticamente, entonces.

A la larga el Estado así constituido se ha ido aislando de una sociedad que no conseguía integrar en su mayoría. Lo que en Alemania fue la reconversión de los nazis en anticomunistas (tiempos de la Guerra Fría), lo fue en España la reconversión del franquismo en antiterrorismo, sin ni siquiera, como dije, una depuración mínima de responsabilidades ni discontinuidades en las formas de represión y en el control social a porrazos y a tiro limpio, si hacía falta, contra la opinión pública. La disyuntiva: fascismo continuado... o compromiso de resistencia contra él.

 Al igual que sucedió en el 1918 alemán bajo el gobierno de Friedrich Ebert, los militares españoles “reinaron” en la sombra, mientras los socialistas colaboraban en el trabajo sucio.

El resultado en ambos casos ha sido la paranoia política. En el tema nacional España sigue siendo falangista. Por esta pendiente se ha precipitado en fondo y forma ante el tema irresuelto del País Vasco, y ha seguido por la misma pendiente en Catalunya, y prometen nueva legislación ‘ad hoc’ al estilo del “Estado de Derecho” franquista ya que solo puede estar orgulloso de “su” España quien la posee, no quien la sufre.

 El Estado quedó “atado y bien atado”. No se soltó ni un solo cabo, ni fortuita ni voluntariamente. La vuelta atrás hacia otra Transición parece imposible. Pero nada está cerrado, mientras haya resistencia y se tenga conciencia de ella, porque la historia es azar imprevisible, lo es cada recién nacido, cada nueva situación, cada nueva encrucijada. Nos tratan de convencer de lo contrario por el miedo a que sigamos decidiendo vivir, no solo sobrevivir, como precarias posiciones del sistema. Por eso, cada vez más, y no dejan de hacer manifestaciones en ese sentido (último vídeo de pleitesía real, por ejemplo) se está estableciendo, aunque a muchos no se lo parezca porque quieren entender que son signo de normalidad, un fascismo sin complejos.

Flan Sinnata