viernes, 29 de noviembre de 2019

ANTE EL CAMBIO CLIMÁTICO

Nos han dado de plazo diez años para evitar llegar al punto de no retorno de incremento de temperatura media en el planeta. Yo juraría que hace veinte años el límite para detener la emisión de gases de efecto invernadero era este inminente 2020, pero no he logrado encontrarlo en la hemeroteca.

Atrás quedó Rajoy y su primo que negaban el problema "porque si no se puede predecir el tiempo dentro de una semana, ¿cómo se va a predecir el clima dentro de diez años?", gilipollez que nadie rebatió con la contundencia que se merecía, y que los votontos del PP refrendaron con entusiasmo en cada cita electoral, a sabiendas que su presidente era un mentiroso, o un imbécil, o las dos cosas.

También recuerdo a Climagate, uno de los comentaristas de Público, en su cruzada particular contra esa mentira orquestada por "científicos tergiversadores". Una de las miles de personas cómplices de las campañas de desinformación lanzadas por las empresas energéticas del carbón y del petróleo para seguir explotando impunemente los combustibles fósiles. En su diseño de negocio depredador desplazaron a China las industrias más contaminantes como si alejar las chimeneas de Europa resolviera el problema global, y así justificaron deslocalizar la producción a zonas de trabajadores en condiciones de esclavitud proporcionados por el Partido Comunista chino sin someterse a la legislación internacional.

Hacer un repaso de las diferentes conferencias del clima es descorazonador, por la palabrería inútil de los políticos y por la sumisión del público que leía las noticias y asumía que no se tomaran medidas imprescindibles para salvar la calidad de vida a medio plazo. Copio el enlace de la cronología de la inutilidad del voluntarismo desde los años 70:
https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/cronologia-de-negociaciones-sobre-el-clima/
Para lo único que ha servido es para ampliar los nichos de negocios de las mismas empresas contaminantes: son ellas las que han invertido el dinero ganado con el petróleo y el carbón en las empresas de generación eléctrica basadas en el viento, en la energía solar y en otras energías renovables. Pero al tiempo han desarrollado la salvajada del fracking que contamina los acuíferos, siguen con la energía nuclear sin que se sepa cómo gestionar sus residuos a pesar de las explosiones de Chernóbil o de Fukusima que han esparcido productos radioactivos y cancerígenos por todo el planeta. Con el calentamiento global nos espera un futuro negro con varios aspectos, cada cual tremendo pero terribles combinados. Expongo tres de otros muchos:
1. Ecología: Extinción masiva de especies, tanto los vertebrados como ballenas, linces, orangutanes como de pequeñas como corales, insectos polinizadores y especies marinas que ni siquiera conocemos pero que forman parte de un ecosistema global que se desequilibrará.
2. Economía: Problemas de suministro de agua potable para miles de millones de personas y de escasez para regar las cosechas. Hambrunas que suponen migraciones masivas.
3. Demografía humana disparada en África y en aumento en Asia y América Latina, con personas que no sólo desean comer sino acceder a bienes de consumo cuya cobertura energética y material es imposible con los recursos de este planeta.

Ante esta perspectiva, los ricos siguen haciendo negocios cada vez más suculentos, medio planeta se conforma con subsistir y otro medio se siente impotente. Somos "la clase media depauperada y manipulada" que parecemos estar en shock: se nos ha diagnosticado un cáncer agresivo y toda nuestra cómoda vida se nos desmorona. En "All that jazzz" (Empieza el espectáculo) de 1980, nos cuentan las cinco fases de Kübler-Ross por las que pasan aquellos que van a morir: negación, ira, pacto, depresión y aceptación. Primero nos negamos a creer que nuestros coches envenenan el aire. Segundo nos enfadamos con los chinos que generan la mitad del CO2 mundial sin asumir que lo hacen para vender productos que compramos a pesar de saber su procedencia y las consecuencias de su fabricación. Tercero, nos hicieron creer que bastaba negociar con la montaña de mierda que generamos: si reciclamos los tapones, y el vidrio, y el papel, la cosa no sería tan grave (cuando eso supone una décima parte del problema). Cuarto, estamos en depresión porque sabemos todo esto pero no vemos forma de cambiar de manera radical nuestra forma de vida, y constatamos que, aunque lo hagamos, USA y China están de acuerdo en hacer que nuestros esfuerzos sean inútiles. Quinto, podemos aceptar que la especie humana está condenada a la extinción, como les sucedió a los dinosaurios. Pero lo triste es que será un suicidio colectivo.

Existe una alternativa a esta caída hacia el abismo, pero supone la renuncia al Sistema de vida que conocemos. No digo "sacrificio", porque no supone perder algo sumamente valioso sino prescindir de muchas cosas que, en el fondo, nos perjudican y para las que hay alternativas más saludables y hasta gratificantes a medio plazo. Globalmente, sería el DECRECIMIENTO SERENO, la reducción de consumo de bienes y energía que no sean imprescindibles. Eso supondría una reducción de la demanda de trabajo, y también de la remuneración individual. Se compensaría con la redistribución del tiempo de trabajo y el consumo de un ocio no consumista ni individualista sino creativo y comunitario.

El primer paso es el interior: no soy lo que tengo ni lo que consumo, sino una persona consciente de formar parte de un problema tan grave que requiere una respuesta radical. Mi cambio de mentalidad y de decisiones de consumo y ocio puede beneficiarme casi de inmediato: el simple hecho de caminar y usar transporte público puede evitarme pertenecer al 20% de personas con sobrepeso que hay en Occidente; una alimentación mediterránea previene la diabetes y los problemas cardiacos provocados por el azúcar y el sedentarismo. Usar la biblioteca pública y el centro cultural me abre a mejor literatura y al encuentro con los vecinos, que ayuda a alejar la soledad, la depresión y la acumulación de recursos en el hogar para mi uso individual.

El segundo paso es el colectivo: actuar como miembro de una comunidad capaz de gestionar sus necesidades de una forma mucho más cercana, con trueque de servicios y acercamiento de la producción de alimentos, ropa y otros bienes. Necesitamos mucho menos de lo que nos han hecho creer, y todo el tiempo que gastamos consumiendo series se puede repartir entre el descanso relajante, el ocio creativo en artes o artesanía, el deporte en los parques o el debate en los centros municipales.

El tercer paso es el político: que los círculos de Podemos no sean el convidado de piedra del partido o que los municipios pequeños no se vuelquen en obras buscando pillar el 4% sino en facilitar lo que demandan los ciudadanos.

Y, como protección para una sociedad enferma y debilitada, una vacuna imprescindible: la verdadera información que nos salve de las fake-news, de la manipulación mediática que tan bien funciona, engrasada por el Capital. No se puede olvidar el daño que Villarejo hizo difundiendo bulos contra Podemos, o cómo la gente juzga igual elevar el déficit público hasta la totalidad del PIB anual a que alguien pida un informe para que no se derrochen los fondos municipales de Madrid con el Open de tenis.

En fin, antes de tirar la toalla y gritar "comamos y bebamos, que mañana moriremos", creo que debemos darnos una oportunidad, frente a quienes pretenden llevar a la Humanidad a la extinción.

Sentido común