viernes, 18 de septiembre de 2020

Derecha, tal cual

 Lo prometido es deuda (legítima), o sea que le toca recibir a la Derecha. Derechona en España, por obra y gracia de nuestra singular Historia. Al contrario que la Izquierda, la Derecha en el poder siempre cumple las expectativas, porque no es muy complicada la misión: representar políticamente la sensibilidad de las personas en situación ya favorecida, o como mínimo acomodada. Y más en particular, de la minoría con Poder, a los que se supone más favorecidos y acomodados que nadie.

Si nos tuviéramos que decantar por el principal rasgo de la Derecha, este sería el conservadurismo. ¿Conservar la situación favorable aludida? Sí, pero no siempre. Los sujetos de Derechas orgullosos de serlo, los desacomplejados, buscan conservar situaciones dadas más allá de si con ellas ganan más que pierden.

Pero vamos primero con el derechón genuino en versión hispana, e hispanoamericana, toda una tradición que se remonta a la sociedad de castas medieval y sin solución de continuidad entronca con el cacique, la fuerza fáctica o fuerzas vivas  -terrateniente, alto clero, alto funcionariado, alto "miles"-  todos en feliz concurrencia endogámica o clientelar en busca del estatus parasitario per saecula saeculorum, y que en la Posmodernidad del 15M ha pasado a ser conocido  -otra vez...-  como casta. Por resumir bastante, yo lo definiría como un beneficiario de lo inmerecido que pone pie en tierra con uñas y dientes en defensa de ese acomodo, acomodo sostenido por regla general en el poder estatal, el resorte de beneficios inmerecidos por excelencia.



Por debajo del "Derechón", como decíamos tenemos al gañán y casposo orgulloso de mantener las cosas como están, porque en el pasado estaban así, y el pasado justifica el presente. Este tipo puede ser un ganador o un perdedor, tal circunstancia no determina su decantamiento. No, ya sé lo que estáis pensando: tampoco es el obrero tonto de derechas, o no únicamente este. Este es el conservador por falta de imaginación, por pereza o indigencia intelectual, por seguidismo de las pueriles proclamas engañabobos, de los mensajes de mitin político de tercera o cuarta categoría, mil veces repetidos, y mil veces vacíos.

El Derechón convierte al derechista gañán en su fuerza de choque, alimentándolo con un alpiste que este traga de buen grado: las burdas consignas de odio a la Izquierda. El conservador de todo tipo destila este odio de una forma tan irracional que carga de razones a la Izquierda sobre su innata bondad, liberándola del trabajo de esforzarse en comprender qué falla en su propia ideología. Les basta con presentarlos como ellos se empecinan en ser, y parecer: los esbirros entusiastas, la carne de cañón satisfecha, la argamasa solícita del muro de contención de cualquier energía desatada que amenace lo dado, venga de la dirección que venga.

¿Y la Derecha no conservadora? ¿Hay una Derecha revolucionaria? Oh, sorpresa, sí la hubo: el Fascismo. Fue una revolución históricamente, y lo será en el futuro si por desgracia resurge porque el fascismo no pretende conservar, sino derruir lo que de herencia ilustrada pervive en Occidente. La buena noticia es que por mucho que se diga que el Fascismo asciende y asciende en este comienzo de milenio, la realidad es que tiene un impedimento insalvable para hacerlo: aquella herencia está firmemente asentada después de la experiencia de los años 30 y 40. Para decenios, diría yo, mientras la memoria de esas décadas siga lo presente que está hoy. 

El derechón conservador del siglo XXI no puede ser fascista. El fascismo es un fenómeno plenamente contemporáneo, pese a ir contra las ideas matriz que inauguran esta Era (aparente contradicción que daría para otro artículo...) En cambio el derechón, como señalé antes, no es producto de la Contemporaneidad. Y si participa del juego de las libertades políticas pareciendo que lo hace muy a su pesar, es precisamente porque así es: se subió a ese tren cuando estaba en marcha y temía perderlo para siempre, pero no contribuyó a arrancarlo. 

Pero lo que no tiene ningún sentido es pretender excluirlo del juego que no creó por mor de una pretendida concordancia de intereses con el anti-conservadurismo fascista. No existe tal concordancia. Bajo la superficie de circunstanciales intereses comunes, que se quiere hacer pasar erróneamente por una determinación de la Historia, no puede haberla entre quienes tienen como fin último removerlo todo lo construido en tres siglos, y quienes remover lo mínimo, y además este mínimo de cosas bajo el signo del "gatopardismo", que ya sabemos en qué consiste. Son derechas ambas, pero derechas que juegan en divisiones diferentes.

Para finalizar, unas palabras sobre el "liberalismo dominante", que echaréis de menos en esta columna sobre la Derecha... un momento: liberalismo ¿derecha? ¿dominante?.... ¿conservador? .... ¿FASCISTA? Oh, todo eso y más, afirmarán algunos, incluyendo el inevitable prefijo del Neo con el que se pretende finiquitar cualquier distinción entre las Derechas; difícil de analizar según veo yo, si todo lo que se mueve a la Derecha de la Izquierda, se etiqueta bajo un único término. Y si algo tiene es que no es tan difícil de analizar, como creo que he demostrado, sólo con un poquito de ganas de diseccionar a la Derecha, tal cual.

Mickdos